Revista Cine

Las series españolas de 2022: Parte 4

Publicado el 06 julio 2022 por Enprimerafila

Nuestro nuevo repaso a las series españolas estrenadas en las últimas semanas no encuentra en esta ocasión títulos especialmente reseñables, con alguna excepción. Con la amenaza de los recortes que están sufriendo las principales plataformas internacionales como Netflix y HBO Max, y la inestabilidad en la producción de series de las españolas, el panorama audiovisual que parecía haber encontrado una mina de oro hace pocos años comienza también a tambalearse. Lo cual no significa que vaya a detenerse la producción de series en España, pero ésta se ve afectada notablemente por la intención de adaptarse, como en otros países, a los requerimientos de una audiencia global, lo que provoca la despersonalización de las historias y la estandarización de los elementos formales. Esto resulta visible especialmente en esta tanda de producciones que comentamos a continuación. 

Las series españolas de 2022: Parte 4

Intimidad

Miniserie | Netflix | ★★★☆☆ 

Escrita por Verónica Fernández, Laura Sarmiento Pallarés

Dirigida por Jorge Torregrosa, Ben Gutteridge, Koldo Almandoz, Marta Font Pascual

Por circunstancias coincidentes, Intimidad (Netflix, 2022) se ha convertido en una serie muy actual, que analiza las consecuencias de la difusión de imágenes sexuales sin el consentimiento de sus protagonistas. Pero, como hemos podido comprobar recientemente cuando se ha compartido un video sexual de un famoso actor, las circunstancias que se derivan en el caso de un hombre son muy diferentes a las que se provocan en el caso de una mujer, más habitualmente estigmatizada como promiscua por parte de la sociedad. La historia escrita por Verónica Fernández, guionista de Hache (Netflix, 2019-2021) y Caronte (Prime Video, 2020-), y Laura Sarmiento, que ha escrito anteriormente Matadero (Atresmedia, 2019) y la película La jefa (Fran Torres, 2022) bucea en esta representación desde diferentes puntos de vista, a través de distintas mujeres que han sufrido este acoso, pero que están situadas en diferentes posiciones de poder. La aspirante a alcaldesa Malen (Itziar Ituño) es la principal protagonista, con una trayectoria impecable en la política que se tambalea cuando aparece en las redes sociales un video manteniendo relaciones sexuales con un hombre que no es su marido, pero su experiencia es paralela a la de Ane (Verónica Echegui), que ha sufrido también la difusión de unas imágenes suyas en una orgía a través de los móviles de sus compañeros de trabajo y con la de la investigadora Alicia (Ana Wagener), que también sufre un estigma por su homosexualidad invisible. Pero lo interesante de la propuesta es que no solo analiza las consecuencias en las protagonistas, sino también en sus allegados, Leire (Yune Nogueiras), la hija de Malen, que parece ser víctima de un acoso similar, y de Bego (Patricia López Arnaiz), la hermana de Ane, que trata de averiguar quién ha sido el primero que ha difundido las imágenes. 

De forma que hay un interesante abanico de posibilidades para la reflexión, principalmente centrada en la forma en que este tipo de abuso acaba siendo más perjudicial para la víctima que para el culpable. Esta adopción del punto de vista femenino, desde la escritura del guión hasta los personajes protagonistas, hace que resulte significativo el hecho de que solo uno de los cuatro directores de la serie sea una mujer, dejando el peso principal en las manos de Jorge Torregrosa, un realizador artesanal, que se encarga de cuatro de los ocho episodios, y el resto en Ben Gutteridge, Koldo Almandoz y Marta Font Pascual, directora de segunda unidad de la serie Cucut (TV3, 2022) de la que hablamos más adelante. Se podría explicar que hacía falta una mirada masculina, pero en realidad no era necesaria, especialmente si ésta acaba resultando demasiado obvia en su representación de la feminidad en medio de un mundo de hombres, que Jorge Torregrosa muestra en el episodio Medio mortal (T1E1) a través de un plano demasiado evidente, tomado desde debajo de la mesa en una reunión de la alcaldía en el que vemos un grupo de zapatos de hombre rodeando a unos zapatos de mujer. Intimidad es certera en algunas de sus reflexiones, que están perfectamente descritas en la potente interpretación de Itziar Ituño, que muestra la fragilidad que se esconde tras una imagen de seguridad, y de Patricia López Arnaiz, que subraya la impotencia frente a la injusticia que ha sufrido su hermana. 

Menos acertado es el retrato de Ana Wagener, que parece algo forzado en la participación de una investigadora que trata de que las víctimas alcen la voz cuando ella no es capaz de mostrar públicamente la relación con su pareja. Pero es interesante el planteamiento en torno a cómo la mujer sigue siendo menospreciada en determinadas circunstancias, especialmente en el entorno laboral, descrito a través de los políticos que rodean a Malen y de los compañeros de trabajo de Ane, que no muestran ningún tipo de comprensión, y cuya solidaridad es solo afectada, falsa y mediocre. Es un momento poderoso la secuencia en la que Begoña acusa públicamente a los trabajadores de la fábrica de Ane de ser cómplices de la tragedia, por acción o por omisión, en el episodio Sola (T1E6). Por eso resulta algo decepcionante que la historia no consiga encontrar el punto justo de equilibrio narrativo, y se desarrolle a través de unos largos ocho episodios que podían haber sido cinco o seis. Hay demasiado interés en querer abarcar muchos temas, pero consigue construir una sugestiva reflexión sobre la percepción de la culpabilidad y el trauma. 

Las series españolas de 2022: Parte 4

Paraíso

Temporada 2 Final | Movistar+ | ★☆☆☆☆ 

Creada por Fernando González Molina, Ruth García, David Oliva

Dirigida por Fernando González Molina, David Molina Encinas 

En un movimiento poco habitual en la plataforma Movistar+, la segunda temporada de Paraíso (Movistar+, 2021-2022) se anunció tan solo un día después del estreno de la primera, sin siquiera esperar la resonancia que la serie pudiera tener. Esta historia de ciencia-ficción con adolescentes se reafirma en su condición de revival de los noventa, aunque sus creadores reniegan de los parecidos razonables con Stranger things (Netflix, 2016-). Pero si además la segunda temporada se estrena en la misma fecha que regresa la popular serie fantástica de los Duffer Brothers, tampoco hay muchos motivos para quejarse. Para bien y para mal, esta última entrega de Paraíso es una continuidad directa de la primera, pero con una estructura extraña, como si estuviera algo improvisada. Mientras que los primeros episodios co-dirigidos por Fernando González Molina y David Molina Encinas introducen una nueva trama, que incorpora a nuevos personajes antagonistas como Evelyn (Begoña Vargas), que concluye en el episodio 5 (esta temporada ni siquiera se han esforzado en poner títulos), la segunda parte que dirige en solitario Fernando González Molina retoma la idea de explicación de los orígenes, conectando de una forma más directa con la temporada anterior y por tanto reforzando ésta como la última entrega. Pero esta estructura introduce una falsa conclusión que parece querer ralentizar el desarrollo de la historia, una especie de paréntesis antes de la conclusión final.

Fernando González Molina, co-creador junto a Ruth García y David Oliva, nunca ha sido muy sutil en las constantes referencias a la década de los ochenta y noventa, aunque caiga en algunos anacronismos y los jóvenes actores parezcan estar hablando esperanto, cuando se les exige que suelten algunas expresiones características de la época, como si no supieran qué están diciendo, lo que elimina naturalidad a sus interpretaciones, básicamente debido a un deficiente trabajo de dirección. Incluso introduce algunos elementos que parecen, quizás, humorísticos, pero que acaban en el ridículo más absoluto, como cuando Olivia (Patricia Iserte) realiza una ouija cantando "Entre dos tierras" (1990) del grupo Héroes del Silencio. Por el camino, hay constantes referencias a películas y series que parecen esconder lo que en realidad es una mezcla de copias mediocres de grandes títulos de la ciencia-ficción popular. Pero la convivencia entre Regreso al futuro (Robert Zemeckis, 1985), La profecía (Richard Donner, 1976), ¿Quién puede matar a un niño? (Narciso Ibáñez-Serrador, 1976), V (NBC, 1984-1985) y Verano azul (RTVE, 1981-1982) es tan aleatoria como una playlist de las mejores canciones de los ochenta de Spotify: puede sonar cualquier canción de la época, pero no hay una coherencia interna. El problema inicial de esta serie está principalmente en que se trata de un producto que tiene un target esencialmente juvenil pero que en su búsqueda obsesiva del ejercicio nostálgico acaba resonando más en un tipo de público maduro, que sin embargo no se siente identificado con las aventuras de sus protagonistas. El difícil equilibrio entre nostalgia y popularidad es un objetivo complicado que no todas las series consiguen. 

Las series españolas de 2022: Parte 4

Cucut

Miniserie | TV3 | ★★☆☆☆ 

Creada por Isona Passola | Dirigida por Laura Jou, Fernando Trullols


Una de las propuestas más sorprendentes de esta temporada es esta serie estrenada a finales de marzo en TV3 y posteriormente disponible en la plataforma de la CCMA. Porque se trata de una continuación de la película La vida sin Sara Amat (Laura Jou, 2019), pero reinterpretada como un thriller rural a partir de una historia que reflejaba un drama social sobre el distanciamiento generacional. En aquella historia, basada en la novela de Pep Puig La vida sense la Sara Amat (Ed. labutxaca, 2015), ganadora del Premio Sant Jordi 2015, la joven de catorce años Sara (Maria Morera) desaparece de un pequeño pueblo del interior de Cataluña en los años ochenta, aunque en realidad permanece unos días escondida en la casa de Pep (Biel Rossell), huyendo de acontecimientos dramáticos y de una desafección con su propia familia. La serie retoma estos hechos dos años después, con los mismos actores protagonistas, aunque Maria Morera con una mayor proyección nacional tras ganar el Premio Gaudí 2021 a la Mejor Actriz por su papel en la película Libertad (Clara Roquet, 2021). Curiosamente, la serie no está adaptada de un libro, sino que el propio autor de la novela original, Pep Puig, ha escrito la adaptación literaria de la serie, Cucut (Ed. La Galera, 2022), de forma que se establece un círculo completo de interrelaciones entre el formato literario y el audiovisual. 
Producida por Isona Passola, una de las productoras más destacadas del cine catalán, responsable de películas como Pa negre (Agustí Villaronga, 2010) o Incierta gloria (Agustí Villaronga, 2017), la propuesta mantiene el tono de drama pero introduce nuevos elementos de thriller que aportan una tonalidad diferente, aunque la historia sea una continuación. El título tiene su origen en el pájaro cuco, una especie de ave cuyas hembras mimetizan sus huevos con los de otras especies para que sean las hembras hospedadoras las que empollen y alimenten a sus crías. Este parasitismo funciona como una metáfora de los abusos que se producen en la pequeña localidad de Trinquet. El punto de partida de la serie, con el regreso de Pep al pueblo y la rápida localización de Sara, con la que inicia un viaje hacia la frontera con Francia, es algo forzado, especialmente estableciendo los acontecimientos dos años después. La intención es la de cerrar la historia de Sara pero al mismo tiempo darle la posibilidad de un crecimiento personal a través de un recorrido físico. El elemento más interesante es la deconstrucción de esa representación nostálgica de los años ochenta que han desarrollado series como Stranger things (Netflix,  2016-) o Paraíso (Movistar+, 2021-), aportando una visión menos idealizada, y en cierta manera más realista sobre la brecha generacional entre una juventud decepcionada y un mundo adulto opresivo y asfixiante. Pero el desarrollo de las tramas paralelas, el viaje de Sara y Pep y la investigación en el pueblo, encabezada por el teniente Antiguado (Marc Martínez), resultan anodinos. El trayecto de los dos jóvenes, que se encuentran en su camino con un mundo adulto cruel, establece una relación más directa con la película, pero como thriller rural acaba siendo predecible y casi anticlimático, en parte debido a un trabajo de dirección fallido por parte de Laura Jou, acompañada en la serie por Fernando Trullols, con secuencias directamente ridículas como el comienzo del Capítulo 5, una escena retrospectiva que utiliza la canción "Demà (Mañana)" que incluía Albert Pla en su álbum Anem al llit? (2002, BMG). El desarrollo de los personajes principales, Sara y Pep, que debe ser el elemento principal, resulta perezoso y monótono, mientras otros personajes como Vidal (Isaac Alcayde) resultan arquetípicos y planos.  
Lo que mejor funciona en la serie es la magnífica banda sonora compuesta por el siempre certero Arnau Bataller, que se sostiene en la guitarra como un elemento relacionado con lo rural, y que parece seguir un camino más cercano al drama que al thriller, de forma que se da la circunstancia de que el compositor acierta mejor con el tono de la historia que la propia serie. Cucut (TV3, 2022) ha sido una de las apuestas más destacadas de la televisión autonómica catalana, y aunque comenzó con buenos índices de audiencia, llegando a un 14,5% de share, parece no haber convencido a los espectadores, que la hicieron bajar cinco puntos, aunque el capítulo final fue visto por un 12,4% (282.000 espectadores), una cifra decente pero lejos de los objetivos iniciales. 

Las series españolas de 2022: Parte 4

Sin límites

Miniserie | RTVE/Prime Video | ★☆☆☆☆ 

Escrita por Patxi Amezcua | Dirigida por Simon West


Esta serie ha despertado nuevamente el debate sobre el rigor histórico en las adaptaciones cinematográficas. Anunciada en 2018 como un largometraje con un presupuesto de 25 millones de euros y la producción de Miguel Menéndez de Zubillaga, cuando comenzó el rodaje en 2020, la entrada de Prime Video planteó la posibilidad de convertirla en una miniserie con una duración aproximada de seis horas. Se trata de un proyecto acariciado por el productor vasco desde hace muchos años, aunque las incursiones de Miguel Menéndez de Zubillaga en personajes históricos no han dado buenos resultados, como Camarón (Jaime Chávarri, 2006) o Loving Pablo (Fernando León de Aranoa, 2017), pero consiguiendo el éxito de crítica con La trinchera infinita (Aitor Arregi, Jon Garaño, Jose Mari Goenaga, 2019). Defendida como un proyecto de entretenimiento, la serie ha sufrido críticas, no tanto por su falta de rigor histórico, sino por el nulo interés que se desprende en la producción. Aunque no se entiende el empeño en contar la travesía de Magallanes y Elcano si no se pretende acercarse a los hechos documentados, que incluso resultan mucho más interesantes que la historia tal como se cuenta en la serie. El enfrentamiento por el mando de la travesía entre Magallanes (Rodrigo Santoro) y el capitán Juan de Cartagena (Sergio Pérez-Mencheta) es mucho más interesante como conflicto personal que convirtiéndolo, como hace la serie, en una previsible conspiración española contra Magallanes. 
Pero también es cierto que una cosa son las licencias históricas y otra muy diferente es mostrar la Giralda de Sevilla pre-renacentista y post-renacentista en el mismo episodio. Lo que indican errores como este es un desinterés absoluto por parte de los responsables de la serie, cuya controversia además se ha alimentado con declaraciones presentistas y ciertamente absurdas por parte de uno de sus protagonistas. Precisamente el personaje de Juan Sebastián Elcano (Álvaro Morte) es otro de los elementos polémicos, presentado como una especie de Jack Sparrow junto a un grupo de "borrachos y puteros", como los califica Magallanes, en una taberna que parece sacada de Isla Mágica. No es que haya escaso rigor histórico, sino que falta interés en la elaboración de un producto audiovisual mínimamente solvente, posiblemente motivado por ciertas prisas para llegar al estreno. De hecho, en las copias previas recibidas por la prensa no estaban acabados los efectos visuales, por lo que parece que ha habido apresuramiento para alcanzar este 2022 en el que se cierran las celebraciones del V Centenario de la primera vuelta al mundo. Aún así, hay que decir que los efectos visuales son uno de los aspectos más mediocres de la serie, con un desequilibrio notable entre los episodios. 
Y eso a pesar de contar con un director especializado en cine de aventuras como Simon West, aunque desde que dirigiera la película Los mercenarios 2 (2012) está metido en producciones de bajo presupuesto, y sobre todo el prestigioso director de fotografía Shelly Johnson, que suele trabajar en grandes proyectos de Hollywood como Jurassic Park III (Joe Johnston, 2001), Capitán América: El primer vengador (Joe Johnston, 2011) o Greyhound (Aaron Schneider, 2020). Pero el resultado no es solo técnicamente discutible, sino que el guión de Patxi Amezcua carece de intensidad, un poco en la línea del que co-escribió para otra serie marítima, Operación Marea negra (Prime Video, 2022), con episodios notablemente soporíferos como Las ballenas no nadan en ríos (T1E4), y ni siquiera acertados en la representación de la épica con la muerte de Magallanes en Os han elegido como capitán (T1E5). Mientras tanto, el compositor Federico Jusid parece empeñado en poner música a una gran superproducción que no vemos por ninguna parte en la pantalla. Sin límites es un proyecto fallido por una falta de empeño de sus responsables, y una oportunidad perdida para relatar un hecho histórico mucho más grandioso que lo que se representa en la serie. 

Las series españolas de 2022: Parte 4

Locomia

Miniserie documental | Movistar+ | ★☆☆☆

Escrita por Pablo Aguinaga, Jorge Laplace | Dirigida por Jorge Laplace


Es evidente que un grupo con letras como "Hey, chiquita, chica latina / no pienses tanto, un beso no se quita" o "Gorbachov es Perestroika / Gorbachov es desarmar / Gorbachov es convincente / Gorbachov sabe mandar" no se presta a hacer un análisis profundo sobre su trayectoria musical. Por tanto, la opción de Locomia (Movistar+, 2022) es la de adentrarse directamente en los entresijos del culebrón y describir las relaciones de confrontación entre los miembros del grupo y sus derivantes, en especial la de Xavier Font, uno de los fundadores del grupo, y José Luis Gil, productor y responsable de la trascendencia internacional que tuvieron. Son dos puntos de vista diferentes, desde la creatividad pero el desconocimiento del mercado discográfico del primero hasta la profesionalidad pero la falta de respeto del segundo. Esta lucha de poderes no es nueva en el mundo de la música, y recientemente Danny Boyle ha descrito con maestría las traiciones, fraudes y enfrentamientos que marcaron la trayectoria de Sex Pistols en la notable serie de ficción Pistol (Hulu, 2022). Lo que hace más singular este relato es esa especie de tonalidad cañí que aporta una España que vendía modernidad al mundo mientras permanecían resquicios del pasado. José Luis Gil aporta justificaciones más o menos lógicas a sus decisiones, pero es evidente que la de ocultar las tendencias sexuales de los componentes del grupo tiene algo de perversión de la realidad, aunque finalmente consiguiera encontrar un nicho de seguidoras femeninas.
La serie documental trata de contextualizar en sus tres episodios la historia de Locomia, pero acaba sucumbiendo a la comercialidad del culebrón, la sucesión de anécdotas que muestran una constante lucha de poder que acabó con Xavier Font expulsado de la formación que lideró. Y los personajes principales no se ocultan en su propia identificación como manipuladores e instigadores, construyendo una imagen retorcida de sí mismos que en realidad parece más una pose. Solo así se explica que José Luis Gil se preste a aparecer retratado como una especie de Mefistófeles (un recurso del que la serie abusa) para seguidamente rechazar aparecer como productor asociado: "Falta música y sobra amarillismo. Por eso he pedido que supriman mi nombre como productor asociado", comentaba recientemente (El País, 29/5/2022). En realidad, en los créditos del documental no aparece como productor asociado su nombre, pero sí el de FTI Music, la empresa que creó en 1985, lo que indica una vez más esta sucesión de medias verdades que se desprende de muchas de sus declaraciones. 
El guión de Jorge Laplace y Pablo Aguinaga sobre una idea de éste y Mariano Tomiozzo, socios de la productora Boxfish TV, hace un recorrido cronológico que es necesario para no perder el hilo de las continuas fluctuaciones del grupo e incluso el nacimiento de otra formación paralela durante la última etapa de su trayectoria. Pero se deja seducir tanto por los personajes que no es capaz de ofrecer un punto de vista imparcial, que realmente transmita una cierta comprensión de los acontecimientos. Es decir, Locomia acaba siendo una sucesión de versiones personales que se replican y se reafirman, pero sin que exista un análisis equilibrado. En este sentido, la obsesión por contar con las aportaciones de todos los miembros vivos del grupo, desde los que se quedaron por el camino en Ibiza hasta los que formaron parte de su agonía, impide introducir una perspectiva externa que podría haber sido necesaria. No cuentan las aportaciones de Valeria Vargas, autora del libro Ni puta, ni santa (2016, Ed. FisicalBook) la biografía de La Veneno, que no se sabe muy bien qué hace en el documental, aunque es mucho más lúcida la intervención de Natalia Boffi, una fan argentina del grupo que describe la relevancia que tuvo en la propia expresión de su identidad aquella representación marcadamente queer que provenía de España y que alcanzó un éxito arrollador en algunos países latinoamericanos. Como reflejo de una sociedad cambiante, Locomia mostraba la música de baile como una manifestación pública de libertad, una libertad que era falsa, como los grandes acontecimientos de 1992, que escondían una reconversión económica basada en la especulación. Pero la serie documental prefiere permanecer en el relato superficial antes que ahondar en el trasfondo, e incluso si aceptamos esta decisión narrativa, falta algo de sentido del humor para relativizar las anécdotas.  

Las series españolas de 2022: Parte 4

Now & then

Miniserie | Apple tv+ | ★☆☆☆

Escrita por Ramón Campos, Gema R. Neira, Teresa Fernández-Valdés

Dirigida por Carlos Sedes, Gideon Gaff


Una de las características que tiene la llamada "tv prestige" en los últimos años es la de hacer pasar por "televisión de prestigio" géneros habituales en la historia de las series. Así, Now and then (Apple tv+, 2022) es básicamente un culebrón que viene avalado por un grupo de nombres populares en el cine español y latinoamericano pero que no puede ocultar su trasfondo. La productora española nacida en 2007 Bambú Producciones es la responsable de esta serie que juega con una cierta elegancia del entorno de Miami, y con un plantel de actores y actrices reconocidos en sus respectivos países: los españoles Maribel Verdú y Eduardo Noriega, los mexicanos José María Yazpik, Darío Yazbek y Marina de Tavira, el colombiano Manolo Cardona, la argentina Soledad Villamil, la portorriqueña Rosie Pérez y el esloveno Zeljko Ivanek. La historia conecta pasado y presente a través de la responsabilidad de un grupo de jóvenes en la muerte de dos personas, que al cabo del tiempo regresará, como en la novela de Lois Duncan Sé lo que hicísteis el último verano (1973, Ed. Autor-Editor), a través de un chantaje. La alta sociedad de Miami y la carrera política de uno de los componentes del grupo se ven amenazadas, mientras otras subtramas paralelas también ofrecen un reflejo de la corrupción y los privilegios de los ricos. Esta circunstancia es la que justifica la obsesión de la detective Flora Neruda, interpretada por una poco convincente Rosie Pérez, recién llegada de The flight attendant (HBO Max, 2020-), que tiene que lidiar con el personaje más absurdo y poco consistente de toda la serie, y eso que el resto tampoco lo son mucho. 
Escrita por tres guionistas habituales de la productora, para series como Gran Hotel (Antena 3, 2011-2013) y Alta mar (Netflix, 2019-2020), como son Ramón Campos, Gema R. Neira y Teresa Fernández-Valdés, los ocho episodios se reparten a partes iguales entre el director gallego Carlos Sedes, responsable de Fariña (Atresmedia, 2018), y el israelí Gideon Gaff, que ha trabajado en series como Homeland (Showtime, 2011-2020) y ha sido el creador de El espía (Netflix, 2019). De hecho, hay algunos hallazgos interesantes de dirección, especialmente en la fusión entre pasado y presente, pero no se encuentra una solidez formal que aglutine el conjunto y pueda desembarazarse del tono de melodrama latino con elementos de thriller. Tampoco funciona especialmente bien esa pretendida mezcla de español e inglés que en la mayor parte de las interpretaciones resulta demasiado forzada y en algunas como la de Juana Acosta acaban siendo ridículas. Se supone que pretende reflejar un uso de cierto spanglish habitual en Miami, pero no por ello resulta menos convincente. Apple tv+ se apunta al subgénero del culebrón "de prestigio" con una serie que no aprovecha bien los elementos del thriller, con una resolución poco verosímil y una puesta en escena más epidérmica que profunda en la construcción de los personajes. 
¿Quién puede matar a un niño? se puede ver en FlixOlé y Movistar+.Pa negre se puede ver en Filmin. Incierta gloria, Loving Pablo y La trinchera infinita se pueden ver en Netflix. 


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