Revista Expatriados

Las verdades del barquero

Por Tiburciosamsa
Las verdades del barquero

Ha despertado mucho interés y ha causado mucho revuelo la publicación de “Hard Truths”, un libro de entrevistas en el que Lee Kuan Yew da sus opiniones sobre todo lo divino y lo humano. Lee Kuan Yew nunca se ha caracterizado por morderse la lengua y ahora que sabe que le quedan dos telediarios se explaya y aplica el españolísimo “para lo que me queda en el convento, me cago dentro.”

El libro contiene opiniones que dan que pensar y otras que irritan y algunas más que indignan. Y sin embargo, me ha encantado. Acostumbrado a los políticos españoles que siempre se la cogen con papel de fumar, salvo para insultarse, y que no quieren salirse de lo políticamente correcto, es como un chorro de aire fresco, leer a alguien que dice lo que realmente está pensando, caiga quien caiga.

Lee Kuan Yew se reconoce darwinista social. Piensa que los genes nos determinan en un 70 u 80%. Eso lo piensa mucha más gente y no pasa nada. La cuestión es que Lee Kuan Yew no teme llevar su razonamiento hasta su final lógico. Dado que los genes determinan en buena medida lo que somos, mejor que quienes tienen buen patrimonio genético se casen con otros que también lo tienen. Es un desperdicio que un doctor que viene de una estirpe de doctores se case con una campesina, que viene de una estirpe de campesinas. Lee Kuan Yew recuerda un dicho de Bernard Shaw: te casas con una mujer hermosa, pensando que tendréis hijos que serán tan guapos como ella y tan listos como tú. Ya tendrás suerte si salen tan “guapos” como tú y tan “listos” como ella.

Lee Kuan Yew en su juventud absorbió las ideas del laborismo inglés y todo aquello de que todos los hombres nacen iguales y las diferencias sociales son diferencias de oportunidad. Si Lee Kuan Yew fuera español, replicaría ahora: “Sí, ¡mis huevos!” Lo lejos que llega la gente socialmente depende ante todo de sus genes. El Estado debe favorecer que el hijo del taxista llegue todo lo lejos que pueda llegar, pero la barrera que le marcan sus genes seguirá estando allí. En palabras de Lee Kuan Yew: “Le digo a la gente francamente que Dios les ha hecho de esa manera. No soy Dios, no puedo remodelarte. Puedo darte clases extras, un mejor ambiente, pero los beneficios [que sacarás] no son tantos. Y sus pares con mejores motores también harán avances. Así pues la brecha nunca se cerrará.”

Con lo dicho anterior, no será ninguna sorpresa oírle decir a Lee Kuan Yew: “Suponte que un negro africano fuese a casarse con tu hija, ¿cuál sería tu reacción? ¿La animarías o le dirías a tu hija que mirase y se lo pensase otra vez? No tengo empacho en decirte que yo le diría “estás loca”. De hecho un doctor judío quiso casarse con mi hija, cuando estaba trabajando en el Massachusetts General Hospital. Así que mi mujer le dijo “¿estás segura de que durará con un judío americano? [Mi hija] se lo pensó y dijo, “Sí, es cierto. Durará unos pocos años y luego seguiremos nuestros caminos.” Contando que uno de sus nietos se casó con una doctora de China criada en EEUU, se reacción es más suave: “No hay infelicidad. Decimos, “Vale, no está mal.” Para empezar, ha encontrado una chica china…” Y ¿qué ocurriría si se tratase de una blanca? Parece, por el tenor de sus palabras, que también sería una mala elección, pero no rechinarían los dientes tanto como con el negro. “Suponte que hubiera traídoa casa una chica blanca. ¿Estás seguro de que quieres hacerlo? ¿Cuál sería mi reacción? Diría bien, piénsatelo con cuidado. Es una gran lucha. ¿Verdad? Quiero decir que es una reacción instintiva.” Por lo que se ve, que tu hijo se case con una blanca o con una judía americana da palpitaciones, pero se puede sobrevivir a eso. Lo del negro es otra historia.

¿Suena racista? ¡Desde luego! Pero en estos tiempos políticamente correctos prefiero a alguien que me reconozca honestamente que es racista que a uno que me venga con mucho buen rollito y a la hora de la verdad se achante. Como la historia de los padres que habían enseñado a su hijo en la tolerancia y el buen rollito y un buen día se les presentó con una novia que era negra como el carbón. Le hicieron la visita, rechinándoles los dientes. Una vez se hubo ido, el hijo preguntó a los padres: ¿qué os ha parecido? Los padres se miran. Es el momento de demostrar que creen en lo que han venido predicando durante 20 años. Por fin habla el padre: ¿Te has dado cuenta de que le huele el aliento? Moraleja: cuando alguien cuestiona el aliento de tu novia, es que hay algo que le incomoda y no se atreve a decírtelo.

Curiosamente no es este punto el que ha causado más escándalo en Singapur, sino lo que Lee Kuan Yew dice sobre los musulmanes. Lee Kuan Yew viene a decir que los musulmanes de ahora no son sus musulmanes, que se los han cambiado. Piensa que el cambio vino con la revolución iraní. Los musulmanes de antaño se mezclaban. Los de ahora se separan, se automarginan. Existe presión para que cumplan las reglas, para que muestren que son buenos musulmanes. La mezquita se ha convertido cada vez más en el centro en torno al cual gravitan sus vidas. A nivel social Lee Kuan Yew advierte que los musulmanes no se casan fuera de su comunidad, se pregunta si los hijos de un musulmán que se instala en Singapur tienen la misma capacidad de integrarse y convertirse en singapureños que los de un indio o un chino. Se pregunta también si la identidad musulmana no es más fuerte que la identidad nacional, si en caso de conflicto, los musulmanes no se sentirían antes musulmanes que singapureños. Como ejemplo de lo anterior, cuenta un encuentro que tuvo el Primer Ministro que le sucedió, Goh Chok Tong, con el Primer Ministro de Mauricio: “[El Primer Ministro de Mauricio] le preguntó: “¿Ha tenido algún cambio con sus musulmanes?” Chok Tong dijo: “¿Por qué lo pregunta?” Respondió: “Porque ahora mis musulmanes no se mezclan con tanta facilidad. Van a sus mezquitas, tienen actividades sociales y culturales separadas y se están volviendo diferentes de los otros mauricianos…””

Los responsables del cambio en el Islam han sido los estados árabes de Oriente Medio, sobre todo Arabia Saudí, que han utilizado su dinero para exportar su variante del Islam, que creen que es la única genuina. Hubo un pacto entre el fundador de la casa real saudí y los líderes religiosos wahabíes: vosotros me apoyáis y yo os financio. A la larga las cosas tendrán que cambiar, porque tendrán que educar a su pueblo. Y si no es la educación, será el dinero del petróleo el que se les terminará y les obligará al cambio.

Todo lo anterior causó tal furor en Singapur, que el propio Primer Ministro, Lee Hsien Loong, tuvo que saltar a la palestra y decirle a Lee Kuan Yew: “Papi, te has pasado.” Sí, son padre e hijo. Lee Hsien Loong puede desautorizar a su padre, pero su padre puede mandarle a la cama sin cenar. Así son las familias chinas.

En Singapur conviven todas las religiones y todas las etnias y el Gobierno pone un esfuerzo especial en que coexistan en armonía. Al final uno no sabe si la coexistencia se consigue por convicción o porque el tema religioso se ha convertido en un tabú del que sólo se habla con la máxima precaución. En el fondo lo mismo se nos podría aplicar a nosotros: ¿somos tolerantes y apoyamos el multiculturalismo porque estamos convencidos o porque es lo políticamente correcto y abogar por otra cosa es sacar los pies del tiesto?

No será ninguna sorpresa que Lee Kuan Yew considera la democracia marginalmente más deseable que una colonoscopia sin anestesia. Piensa que no todas las culturas están igualmente preparadas para la democracia. “Un hombre, un voto pone a las minorías en una posición cautiva,” es uno de sus argumentos. En cambio sí que cree que todas las culturas están preparadas para el libre mercado. Ser cautivo de los monopolios es menos grave.

Aun así reconoce una gran ventaja en la democracia y es que puedes cambiar a los gobiernos por medios no violentos. No sé si es tanta la ventaja cuando ese cambio consiste en sustituir Zapatero por Rajoy.

La raza, el Islam, la democracia, puestos a hablar a tumba abierta y a remover cosas, Lee Kuan yew no podía dejar de referirse a la homosexualidad. No la considera como un estilo de vida por el que se opta, sino como una cuestión genética. Irónicamente, aunque en Singapur la homosexualidad está penalizada, Lee Kuan Yew piensa que “hay suficiente evidencia de que algunas personas son de esa manera y simplemente hay que dejarlas estar.” Le preguntan que si piensa que los singapureños aceptarían a un parlamentario homosexual (recuerdo aquí que el inglés no tiene género gramatical, así que “gay MP” puede significar tanto parlamentario homosexual como parlamentaria lesbiana). Lee Kuan Yew responde: “… si ella hace su trabajo de parlamentaria, se preocupa por sus votantes, hace discursos sensatos, aporta, su vida privada es su vida privada…” Expresado así, parecería que Singapur está preparado para diputadas lesbianas, pero no para diputados homosexuales.

Otra cuestión distinta es si los homosexuales deberían poder adoptar. No lo ve en el caso de los varones, pero sí en el de las lesbianas, sobre todo si una de las dos se somete a inseminación artificial.

Provocador, deslenguado, inteligente, informado, casi casi como nuestros políticos. Hasta cuando discrepo de él, me gusta leerlo.


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