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Hoy, mientras estaba leyendo tirada en la cama, me distraje mirando las flores nuevas en la bignonia rosada que tengo de cerco, y a la que da la ventana de mi dormitorio. Me resultó imposible seguir leyendo, parecía hipnotizada por el ir y venir de las flores con el viento. Al final me levanté y me paseé por cada una de las ventanas de mi casa, mirando hacia afuera.
Me encanta mi casa, pero siempre me volqué más hacia su interior que el exterior, y sin embargo, el jardín parece haber ido creciendo a pesar de mis descuidos.
Mis ventanas lo demuestran, ¿no da gusto abrirlas?
EriSada