Revista Cine

‘Le Week-End’: mucho más que París.

Publicado el 08 noviembre 2013 por Maresssss @cineyear
in opinamos / by Sergio A. T. / on November 8, 2013 at 2:42 pm /

Aún agitado por la carrera matutina que no estaba en la agenda rumbo a la sala de cine (ya saben de los atascos en Madrid cuando llueve un poco), se apagan las luces cuando me estoy quitando el abrigo y tratando de recuperar el aliento. Me siento y agradezco la invención de la butaca en la que puedo relajarme para ver la película. ¿Cuál era? Ah sí, ‘Le Week-End’: ni idea.

Un matrimonio pseudo-crepuscular viaja de Birmingham a París un fin de semana. Ya saben un hombre y una mujer que pasan de los sesenta años y tratan de huir de la rutina. Al menos eso pensé yo en los primeros minutos de la cinta, en los que uno se siente agradado por lo que ve al reconocer la historia tantas veces contadas en tantas películas distintas. Pero no, avanzan los minutos y la historia va adquiriendo un color que probablemente no muchos esperaban.

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Y es por eso que ‘Le Week-End’ va más allá de conformarse en los típicos chistes, en la típica historia de un matrimonio adulto tratando de dar un sentido a sus vidas; esto también lo tiene claro, pero de pronto aparecen factores como la nostalgia de la juventud tratada desde la visión de la rutina en la que se cae con los años, y es en ese punto en el que  el director Roger Michell empieza a exprimir todo el jugo de la cinta.

El trabajo de la pareja protagonista Jim Broadbent (premiado en San Sebastián por este papel) y Lindsay Duncan es admirable no sólo por las grandes interpretaciones, sino que además éstas se apoyan en un guión muy bien escrito donde la riqueza de sus personajes se mantiene en un estado de constante crecimiento hasta el final de la película. Además, la aparición de Jeff Goldblum como nota que se cruza el desarrollo de la historia hace que la película adquiera un tono grandioso en su última parte.

París ya no es el que fue para ellos mientras sonríen con nostalgia mirando a la pantalla de plasma que muestra en calidad digital el baile de ‘Bande à part’; las letras de Bob Dylan adquieren todo el sentido cuarenta años después de que las escucharan por primera vez, y “Pink Moon” les recuerda que el tiempo no es infinito. La búsqueda de esa escapatoria en el amor cómplice hará las delicias de todos los que decidan ver esta película, y hasta aquí puedo leer.

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