06 de Mayo del 2013 | etiquetas: Cine Experimental, Onirismo y Surrealismo
TwittearLos movimientos cinematográficos vanguardistas de principios del siglo XX no llegarían a EEUU hasta los años 40. Sin embargo, es aquí donde encontramos uno de sus máximos exponentes, la madre del surrealismo americano, Maya Deren. Su debut, Meshes of the Afternoon, nos transporta a un mundo en el que la realidad y los sueños se confunden, y la muerte parece esconderse dentro de nosotros mismos. Los ecos de este film, y del resto de la filmografía de Deren, llegan hasta nuestros días de la mano de directores como el maestro de lo onírico David Lynch y su Mulholland Drive, una de las mejores películas del siglo XXI. Tras la primera y segunda entrega del especial, seguimos con la tercera.
2. El primer ciclo del sueño
En el sueño, los elementos presentes en la realidad van a cobrar importancia. En la realidad, la mujer veía a un hombre en el camino. En el sueño, en el camino nos encontramos a una silueta vestida de negro con un espejo como cara que va a evitar a la mujer en todo momento. La mujer nunca se verá reflejada en el espejo de su cara, de hecho, ella sólo verá su reflejo en superficies que van a transformar su rostro (el cuchillo y la ventana). Esto exalta los problemas mencionados, la deformación de la identidad femenina en el matrimonio debido a la opresión masculina. Sin embargo, debemos señalar que la figura representa también a la muerte y su presencia en el sueño indica un deseo suicida. Además, la silueta porta la flor indicando la relación entre la mujer y la muerte. Podemos interpretar en este caso que la ausencia de un reflejo nítido de la mujer expresa sus dudas para realizar sus intenciones de suicidarse ya que la cara de la muerte es su propia cara. Es también aquí donde vemos el cuerpo completo de la mujer por primera vez, lo que establece el sueño como un lugar liberador para ella, en oposición a la realidad.
En la casa, encontramos el cuchillo en la escaleras, amenazante. Ella sube al primer piso pero las escaleras parecen no tener fin. Las escaleras son el camino a la habitación, el lugar donde la mujer es sometida por el hombre y, por tanto, su infinidad refleja el sentir de la protagonista al subirlas. En la habitación, el teléfono está ahora sobre la cama indicando su relación con el sueño. Esta forma de presentar los objetos fuera de su contexto normal los humaniza, al contrario de la mujer que, como hemos dicho, se objetiva a lo largo de la película. La mujer ve su reflejo alterado en el cuchillo, que se encuentra también en la cama, prueba de que su identidad está dominada y deformada por este arma puramente masculina. Aterrorizada por esta idea, cuelga rápidamente el teléfono, un intento de salir, de romper el nexo con lo onírico y despertarse. Debido a su miedo, las escaleras son ahora un precipicio por el que ella cae. Los movimientos de la cámara que acompañan la escena hacen que el espectador también sienta este vértigo y pierda la noción del espacio. Eventualmente, se tranquiliza y se aproxima a la ventana, donde vemos su reflejo deformado una vez más, y aquí descubre otra versión de sí misma (es la tercera con la primera versión real durmiendo en el sofá). Esta escisión de la persona está directamente relacionada con sus problemas de identidad, la alineación de la mujer respecto a sí misma. Finalmente, antes de pasar a esta tercera versión, saca la llave de su boca y se la da a su nueva versión que entra en la casa. Por una parte, éste es un movimiento liberador (su mirada provocadora parece confirmarlo): la mujer se deshace de la institución del matrimonio. Por otra, es una acción con grandes contradicciones para la mujer: ella desea morir, ya que persigue literalmente a la muerte, pero sus deseos sexuales no se lo permiten ya que tras ser penetrada; al sacar la llave de su boca, cesa sus acciones y pasa el testimonio a su próximo yo. Igualmente, la llave “abre” o empieza un nuevo ciclo.
3. El segundo ciclo del sueño
Este ciclo es una repetición de los temas e imágenes ya mostrados en el anterior, sólo que está vez el fin parece estar más cerca. La mujer persigue a la figura de la muerte que tiene, en su mano, que en forma de flor lleva su destino en la mano. En este segundo ciclo, la muerte parece estar más cerca de ella ya que la encontramos dentro de la casa y en la habitación. Ahora, las escaleras parecen aún más difíciles de subir debido a la amenaza mortal que la espera en el piso de arriba. Además, si prestamos atención a la forma en la que la mujer sube, tambaleándose de un lado a otro, recuerda gráficamente a la huidiza llave del principio del filme y otra vez, la comparación entre mujer y objeto es evidente. La silueta posa la flor en la cama, el mismo sitio donde antes encontrábamos el cuchillo. En la cama convergen muchos de los temas y símbolos de la película. En la cama están la flor y el cuchillo, es donde la feminidad y la masculinidad se encuentran y, al mismo tiempo, donde la mujer es dominada por el hombre. Por tanto, la cama refleja la represión femenina y a la vez su sexualidad y sus deseos; la cama representa sus contradicciones.
En la siguiente secuencia la muerte desaparece y ella se vuelve rígida, como una estatua. Sin su presencia ella es inerte como el maniquí, sin su presencia, su única salida, ella está atrapada por el sometimiento del hombre . Esto se confirma en el siguiente plano cuando ella mira fijamente el cuchillo, la masculinidad aparece claramente como causa de su estado.
Antes de comenzar el tercer ciclo, se nos presenta otra vez la escena donde ella extrae la llave de su boca, pero esta vez, la llave se transforma en el cuchillo, el falo. Sus dudas causadas por su apetito sexual están todavía presentes e incluso con una mayor intensidad.