Los ácidos grasos omega-3 son precursores en el organismo de los llamados eicosanoides, sustancias sintetizadas por las células que son activas a bajas concentraciones.
Los omega-3 son precursores de dos eicosanoides, el Tromboxano A3 y la Prostaciclina PG13, ambos tienen relación con la fluidez de la sangre y con el comportamiento de algunas de sus células.
En concreto, a estos ácidos grasos se les relaciona con una disminución de las incidencias de infarto de miocardio, a través de su capacidad de disminuir la agregación plaquetaria (disminuyen los trombos, y de bajar los niveles de colesterol y triglicéridos en la sangre.
Tres científicos daneses, Dyeberg, Bang y Hjorne, realizaron un estudio con esquimales, en el cual comprobaron que los esquimales emigrados a Dinamarca, y por tanto con una alimentación similar a la de los daneses, tenían una incidencia de enfermedades cardiovasculares mucho mayor que la de los esquimales que habían seguido en Groenlandia.
Una de las posibles explicaciones a este hallazgo, era que la dieta de los esquimales groenlandeses seguía siendo rica en dos ácidos grasos omega-3, el ácido Eicosapentanoico (EPA) y el ácido docosohexanoico ( DHA), que se encuentran en la grasa del pescado, las focas y las ballenas consumidas por estos grupos.
También hay trabajos que muestran una gran importancia del omega-3 en el desarrollo fetal e infantil, especialmente en lo que al sistema nervioso se refiere. Así, estos ácidos grasos son necesarios en la alimentación del lactante. De hecho, la leche materna es una fuente importante de omega-3, pero podría haber problemas en niños alimentados con leches artificiales, por lo que ya hay en el mercado leches enriquecidas con éstos.
Por el mismo motivo, es lógico suponer que la mujer embarazada o que da el pecho necesite más Omega-3 en su alimentación.
No hay un claro consenso científico respecto a las cantidades necesarias de estos ácidos grasos, pero la mayor parte de las recomendaciones oscilan entre 1 gramo y 1,25 gramos de omega-3 diarios, sumando la cantidad de EPA y de DHA.
Esto equivale a unos 750 a 1.000 gramos de pescado semanales, según la especie.