Revista En Femenino

Latifa

Por Expatxcojones

Latifa

Latifa, Tánger, 2015. expatriadaxcojones.blogspot.com


Nació hace treinta y cinco años en el Hospital Mohammed V de Tánger. Su padre trabajó para la compañía Iberia, era el encargado de poner y sacar las maletas de los aviones. Ahora está jubilado y cobra una pensión. Su madre es ama de casa. Tiene nueve hermanos. Cuatro viven en Francia, uno en España y los demás en la casa familiar, igual que ella.
Latifa estudió en un colegio de monjas, allí aprendió a hablar español. También le enseñaron a coser. Cuando acabó sus estudios su padre le consiguió un trabajo en España. Tenía veintidós años. Marchó a Madrid para cuidar a los hijos de una familia. Pero no aguantó. Echaba mucho de menos esto y acabó llamando a su padre. Le dijo que quería volver. No podía aguantar la soledad. Al cabo de un año regresó a casa.
Empezó a trabajar con un profesor español. Ocupándose de la limpieza. Con él estuvo seis años. Desde entonces sólo trabaja para extranjeros. Dice que las familias marroquíes les exigen demasiado y les pagan muy poco. —Mi padre me dice que si no encuentro un buen trabajo, es mejor que me quede en casa. Así ayudo a mi madre con las tareas—.
Le pregunto por qué no se ha casado. —Eso lo sabe Dios, no yo—. Insisto. Pero.. ¿te hubiera gustado? Se ríe. —Más o menos— me contesta. —Mis hermanos están casados y les va bien pero aquí te puede salir un hombre raro. Hay pocos hombres que sean buenos—. Y añade:
—Mi padre es muy bueno. Me gustaría encontrar un hombre como él. Nunca se enfada. Siempre está riendo—. Me cuenta que en su casa no le han buscado marido, como suele ser habitual en Marruecos. No la han obligado a casarse. Sus hermanos lo han hecho por amor, con quien ellos han elegido.
¿Por eso no llevas pañuelo? —No lo uso porque no me gusta. Y en mi casa nunca nos han obligado. Sólo tengo una hermana que, cuando ha sido mayor, ha decidido ponérselo.
Le pregunto qué significa para ella ser musulmana. Se encoje de hombros. Ríe y me dice que no lo sabe. Me explica que ella reza pero en casa y añade: —Las mezquitas las hicieron para los hombres.
¿Qué haces en tu tiempo libre? — Miro la televisión, coso o salgo a pasear con mi familia. Tánger es una ciudad muy bonita.
¿No quedas con amigas? —No tengo—. ¿Y las del colegio? —Están casadas. Sus maridos no las dejan.
Me cuenta que Marruecos es un país con muchas desigualdades, que siempre ha sido así. Pero donde la gente se ayuda mucho. —La familia, los vecinos,… siempre puedes contar con alguien que te eche una mano. Nunca estás solo.
Entonces me dice que hay gente que pide limosna porque no quiere trabajar o simplemente porque están acostumbrados a hacerlo. Me pone un ejemplo. Una viejecita de su barrio. Con casa propia. Cada día sale a la calle a mendigar. Le pregunto dónde y, efectivamente, sé quien es. Siempre la veo. Arrugada. Encorvada. Muy mayor. Se coloca en un cruce. Siempre el mismo. Y pide dinero a los conductores.
¿A quién vas a votar en las próximas elecciones? —A nadie—responde. —La última vez nos prometieron que pondrían luz en las calles de mi barrio. Ha pasado el tiempo y continuamos a oscuras. ¿Para qué voy a votar? No sirve para nada.
Me hubiera gustado que me contase más cosas pero por más que lo intento, le cuesta soltarse. Habla poco. Muy poco. Responde con monosílabos o directamente me dice que no sabe. Desisto. Le agradezco que me haya dedicado su tiempo y le deseo buena suerte. Espero que mañana, la entrevista me vaya mejor.

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