Los perezosos tienen el metabolismo más lento que los demás animales, y eso los hace moverse despacio, comer despacio y vivir despacio. Pasan gran parte de su vida colgados cabeza abajo en el mismo árbol y llegan a dormir hasta diecinueve horas por día; cuando no están durmiendo, comen hojas y brotes y se mueven tan lentamente que casi parece que estuvieran quietos. Su lentitud les permite pasar inadvertidos a los depredadores -o sea, son lentos, pero seguros- y vivir en una relación casi simbiótica con su entorno. Fuera de las copas de los árboles son torpes, aunque nadan sorprendentemente bien.
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Lo que nosotros tomamos por ‘pereza’ es en realidad una forma más apacible de vivir.
Definitivamente, son criaturas maravillosas; adaptadas, pacíficas, felices... lo que explicaría por qué, en todas las fotos de perezosos que he visto, parece que estuvieran sonriendo.
Me siento totalmente identificada con estos animalitos: me muevo lentamente y soy bastante torpe, aunque las cosas me suelen salir bien al final. No me gusta nada alejarme mucho de mi casa, y a veces ando tan a contramano que parece que colgara cabeza abajo; a pesar de tener muy mal genio, soy tranquila y evito las confrontaciones, pero sobre todo, ¡me encanta dormir!
En realidad no soy perezosa; simplemente tengo una forma más apacible de vivir...
(En un aparte, el coito entre perezosos puede llegar a durar hasta unas veinte horas, ¡porque suelen quedarse dormidos en medio del acto sexual! En eso sí que no me siento identificada, gracias a dios... me gusta dormir, pero hay momentos y momentos.)
EriSada