Leiva anunció hace un par de días 'Mi pequeño Chernóbil' como una canción para "estos días raros" pero no, no es una más sobre confinamientos, ni balcones, ni nada de eso. No es una nueva versión del dichoso 'Resistiré' del averno.
Resulta que es una sonrisa a su propio pasado en primerísima persona, en la que empieza admitiendo que "soñabaa con dar un bocado al mundo, quitarme el escudo y alumbrar la vida de alguien, mojarme los labios con el éxito inmaduro, pasarme de largo hasta sentirme culplable".
Un medio tiempo de guitarras ligeramente aceleradas sobre el éxito, sobre el veneno que te lleva a dedicarte a esto de la música, con un tono nostálgico al mirar atrás y más luminoso con el presente y lo que vendrá.
Y resulta que en la letra menciona a Rubén, si viejo compañero con quien todo aquello consiguió con Pereza. La banda que compartieron hasta que se despidieron en 2012 con un concierto en el que la liaron parda en Vistalegre eque yo cubrí para Rolling Stone.
"Durmiendo con Rubén en las pensiones más inmundas, rebañamos los manjares de la euforia y las burbujas. Solo es humo y nada más, se parece tanto al veneno de medusa que roza y quema en un instante fugaz", canta.
Y resulta también que en el videoclip se acentúa el tono autobiográfico con el reencuentro con Rubén, con quien comparte planos por primera vez en casi una década de manera inesperada.
De manera que quizás sí que resulta que 'Mi pequeño Chernóbil' es una canción para "estos días raros" en los que todos intentamos mirar atrás sin ira, poner luz al presente y tememos al futuro. Porque, efectivamente, "¿qué vendrá después de los años muertos?"