Es destacado el papel que han adquirido las redes sociales en la función propagandística de los mensajes de los ultras. Podemos llegar a referirnos en este punto a cierto desplazamiento de la violencia que antes existía en los terrenos de juego a estos mundos virtuales, en los que aficionados de uno y otro bando se cruzan mensajes amenazantes y muy agresivos.
Centrándonos en el Frente Atlético, ahora tan en el foco, cabe advertir que tiene un sitio web y que su Twitter es seguido a día de hoy por cerca de 30.000 personas, con el impacto que eso le brinda a la hora de lanzar consignas o publicitar sus actos.
En Twitter, el Frente Atlético se mantiene más comedido en sus mensajes. La amenaza de un posible cierre aminora la carga de unos mensajes que, aun así, esconden cierto estilo agresivo. No tanto, eso sí, como a través del sitio web, que no enlazaremos en este blog. Un análisis de su página web arroja detalles de la naturaleza de este grupo.
Los distintivos que los representan, presentes en cada uno de sus productos de merchandising, hacen alusión al Atlético, a las mujeres, al juego y a los puños. Distintivos sintomáticos de patrones violentos, machistas y de peligrosa adoración a un club de fútbol. También existen referencias a sus orígenes militares y, concretamente, su vínculo ideológico con los legionarios. Es más, subrayan que en sus orígenes sus propios líderes eran los hijos de importantes cargos militares. Utilizaron brazaletes y ropa paramilitar en sus orígenes.
En la descripción de su propia historia como grupo queda patente la creencia de que sus actuaciones han sido más relevantes y trascendentes de la que en realidad tuvieron. “Ganaron gracias a nosotros”. Ven el mundo desde su propio prisma. Rigidez cognitiva.
Se confiesan impudorosamente partidarios de conductas antisociales, se parapetan bajo creencias justificadoras, carecen de sentimientos de culpa y no ocultan su extremismo político. Se vanaglorian de historias como las de dar una paliza a un hincha y tirarlo al río. Indiferencia total por el prójimo.
Emplean terminología propia de un ambiente bélico y no deportivo. Hablan de comandos. Y el repaso a su historia está llena de términos de extrema violencia como ‘caza al bilbaíno’.
Hacen referencia a como en el 1981, el gobierno civil les desaconsejó autodenominarse como ultras por ser un término excesivamente belicoso. Una recomendación que motivó que este tipo de grupos dejase de emplear este término en su propia denominación. Cabe recordar que los primeros que emplearon esta terminología en Europa fueron grupos de aficionados italianos e ingleses.
A lo largo del repaso por su historia reconocen veladamente que el deporte no es más que una excusa para camuflarse en la masa y realizar acciones antisociales. Se vanaglorian, entre otras acciones, de la del robo de una farmacia para abonar el pago de la fianza de uno de sus compañeros, detenido por la retención ilegal de una cajera del metro.
Sacan pecho de su rivalidad con hinchadas contrarias, como la del Real Madrid, y sus ataques sorpresa a estos.
Locus externo. El alcohol como justificante de gran parte de sus acciones está presente a lo largo del repaso que hacen a su historia.
Reconocen una práctica habitual años atrás y que ahora está más en desuso: la extorsión a los futbolistas de su equipo. Exigían el pago de determinadas cantidades de dinero a determinados futbolistas para animarles y no increparles durante los partidos. A día de hoy, sigue siendo habitual el ocasional encuentro de algunos de estos jugadores con los líderes de este grupo radical. En esa sobrevaloración de sus propias acciones y la consecuencia que entienden que tiene sobre el resultado deportivo final, se ven con derechos adquiridos de mantener reuniones con determinados futbolistas para darles consejos o exigirles más. Hasta hace unos años era usual que existiesen regularmente cenas entre ultras y capitanes de un equipo. Es habitual a día de hoy también que algunos jugadores o entrenadores reciban sobre el propio campo y antes o después de los partidos premios a manos de estos ultras.
¡Únete a la familia! Es uno de los eslóganes que emplean y que determina ese sentimiento de grupo y unidad que ejerce de atractivo para que muchos accedan a estos grupos ultras.