Revista Cultura y Ocio

Leiva delicioso en un jardín de contexto doloso

Por David Gallardo @mercadeopop

Leiva delicioso en un jardín de contexto doloso

El contenido es importante. El continente conviene que sea resplandeciente. Y el contexto es lo que nos diferencia de los animales. No es lo mismo tomarse un vino blanco solo en un semisótano interior que mirando al mar con alguien. Es como otra galaxia. Toda la vida cambia por el contexto, imagina un único concierto que es, en primerísima instancia, un acto comunicativo. Hay un mensaje. Y el significado de un mensaje no depende solo de su estructura gramatical, sintáctica o léxica, sino también del contexto que acompaña a un enunciado, que afecta a su interpretación y, ahora sí en última instancia, a su recepción.

El Jardín de las Delicias no deja entrar a menores de 18 años. Algo que, en su día, me molestó (mucho) ligeramente porque me gusta ir con mis niños a todas partes, especialmente a conciertos y festivales. Y son fans de , pero nunca atiendo a las señales (que pusieran a los barceloneses como últimos del cartel a la 1:30 ya era una alarma en toda regla). En cualquier caso, después de pasar por allí, lo comprendo en parte porque no es que sea un lugar apto para todos los públicos. La cayetanada popular borracha es una cosa pornográfica y un tanto impertinente si no eres, efectiva y concretamente, uno de los que se sienten apelados por todos los amigos de Carolina Durante. El contexto, cóncavo o convexo.

El festival, en sí, fenomenal. Caro como ninguno, sin cervezas de litro y con las de 'medio' a 7,50 pavos (santo dios). Nada sorprendente (dios santo) viendo la concurrencia, realmente. Pero superemos todo eso, venga. En su tercera edición, pandemia mediante, pasa a ser de dos días y mete a 20.000 personas a tope de power. Eso sí, pasa otra cosa: ponen a Leiva a tocar después de Taburete. Variopinta combinación cuanto menos. No ya el contexto, sino el orden de los factores esta vez, complicándonos las cosas a los que nos empeñamos en complicarnos la vida por alzarnos sobre dos pies.

Leiva. En un nivel claramente superior, evidentemente. Pero cuanta tontería. Con una Leiband musculosa y un carisma que está ahí, no te lo tengo que contar si estuviste. No hay nada igual en el rock grande en español. , vale, pero ya está en un plan intratable mientras se empeñan en su estúpida gira de verbenas por la Comunidad de Madrid. Los de Leiva suenan como un tiro y tienen un repertorio que supera el contexto para encontrar su propio significado. El festival suena fenomenal.

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'Terriblemente cruel' y 'Lluvia en los zapatos'. Luego nos acordamos de lo que seguramente sin darnos cuenta nos gustaba y lo viejos que somos ahora, pero seguimos siendo 'Animales' a los que con un plástico les vale. 'Guerra mundial'. 'Breaking bad'. 'Sincericidio'. Sinceramente, habrá plazas mejores para mí y Leiva. Más allá de eso, es un trueno en lo suyo, lo cual es ideal, porque en este momento cada cual es trueno en lo suyo, ya madrugada entrante en Madrit. Y así está, en realidad, bien porque, así es como, joder, tiene que ser.

'La llamada'. 'No te preocupes por mí'. Leiva es un letrista excelente. Un compositor conocedor de ciertos resortes que parecen evidentes pero la verdad de la canción esconde: él te los enseña. Los lleva explorando desde aquellos años de jóvenes airados que intentamos seguir siendo y somos, por eso nos aprieta las costillas de viejos flacos 'Como lo tienes tú'. Y miramos a la impenetrable noche de la Complutense buscando la 'Estrella polar'. Y espero que todos tengamos a nuestra propia ' Lady Madrid ': yo la tengo.

De la misma manera que no se pudo llegar antes hay que irse igualmente antes. Al cochino trote Moncloa arriba para estrellarnos contra el arco del triunfo. Si lleváramos la velocidad necesaria sería épico, pero como el caminar es una pesada letanía, la intención termina siendo un golpecito ridículo, rotura de tobillo y mucho dolor a lo Peter Griffin tirado por el suelo.

Os agradezco hacerme sentir como, no sé, David Attenborough. Como periodista de que soy, me quedo con ganas de profundizar en algún par de gilipolleces pero, at the end of the day, solo intento sacaros una sonrisa. Ofendiendo lo justo y remarcando que cada cual es libre de escoger el lado bueno o malo de la historia. Yo os miro desde el atalaya de Leiva mientras os contemplo escuchando 'Fuera de lugar' de . Evidentemente, el lado bueno.

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