Hace dos semanas visité la exhibición de "Imágenes de la naturaleza" del Museo de Historia Natural en Londres, compuesta de 110 imágenes que resumen 350 años de historia de la ciencia a través de pinturas al óleo, acuarelas, fotografías y micrografías electrónicas. En estos meses se pueden apreciar imágenes de los mapas realizados por William Smith, el primer geólogo en cartografiar la geología del Reino Unido, así como los fósiles que utilizó para llevar a cabo las descripciones.
Una de las obras exhibidas es la pintura de la portada de esta entrada, el dodo del pintor holandés Roelandt Savery (c. 1626), que fue utilizada como base para realizar las posteriores reconstrucciones de esta ave extinta que habitó la isla de Mauricio. El pintor neerlandés Roelandt Savery (1579-1639) fue uno de los pintores de dodos más prolíficos y fue contratado por el rey Rodolfo II para pintar los especímenes de la colección zoológica real. Desde 1605 hasta la muerte del rey en 1612, y en las subsecuentes comisiones por Europa central hasta 1626, Savery realizó al menos seis retratos de dodos, que bien parecen tratarse del mismo dodo blanco con alas amarillas que se encontraba en la colección real, de acuerdo con el inventario realizado por Daniel Fröschl (1563-1613), un pintor empleado por Rodolfo II en Praga responsable de la Colección Rudolfina. La imagen del dodo de Savery sería utilizada posteriormente por el naturalista inglés Richard Owen para realizar la primera descripción científica del ave de las Islas Mascareñas.
Las Islas Mascareñas son un grupo de islas que se encuentran en el Océano Índico frente a la isla de Madagascar, y comprenden las islas de Mauricio, Rodríguez (que pertenecen a la República de Mauricio) y Reunión (que pertenece a Francia). Las islas son de origen volcánico y se estima que surgieron hace unos 10 millones de años. A estas islas llegaron en algún momento miembros del grupo de las palomas que se establecieron ocupando nichos libres, en algún momento entre el Paleógeno y el Neógeno. Este grupo de aves se conocen como la subfamilia Raphinae, del que la paloma de Nicobar es la única pariente cercana viva, que habita actualmente las islas Nicobar que se encuentran en el Sureste asiático. La subfamilia de los rafinos (Raphinae) contiene dos aves actualmente extintas: el solitario Rodriguez ( Pezophaps solitaria) y el pájaro dodo ( Raphus cucullatus). Este último se ha convertido en el arquetipo de la extinción masiva actual generada por los seres humanos, al ser considerado la primera víctima de la actividad humana.
La isla de Mauricio fue descubierta por primera vez por los árabes en el siglo XIII y se cree que aparecen por primera vez en un mapa en 1502 elaborado por el cartógrafo italiano Alberto Cantino, quien dibujó tres islas (posiblemente las Mascareñas) en la región del Waq-Waq, el océano más allá de Mozambique llamado así por los árabes. Por esos mismos años, los portugueses llegaron a las islas y las bautizaron, pero ni los árabes ni los portugueses asentaron colonias en las islas. Las islas fueron adquiridas en 1598 por los neerlandeses, poco después de que la República de los Siete Países Bajos se independizara del Imperio español. Fue así que comenzaron a surgir las primeras descripciones de la flora y fauna de la isla de Mauricio, que tras la llegada de los colonizadores europeos se transformó más allá de lo originalmente reconocible. Anotaciones de este tipo son las que se emplean actualmente para poder describir la ecología previa a la colonización en Mauricio.
El pájaro dodo es sin duda una de las especies más emblemáticas de la isla, y es incluso parte del escudo nacional de Mauricio, y es también una de las especies más estudiadas por la ciencia y de la que más se ha escrito hasta la fecha. La expedición que incursionó en la isla de Mauricio estaba a cargo del Almirante Jacob Cornelis van Neck, pero él nunca visitó la isla; fue el Vicealmirante Wybrandt Warwijck quien descubrió la isla y realizó las primeras expediciones hacia el interior, una de las cuales fue coordinada por Heyndrick Dircksz Jolinck, quien realizó la primera descripción del pájaro dodo:
"[...] encontramos estas aves grandes, con alas tan grandes como una paloma, de modo que no podían volar y fueron llamados pingüinos por los portugueses. Estas particulares aves tienen un estómago tan grande que puede proveer dos hombres con una comida sabrosa y era de hecho la parte más deliciosa del ave [...]".
Fue hasta el regreso de la flota de Neck a Países Bajos en 1599 que el dodo fue mencionado por primera vez en una publicación, "Un reporte verdadero", donde se realizaba una reseña del viaje. De esta obra se realizaron extensiones y ediciones en los dos años siguientes conforme toda la flota original regresaba a los Países Bajos y añadía más información. En este reporte se incluyó una de las primeras ilustraciones, un grabado en cobre, del dodo y de las aves que coexistían con él. El trabajo de Neck ha sido uno de los más plagiados sobre la vida del dodo.
Descubrimiento y desaparición
Durante la era de las expediciones, muchas de las ilustraciones de la flora y fauna de los lugares descubiertos por los europeos eran elaboradas a través de descripciones verbales de los marineros. Entre las anécdotas encontradas, el tiempo que pasaba entre los hechos ocurridos y el recuento de las memorias, y la cantidad de recuerdos modificados por los marineros, los artistas terminaban creando algo que simulaba o se parecía al evento real.
A esto se le sumaban las ilustraciones que se realizaban con base en los animales disecados. Si bien, uno esperaría que una imagen producida de un organismo disecado se parezca a la original, la verdad es que el proceso de momificación y la posterior taxidermia pueden generar grandes pérdidas de información; ya sea porque el animal no se rellena adecuadamente, o porque la desecación altera muchas de las partes del animal disecado. Por ejemplo, las imágenes del dodo del pintor Jakob Hoefnagel, quien sirvió como retratista de la colección zoológica del Emperador Rodolfo II desde 1602 hasta 1610, muestran reconstrucciones basadas en ejemplares momificados y con alteraciones producto de la disecación y de la mala taxidermia. En aquel entonces, el relleno de los animales disecados podía ser desde paja hasta tabaco, por lo que era posible que el espécimen retratad por Hoefnagel fuera el mismo que Neck trajo consigo desde Mauricio.
El trabajo de Neck se ha perdido y solamente se tiene referencia de él a partir de reportes posteriores. Una de las ilustraciones que se tiene del dodo de Neck se ha reproducido a partir de la copia realizada por el naturalista francés Carolius Clusius, quien posteriormente se convertiría en el botánico real de Leiden e introduciría los claveles como flores de ornato en los Países Bajos. Así que la única imagen derivada del trabajo de Neck que se conoce procede de la copia fidedigna, esperemos, de Clusius, retratando la morfología real del dodo.
Los trabajos de Savery son los más famosos pues fue el pintor de dodos más prolífico. De él es la imagen del dodo albino con alas amarillas, que se convertiría en el posterior ícono de los dodos como especie y sería replicado múltiples ocasiones, incluso en la obra de "Alicia en el País de las Maravillas", del escritor inglés Lewis Carroll. Las copias de los trabajos de Neck y las pinturas fueron virtualmente todas las evidencias físicas sobre la existencia del dodo, por lo que con el paso de los siglos la existencia misma del dodo llegó a ser considerada parte de la mitología naval, pues el último reporte del ave sucedió en 1662 y se estima que la especie no logró pasar del siglo XV.
Hasta 1842 fue que se descubrió en Copenhague un cráneo de dodo, por Rheinhardt, y en 1848 se reexaminó el material del Dodo de Oxford, almacenado en la colección de la Universidad, que consistía de un cráneo y una pata disecada. Finalmente, el dodo salió del cajón de la mitología en 1865 cuando el primer material fósil de dodo fue descubierto en la isla de Mauricio, que fue llevado a Inglaterra donde sería descrito científicamente por primera vez por el mismísimo Richard Owen, en 1866.
A principios del siglo XVIII llegó a las colecciones de la Royal Society un segundo pie, que se denominó como "El pie de Londres" o "El pie del Museo Británico" que fue exhibido y depositado en el Museo Británico. La pierna había sido mencionada desde 1665 y se sospecha que el mismo pie que fue descrito por Clusius, pero no hay evidencia directa que lo compruebe. El "pie de Londres" se exhibió junto a la pintura del "Dodo de Edwards" de Roelandt Savery en la Galería de las aves del Museo Birtánico hasta finales de la década de 1840, pero no se sabe dónde se encuentra ahora esta pata de dodo.
La descripición que Owen realizó en 1866 fue criticada posteriormente por reforzar la imagen clásica de un ave rolliza y piernicorta. Lo que Owen hizo fue colocar los huesos en su posición anatómica utilizando el "Dodo de Edwards" como referente y dibujó la figura alrededor de los huesos, poniendo demasiada pechuga al ave. Sin embargo, las primeras ilustraciones referidas del trabajo de Neck indican que, en realidad, el dodo no era un ave rolliza ni rechoncha. Por ejemplo, el ave Pezohaps solitaria de la vecina Isla Rodrigues era un ave erguida y lo suficientemente ágil para superar a un humano en carrera, por lo que el dodo podría haber sido similar. Las variaciones reportadas que generan imágenes de dodos gordos y delgados podría deberse a una morfología estacional producto de la escasez y abundancia de alimentos a lo largo del año.
Sin embargo, la imagen de Savery bien podría ser bastante cercana a la que tenía el ave en vida. En otra pintura de Savery, "Un paisaje con aves" se aprecia al pájaro dodo con una postura parecida a la de un kiwi, ave no voladora de Nueva Zelanda ( Apteryx). Ambas aves muestran características osteológicas semejantes producto de la reducción convergente de alas -fenómeno posiblemente inducido por el efecto insular-, como un esternón sin quilla, el reducido tamaño de la caja torácica y el concomitante aumento de la cintura pélvica y del tamaño de los tarsos; el ave tenía un cuello serpentino debido a la perdida de los músculos esternales utilizados para el vuelo.
En la Galería de Imágenes de la Naturaleza es posible observar el contraste de este antes y después en la concepción de la imagen del dodo, donde la imagen de Savery se exhibe al lado de un cuadro reciente realizado por Julian Pender Hume, donde se aprecia una morfología más ágil. La exhibición de estos dos cuadros debe servir como una advertencia para todos los que estudiamos la vida del pasado: lo que vemos es solamente un fragmento del pasado y las reconstrucciones deben siempre verse con recelo. Es muy común ignorar que los animales iban más allá de los huesos, y lo que se suele hacer es colocar una capa de tejido y piel sobre los esqueletos, algo que sucede muy seguido con las reconstrucciones de dinosaurios. Después de todo, el dodo ha estado en el centro de la controversia a pesar de su reciente extinción ¿cuánta más podríamos esperar de criaturas que llevan extintas millones y millones de años?
- Hume, Julian P. (2006) The history of the Dodo Ruphus cucullatus and the penguin of Mauritius. Historical Biology 18(2): 65-89.