La educación es una de las cuestiones más importantes de una sociedad que pretende progresar, eso lo sabemos todos. ¿Todos? ¡No! Un pequeño grupo de irreductibles se resiste todavía a intentar contribuir a este propósito con acciones que hacen justo lo contrario. Me refiero, cómo no, al Gobierno de España.
Son de sobra conocidas muchas de las medidas perjudiciales para la educación libre y plural que este gobierno ha tomado en los últimos meses. Y la última (por ahora) afecta directamente a las Matemáticas, evidentemente para mal. Vamos a explicar un poco de qué va todo esto.
José Ignacio Wert, el amigo de los niñosEn estos días la Ley Orgánica para la Mejora de la Calidad Educativa (LOMCE) está en proceso de aprobación en el Senado. En estos días, por tanto, se decide uno de los temas más importantes para el desarrollo de este país: la estructura de la educación de sus adolescentes en los próximos años (aunque puede cambiar a corto plazo si hay cambios en el partido en el Gobierno, pero eso ya es otro tema). Aunque serían muchos los temas a debatir, comentar y/o criticar de esta ley, me gustaría centrarme en uno en concreto, que es la cuestión principal de este artículo: la situación de las matemáticas en la modalidad de Bachillerato de Ciencias Sociales.
Hasta ahora, según la ley de educación actual (la LOE), el Bachillerato se divide en tres modalidades: (1) Artes, (2) Ciencias y Tecnología y (3) Humanidades y Ciencias Sociales (BOE nº 106, jueves 4 de mayo de 2006, pág. 17172; página 15 de este pdf). Las asignaturas que componían cada uno de los dos cursos de Bachillerato aparecen en documentos posteriores y se establecen previa consulta con las Comunidades Autónomas. Aparte de las materias comunes, la estructura que quedó es la siguiente:
Para 1º de Bachillerato de Humanidades y Ciencias Sociales:
Materias de modalidad (el alumno debe elegir 3)
Economía
Griego I
Historia del mundo contemporáneo
Latín I
Matemáticas aplicadas a las ciencias sociales I
Para 1º de Bachillerato de Humanidades y Ciencias Sociales
Materias de modalidad (el alumno debe elegir 3)
Economía de la empresa
Geografía
Griego II
Historia del Arte
Latín II
Literatura universal
Matemáticas aplicadas a las ciencias sociales II
Después debían elegir una asignatura más por curso de entre un grupo de optativas (aquí puede verse la organización correspondiente a Castilla-La Mancha, aunque si no me equivoco es la misma para todo el país).
Si nos fijamos, por ejemplo, en 1º de Bachillerato, como cada alumno debe elegir 3 de esas 5 asignatura podría ocurrir que alguien que al acabar Bachillerato entrara en un grado de Económicas, Administración y Dirección de Empresas, Magisterio o Psicología (por poner algunos ejemplos) hubiera pasado esa etapa sin oler las matemáticas, simplemente no eligiéndolas ni en 1º ni en 2º. Cierto es que este caso se presenta con menos frecuencia que el contrario, pero podría ocurrir. Y como todo el mundo acertará a comprender, que esto ocurra lo que acaba produciendo habitualmente es una debacle académica del alumno (por no poder enfrentarse a los contenidos de matemáticas del propio grado por no tener base suficiente) o una deficiente preparación para su trabajo posterior en una materia fundamental como son las matemáticas.
Bien, pues llega la LOMCE y, ¡oh, milagro!, subsana este error. Y lo hace de una manera muy sencilla: separa Humanidades y Ciencias Sociales en dos Bachilleratos distintos, dejando Latín I y II como obligatorias en Humanidades y Matemáticas aplicadas a las ciencias sociales I y II como obligatorias en Ciencias Sociales (en primer y segundo curso respectivamente en ambos casos). Bueno, no está mal la idea, ya que quien entre en el Bachillerato de Ciencias Sociales habitualmente necesitará más las matemáticas que el latín (y al revés en Humanidades), pero además también podrá escoger latín si quiere como asignatura optativa (lo mismo con matemáticas en Humanidades). Podéis ver la Organización General del Bachillerato de la LOMCE en las páginas 28 a 35 del Proyecto de Ley del 17 de mayo de 2013. Vaya, algo arregla esta ley entonces, ¿no?
Pues a nuestros amigos del PP no se les ha ocurrido otra cosa que cargarse todo esto con enmiendas posteriores a esta ley. Parece ser que cuando el Proyecto de Ley pasó por el Congreso el grupo popular presentó unas enmiendas que han tenido como consecuencia la unificación de los dos bachilleratos en uno solo. Vamos, como estaba antes, ¿no? Pues no, ya que ahora se añade un pequeño detalle que antes no aparecía: se establece el Latín (I en primero y II en segundo) como asignatura obligatoria para todos los alumnos del Bachillerato de Humanidades y Ciencias Sociales (aparte de las comunes a todos los bachilleratos, sería la única obligatoria). Que alguien me lo explique, porque no lo entiendo: ¿Latín como asignatura obligatoria para todos los de Ciencias Sociales? ¿Y por encima de matemáticas?
Quizás esta queja parezca algo interesada (al fin y al cabo yo soy matemático, por lo que se podría pensar que tiro para lo mío en este caso), pero ni mucho menos. Creo que no se puede dudar de la importancia suprema que la Lengua y las Matemáticas tienen para el desarrollo del alumno, tanto en su vertiente puramente académica como en la del propio desarrollo como persona. Siendo así, ¿cómo puede ser que en esta unificación se establezca el Latín como única obligatoria de modalidad? Cierto que las Matemáticas se podrán elegir como optativa, pero también lo es que para quien vaya a dirigir sus estudios hacia algún grado relacionado con las Ciencias Sociales no tiene sentido estar obligado a cursar Latín tanto en primero como en segundo (al igual que, quizás, tampoco tendría demasiado sentido obligar a alumnos de Humanidades a cursar obligatoriamente Matemáticas relegando así al Latín a optativa).
Además, todo esto vuelve a abrir la puerta para que se produzcan situaciones como las que comentábamos al principio que podían pasar hasta ahora: que alguien pueda llegar a un grado de, por ejemplo, Administración y Dirección de Empresas (de la rama de Ciencias Sociales), que tiene matemáticas por todos los lados, sin haber cursado esa asignatura en los dos últimos años. Pero además ahora es quizás más probable que antes que esto pase, al menos bajo mi punto de vista. Antes, como comentaba en párrafos anteriores, el alumno elegía 3 asignaturas de 5. Si estamos hablando de alguien que quiera irse hacia algo de Ciencias Sociales (ADE, Económicas, Psicología…), lo normal es que descartara Latín y Griego (por poca afinidad), quedándose con Economía, Historia y Matemáticas. Pero ahora te obligan a coger Latín, por lo que habrá gente que descarte Matemáticas por tener mayor dificultad que las demás que puede elegir. Sí, es cierto que en los centros se les puede aconsejar en estos casos, pero al final todos sabemos lo que pasa, o lo que puede llegar a pasar.
¿Tan difícil era la solución? No sé, se me ocurre que se podía haber dejado como estaba al principio en la LOMCE, con las modalidades de Humanidades y Ciencias Sociales separadas y cada una de ellas con su asignatura obligatoria (Latín y Matemáticas respectivamente). O si había que unificar obligatoriamente se podría haber dejado la posibilidad de elegir una de ellas como obligatoria en vez de imponer una de ellas (el Latín en este caso). Así cada uno puede elegir la que más le convenga en función de lo que quiere estudiar después. Y eso mismo es lo que han pedido varias asociaciones y sociedades matemáticas españolas en este comunicado conjunto que, al menos yo, espero que sea tenido en cuenta. Por ello también se ha abierto esta petición en Change.org en la que se pide lo mismo.
Bueno, alguno pensará que no pasa nada, que en el Senado se puede arreglar el tema. Pues la cosa es que el PP no presentó ninguna otra enmienda que enmendara las presentadas anteriormente, por lo que la cosa no ha cambiado por ahora. Queda la opción de que sean otros grupos los que presenten esas enmiendas, pero al parecer la cosa está muy parada. El próximo miércoles 20 de noviembre tendrá lugar la votación final, y hace falta hacer ver a la comunidad política que deben intentar solucionar este problema que ha surgido por este movimiento de última hora. Esperemos que sepan rectificar a tiempo.
Evidentemente no soy el único que se ha hecho eco de esta noticia. Aquí os dejo algunos enlaces a artículos publicados durante los últimos días sobre este tema:
Divide et vinces, de Clara Grima en eldiario.es.
Científicos y economistas se movilizan contra la ‘Ley Wert’ en elmundo.es.
De reformas educativas y esas cosas en “Matemáticas Divertidas”.
Matemáticas en eldiario.es.
La Ley Wert permitirá realizar Económicas sin haber cursado matemáticas en el Bachillerato en “Entre corchetes”.
Y hay muchos más. La sociedad en general os estará muy agradecida si nos ayudáis a difundir esta situación, ya que ésa es la única forma de poder ponerle remedio a la misma antes de que sea tarde. Como siempre, muchas gracias.
Quiero agradecer especialmente a Raquel Mallavibarrena, presidenta de la Comisión de Educación del Comité Español de Matemáticas (CEMAT) y a José Enrique Machuca (@yodigono), profesor de matemáticas de instituto, la información y la ayuda que me han prestado para la confección de este artículo.
Hace años tuve que escoger mis optativas en el instituto: iba a empezar segundo de bachillerato en la rama de Ciencias de la Salud, y tenía claro que mi objetivo era la Biología, o quizás aquello tan nuevo de las Ciencias Ambientales. Las posibilidades eran o bien optar asignaturas como gimnasia o informática (digamos que poco relacionadas con mi probable futuro académico), o bien física y matemáticas. Fui el único de mi grupo que se cogió como optativas los dos huesos (en un acto que mis amigos calificaron de suicida), lo que obligó al centro a ponerme en dos clases distintas a la vez: mi horario era un sambori constante, y –qué raro- no pudieron ofrecerme las clases en valenciano.
Pero lo preocupante no fueron mis penurias y frustraciones debidas a los exámenes; lo grave fue que mis compañeros cursaron una rama de ciencias sin matemáticas ni física en el instituto. Al llegar a primero de Ciencias Ambientales, descubrí que el patrón se repetía, y muy pocos estudiantes venían con conocimientos frescos de matemáticas y física. Como era previsible, el bofetón fue descomunal: los que no habían dado matemáticas fueron perdidos durante todo el curso, y arrastraron el déficit a lo largo de toda la carrera, en todas y cada una de las asignaturas que necesitaban una base matemática. Yo también las pasé canutas, y fue justamente por eso –porque sabía que no era bueno en matemáticas- por lo que me amargué el último año en el instituto y bajé mi nota media. A cambio, eliminaría el peligro de un año en blanco: desperezar el cerebro no parecía una tarea fácil. Y, a la vista de la experiencia de mis compañeros de clase, no lo fue.
Ahora Wert, quien parece que intenta superarse día tras día mientras trata de hundir aún más su valoración ciudadana, abre la posibilidad de que un estudiante pueda llegar hasta Economía (por poner un ejemplo) sin haber visto nada de matemáticas los dos años previos. No sé si son ustedes conscientes de la salvajada que significa eso: la economía son modelos matemáticos, números, gráficas, modelizaciones complejas, estadística. Medio mundo cachondeándose del error del Excel de Rogoff y Reinhart y aquí hacemos todo lo posible por repetirlo.
Pero el asunto no tiene trascendencia sólo porque precipitará la llegada de miles de estudiantes sin la formación necesaria a la Universidad. La decisión de Wert, el ministro anumérico, va mucho más allá: privará, de hacerse realidad, a una generación de una de las herramientas más poderosas para entender el mundo. Cuando el siempre repulsivo Salvador Sostres publicó una columna ignominiosa alentando al desprecio de las matemáticas, retrató una cosmovisión analfabeta y simplona. Fue rebatida de mil formas distintas, desde la exhibición del amor que muchos divulgadores profesan a las matemáticas –bellas y fascinantes-, hasta mediante una visión utilitarista y fría, pero igual de eficaz para justificar su necesidad.
A mí, personalmente, Sostres me produce ya una indiferencia color de vómito, una apatía marrón de la que no creo que lo rescate nunca. El problema -y ahí no hay lugar para la indolencia- es que quien se proclama como cruzado de los analfaciencios en España no es un triste columnista de segunda: es el ministro de Educación del Gobierno.
Houston, tenemos un problema. O quizás no, porque sin matemáticas, olvídense de viajes espaciales. Y, por supuesto, de todo lo demás.
http://www.eldiario.es/cv/opinion/Matematicas_6_196040430.html