Uno de los grandes problemas que afrontan los países en desarrollo es la fuga de cerebros. En un interesante artículo que acaba de publicarse en la Nature Middle East, Mohamed Sayegh y Kamal Badr, investigadores de la Facultad de Medicina de la Universidad Americana de Beirut (Líbano), ofrecen un modelo para revertir con éxito el proceso del que también pueden extraerse algunas ideas para España.
Kamal Badr (izda) y Mohamed Sayegh (derecha).© AUBMC
El 28% de los médicos que trabajan en Estados Unidos, Reino Unido, Canadá y Australia, se han graduado en facultades de Medicina de países en vías de desarrollo. En el caso de Líbano, el 40% de sus médicos de los últimos 25 años trabajan en los Estados Unidos.
La fuga de cerebros (brain drain), es uno de los grandes debilidades de los sistemas de ciencia y tecnología de los países emergentes. Mohamed Sayegh, Vicepresidente de Asuntos Médicos, y Kamal Badr, Decano, ambos de la Facultad de Medicina de la Universidad Americana de Beirut (Líbano), abordan el problema en su artículo Reversing the brain drain: a Lebanese model, publicado el 4 de octubre en la revista científica Nature.
En este texto, ambos doctores da recetas, muy simples y de sentido común, para poder revertir este fenómeno.
- Analizar las características demográficas y profesionales de los médicos y científicos de Líbano que trabajan en Occidente. El primer paso es hacer un levantamiento de la situación, lo que puede llevar un tiempo, pero es fundamental para poder afrontar el problema.
- Saber si estarían dispuestos a volver a su país natal. Por supuesto, preguntando también cuáles serían sus necesidades en caso afirmativo.
- Construir y expandir las infraestructuras locales de educación, investigación y práctica clínica en el país. De esta manera, los graduados locales pueden seguir sus estudios en esos centros.
- Crear redes académicas y clínicas de colaboración con centros de la región.
- Crear y mantener los lazos con los centros médicos y universidades europeas y norteamericanas. Esto permite que los graduados locales puedan continuar su formación en esos centros, y además mantener un alto nivel de la práctica y la investigación.
Apuesta acertada
Los resultados están siendo espectaculares: en los últimos tres años (desde 2009), han regresado 80 médicos y científicos a Líbano (importante, mitad y mitad de las religiones dominantes, musulmanes y cristianos).
Esto ha requerido una inversión específica de fundaciones privadas, filántropos y ayudas gubernamentales y de organizaciones internacionales en este sentido.
Afortunadamente, la situación en España no es la de Líbano, aunque no vamos por un buen camino. A causa de la crisis económica, en los últimos años muchos jóvenes investigadores –muchos más de los que quisiéramos- están buscando mejores condiciones en otros países. El problema no es que se vayan, sino que el flujo de entrada no puede compensar el de salida, porque hay muy pocas ofertas para contratar investigadores.
Por ello, de esta reflexión correspondiente al Líbano también se pueden extraer lecciones pertinentes para nuestro país.
Aplicando la receta en España
Lo primero que debemos preguntarnos, según Sayegh y Badr es: ¿existe un registro completo de los científicos españoles que trabajan en el extranjero y que se hayan formado en España? Si no es así, pongámonos a la tarea.
Después deberíamos preguntarles si estarían dispuestos a volver a España y en qué condiciones. Obviamente, la primera condición que muchos requerirán es la oferta de un puesto de trabajo con un salario competitivo.
En este sentido, Hacienda y Administraciones Públicas tienen un trabajo pendiente de arbitrar instrumentos de contratación competitivos, y eliminar los calvarios a los que nos someten a los investigadores para poder contratar con nuestros proyectos.
Por ejemplo, ¿cómo vamos a atraer a un investigador con un ERC Grant?, ¿sólo con el sol y la comida española? Pero además se necesitan buenas infraestructuras, que, por suerte sí tenemos. Eso sí, construidas por el Estado y CCAA sin mucha coordinación en muchos casos, y a veces sin saber si serían o no sostenibles.
Lazos en dos sentidos
Los puntos 4 y 5 –crear redes nacionales y relaciones con Europa y EE UU- son más sencillos, y ya existen esas infraestructuras, sobre todo a través de las redes europeas. Sin embargo, las redes temáticas nacionales no han sido explotadas en todo su potencial, y de otras más ambiciosas como las generadas para el Programa Consolider todavía no se conoce si han tenido consecuencias positivas.
La creación de estos lazos, por otro lado, también abre una última cuestión: queremos que vengan científicos extranjeros.
¿Qué instrumentos tenemos para atraer científicos? El Programa Ramón y Cajal ha funcionado muy bien y por tanto debe continuar, pero debe ser un auténtico tenure track.
Por otro lado, hay otros programas regionales para científicos sénior como ICREA o Ikerbasque. Pero, ¿cuál es la coordinación con el Plan Nacional y los intereses generales de I+D+i? Es imprescindible un replanteamiento global de los instrumentos para atraer científicos de valía. Si no lo hacemos así, si no coordinamos las políticas regionales de I+D+i con la nacional, tanto en recursos humanos como económicos, las consecuencias de esta crisis económica van a ser terribles para la ciencia española.
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Manuel de León (CSIC, Real Academia de Ciencias) es Director del Instituto de Ciencias Matemáticas (ICMAT), Miembro del Comité Ejecutivo de IMU y Miembro del Core Group de PESC (ESF)
Referencia
“Reversing the brain drain: a Lebanese model”, Mohamed Sayegh y Kamal Badr. Nature Middle East.
