Título: Las Partículas Elementales (Les particules élémentaires)Autor: Michel HouellebecqEditorial: Anagrama (mayo 2011)Año de publicación: 1998Páginas: 328
Precio: 10 euros
"La desgracia sólo alcanza su punto más alto cuando hemos visto, lo bastante cerca, la posibilidad práctica de la felicidad."
No es sólo que esté un poco perezosa (que lo estoy, lo admito), es que hablar de los libros de Houellebecq no es nada fácil, por eso, aunque terminé Las partículas elementales hace ya un tiempo, no me he decidido a escribir sobre él hasta ahora. Me da la sensación de que cuanto más me esfuerzo por explicar por qué estoy tan fascinada con él, menos lo consigo. Me pasó con mi chico, le estuve hablando sin descanso de este libro mientras lo leía, se lo recomendé una y otra vez, y al final conseguí que lo leyera con el trato de que yo leería el libro que él estaba leyendo en ese momento (lo cual ha sido un trato excelente porque es El sueño del celta de Mario Vargas Llosa que me está entusiasmando). La cosa es que ahora que lo está leyendo, me dice que le está encantando, pero que es cierto, que no pude transmitirle lo que era el libro, que ha tenido que leerlo por sí mismo para comprenderlo. Y es que Houellebecq no es un autor fácil, y no porque su prosa sea complicada, sino porque cada frase suya es como un puñetazo directo al alma del que lee, nos habla, más bien susurra y a veces vocifera al oído, nos sacude e incluso nos da más de una bofetada, y a pesar de eso se lo consentimos, es más, seguimos leyendo deseando que siga vapuleándonos, que nos despierte del letargo en el que solemos vivir. No soy de las que piensa que ciertos libros tienen ciertos lectores, soy más categórica que eso, están los libros que entretienen y que pueden gustar a un lector o no, y luego está la literatura, la literatura con mayúsculas, aquellos libros que no son para soñar o evadirse, sino que contienen una pequeña porción de universo. Al cerrarlos parece que vemos algo más claro en medio del caos de esta vida, libros para pensar, en definitiva. Los libros de Houellebecq entran dentro de esta segunda categoría, son libros que todo el mundo debería leer.
Michel Houellebecq
Con esto no quiero asustar a nadie, de hecho, Las partículas elementales es un libro que se lee mucho mejor que el primer libro que leí de Houellebecq el año pasado, El mapa y el territorio. La historia, la superficie, nos habla de dos hermanos, Michel y Bruno, el uno encerrado en la ciencia, casi célibe, solitario y que no se siente unido a ningún otro ser humano; el otro, un devorador insaciable de sexo, racista, solitario también, y que inexplicablemente, a pesar de su carácter aborrecible, nos inspira ternura y lástima. Ambos llenos de carencias, de soledades, de inseguridades. Todo ello en un marco inmejorable: Francia en los años 60. Las comunas hippies, la libertad sexual, la píldora, la música rock, Jimi Hendrix, Mick Jagger, el musical Hair, la llegada del hombre a la luna, mayo del 68... Un retrato de una sociedad y una época en las que el mundo aún creía que podían cambiarse las cosas. Houellebecq nos demuestra que no, que el ser humano está abocado al fracaso, a repetir los mismos errores una y otra vez. Si hay algo que me gusta en especial de esta novela es que cada frase invita a ser leída dos veces, a parar a reflexionar en ella. Houellebecq puede parecer un cínico, un depravado o simplemente un pesimista sin remedio, sin embargo, creo que detrás de todo ese discurso derrotista se encuentra una persona de una gran sensibilidad, consciente de lo que se nos viene encima, de todo lo oscuro y perverso en lo que intentamos no pensar.
"Uno puede enfrentarse a los acontecimientos de la vida con humor durante años, a veces muchos años, y en algunos casos puede mantener una actitud humorística casi hasta el final; pero la vida siempre nos rompe el corazón. Por mucho valor, sangre fría y humor que uno acumule a lo largo de su vida, siempre acaba con el corazón destrozado. Y entonces uno deja de reírse. A fin de cuentas ya sólo quedan la soledad, el frío y el silencio. A fin de cuentas, sólo queda la muerte."
A pesar de ese tono fatalista, por el que comienzo a entender por qué se habla tanto de Sartre y de los existencialistas franceses a la hora de hablar de Houellebecq, la novela tiene momentos de un humor visceral que me ha recordado en algunos aspectos al Bukowski más lascivo. Bruno (y sus correrías sexuales) es el protagonista de esos momentos que nos llevan de la carcajada a la lástima, sin duda, y pese a no ser el protagonista de la novela, ha sido mi personaje favorito de la misma. Me da la sensación de que una vez más, no he sabido explicar bien qué ha significado para mí este libro, sólo puedo recomendaros que lo leáis, que os dejéis llevar por Houellebecq, confiad en él, dejaos arrastrar aunque os muestre al lado más oscuro del alma humana. Si en su momento dije que El mapa y el territorio era de los mejores libros que había leído en 2011, Las partículas elementales me ha parecido aún mejor, me ha conmovido desde muy dentro. Ahora sí, puedo decirlo ya, Michel Houellebecq es mi gran descubrimiento de los últimos años, del que voy a ir devorando todo lo que caiga en mis manos.