Revista Diario
Ciudad amalgamada, diversa, rica y multicultural; son algunos de los adjetivos que describirían con precisión el espíritu de esta capital enclavada en el norte de la isla de Gran Canaria. Un simple paseo por sus calles nos delatará inmediatamente que ningún edificio o casa son similares y es que esta riqueza y variedad constructiva son el adelanto de lo que encontraremos en sus habitantes: un pueblo mezclado que ha acogido en su seno a personas de todos los continentes.
Las Palmas es una ciudad "justa" y utilizo este término porque, aunque tiene todas las características y servicios de una gran ciudad, es suficientemente pequeña como para recorrerse andando y nos hace sentir cómodos en un ambiente sencillo y poblano. Sus personas son extrovertidas y joviales, tanto es así que no dudarán en pasarte la mano por el hombro cual si fueras un antiguo amigo. Incluso en algunos restaurantes de la zona pueden atenderte como si fueras un cliente de siempre (aunque sea la primera vez que te ven), haciéndote sentir en un sitio acogedor. Sin lugar a dudas, dos restaurantes de no perderse son: La Marinera, ubicado al final de Playa Las Canteras, donde se puede degustar un magnífico pescado mientras nos dejamos invadir por el sonido del mar; y Cacho Damián, un sitio muy característico de la Calle León y Castillo donde se pueden probar las especialidades de las islas: las papas arrugadas con el mojo picón, el gofio (un plato a base de pescado triturado y convertido en harina), el queso majorero (definitivamente imperdible) y el consabido chupito de ron miel.
Las Canteras es otro sitio de parada obligatoria. Es un paseo sobre el mar donde se enclavan varios hoteles y una amplia diversidad de pequeños restaurantes y cafeterías con vistas a la playa. Vale aclarar que el nombre de Las Canteras proviene de “La Barra”, una roca sedimentaria de deposiciones calcáreas y arenisca que se extiende a lo largo de una parte de la orilla de la playa. Esta roca detiene un tanto el oleaje norteño y aunque no brinda el fondo típico de arenas finas, esto no hace que la playa sea menos visitada.
Paseo de "Las Canteras"
Siguiendo el Paseo de las Canteras hallaremos los persistentes surferos que siempre están a la caza de la ola exacta y un poco más allá llegaremos al Auditorium "Alfredo Kraus", en cuyas cercanías se dan citas los jóvenes para practicar sus habilidades con la patineta. Si caminamos apenas unos metros hallaremos un sitio donde el mar se arremolina y nos brinda un espectáculo completamente diferente y solitario.
Luego, es imprescindible andar y desandar la calle Triana, con sus edificios antiguos de varios pisos que en sus bajos albergan, irremediablemente, una serie de tiendas mientras que a derecha e izquierda de la calle principal se aposentan pequeños restaurantes en calles adoquinadas que suben a la montaña o desembocan al mar. En algunas horas de la tarde esta calle se adueña de la vida de la ciudad mientras es testigo del ajetreo cotidiano de cientos de trabajadores o turistas.
Calle Triana
Perspectiva de la Calle Triana
Adentrándonos unos metros más llegamos a la parte más antigua de la ciudad de Las Palmas conocida como Vegueta, donde se encuentran diferentes museos y edificios de indudable valor histórico. Allí se encuentra la casa de Colón (sitio donde el ilustre marino pasó algunas noches antes de emprender su travesía a la América) y que actualmente es un museo donde se pueden apreciar objetos procedentes de la cultura maya, pinturas españolas, una muestra de los grabados de Goya y por supuesto, información sobre los viajes del Almirante. Si están de suerte también podrán encontrarse con un papagayo multicolor que camina por toda la casa sin inmutarse por la visita de los turistas que lo acribillan a fotos.
Museo Casa de Colón
Siempre continuando en la misma dirección, hallaremos la plaza de Santa Ana, custodiada por unos perros atentos que son un símbolo de la isla. Justo enfrente se encuentra una catedral. El parque es sumamente tranquilo, sobre todo en las tardes, donde se puede disfrutar de un refrigerio a la sombra de las palmeras en algunas de las cafeterías que allí se encuentran, un lugar bastante relajante en comparación con el caótico movimiento de Triana.
Catedral de la Plaza Santa Ana
Pero, sin lugar a dudas, la mayor belleza de la ciudad se encuentra en sus paseos kilométricos donde el mar funge como principal acompañante.
Las Palmas es una ciudad "justa" y utilizo este término porque, aunque tiene todas las características y servicios de una gran ciudad, es suficientemente pequeña como para recorrerse andando y nos hace sentir cómodos en un ambiente sencillo y poblano. Sus personas son extrovertidas y joviales, tanto es así que no dudarán en pasarte la mano por el hombro cual si fueras un antiguo amigo. Incluso en algunos restaurantes de la zona pueden atenderte como si fueras un cliente de siempre (aunque sea la primera vez que te ven), haciéndote sentir en un sitio acogedor. Sin lugar a dudas, dos restaurantes de no perderse son: La Marinera, ubicado al final de Playa Las Canteras, donde se puede degustar un magnífico pescado mientras nos dejamos invadir por el sonido del mar; y Cacho Damián, un sitio muy característico de la Calle León y Castillo donde se pueden probar las especialidades de las islas: las papas arrugadas con el mojo picón, el gofio (un plato a base de pescado triturado y convertido en harina), el queso majorero (definitivamente imperdible) y el consabido chupito de ron miel.
Las Canteras es otro sitio de parada obligatoria. Es un paseo sobre el mar donde se enclavan varios hoteles y una amplia diversidad de pequeños restaurantes y cafeterías con vistas a la playa. Vale aclarar que el nombre de Las Canteras proviene de “La Barra”, una roca sedimentaria de deposiciones calcáreas y arenisca que se extiende a lo largo de una parte de la orilla de la playa. Esta roca detiene un tanto el oleaje norteño y aunque no brinda el fondo típico de arenas finas, esto no hace que la playa sea menos visitada.
Paseo de "Las Canteras"
Siguiendo el Paseo de las Canteras hallaremos los persistentes surferos que siempre están a la caza de la ola exacta y un poco más allá llegaremos al Auditorium "Alfredo Kraus", en cuyas cercanías se dan citas los jóvenes para practicar sus habilidades con la patineta. Si caminamos apenas unos metros hallaremos un sitio donde el mar se arremolina y nos brinda un espectáculo completamente diferente y solitario.
Luego, es imprescindible andar y desandar la calle Triana, con sus edificios antiguos de varios pisos que en sus bajos albergan, irremediablemente, una serie de tiendas mientras que a derecha e izquierda de la calle principal se aposentan pequeños restaurantes en calles adoquinadas que suben a la montaña o desembocan al mar. En algunas horas de la tarde esta calle se adueña de la vida de la ciudad mientras es testigo del ajetreo cotidiano de cientos de trabajadores o turistas.
Calle Triana
Perspectiva de la Calle Triana
Adentrándonos unos metros más llegamos a la parte más antigua de la ciudad de Las Palmas conocida como Vegueta, donde se encuentran diferentes museos y edificios de indudable valor histórico. Allí se encuentra la casa de Colón (sitio donde el ilustre marino pasó algunas noches antes de emprender su travesía a la América) y que actualmente es un museo donde se pueden apreciar objetos procedentes de la cultura maya, pinturas españolas, una muestra de los grabados de Goya y por supuesto, información sobre los viajes del Almirante. Si están de suerte también podrán encontrarse con un papagayo multicolor que camina por toda la casa sin inmutarse por la visita de los turistas que lo acribillan a fotos.
Museo Casa de Colón
Siempre continuando en la misma dirección, hallaremos la plaza de Santa Ana, custodiada por unos perros atentos que son un símbolo de la isla. Justo enfrente se encuentra una catedral. El parque es sumamente tranquilo, sobre todo en las tardes, donde se puede disfrutar de un refrigerio a la sombra de las palmeras en algunas de las cafeterías que allí se encuentran, un lugar bastante relajante en comparación con el caótico movimiento de Triana.
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