Revista Cultura y Ocio

Letizia... ¿Reina?

Por Revistaletralibre
Letizia... ¿Reina?

Letizia... ¿Reina?

© Pedro Jaén
(@profesorjaen)

Conste que si no he vuelto a escribir nada desde hace un tiempo ha sido por el hastío y hartazgo (valga la redundancia) que me provoca la actualidad tanto política como social en que vivimos, plagada de mentiras institucionalizadas y en la que uno termina cambiando de canal en cuanto empiezan los informativos...
Lo que me trae en este caso a enfrentarme al folio en blanco es el asunto de Letizia con su suegra Sofía. Aunque, más bien, ése ha sido el punto de partida. Me explico: que la Reina Letizia haya actuado muy torpemente dejando en evidencia unas malas formas y peor relación con su suegra -que la supera en clase de aquí a Pequín-, no hace más que consolidar la imagen que ya muchos teníamos de la consorte de Felipe.
La cuestión es que precisamente por su carácter plebeyo y maleducado con respecto a su esposo (hijo de reyes y al que en el primer día de presentación mandó callar), siempre ha caído bien a la progresía y artisteo de nuestro “país” (no digo España, para no ofender). Es decir: gustaba a aquéllos que no están a favor de la institución monárquica. Y era la “mejor reina” porque -según ellos- modernizaría la Corona.
Precisamente ahí veo el error de Casa Real: tratar de gustar a los que nunca estarán de su parte no lleva más que a la constante plebeyización de una institución que si por algo gusta a los que la defienden es por ser tradicional y permanente. Si sigue con esa dinámica, dejará de gustar a unos y otros, como puede ocurrir con la Iglesia, si trata de complacer a aquéllos que, como mucho, se bautizaron un día y la pisan únicamente cuando van a alguna boda o ceremonia eventual.
La propia ceremonia de coronación de Felipe VI se hizo sin pompa ni grandes galas, no fuera que se ofendiera, y todo así. Cuando de verdad ha tomado fuerza y determinación el papel del Rey ha sido cuando ha actuado con firmeza y sin complejos, gustando a fieles y atemorizando a adversarios.
Probablemente tras leer estas cosas que servidor escribe, usted podrá pensar: ¿Y por qué no puede hablar uno de lo que le dé la gana? ¿Quién es usted para autorizar un tema de conversación?
Y mi respuesta sería clara: por supuesto que hay libertad en España para hablar de lo que sea -afortunadamente, no como en países asolados por el comunismo-. La cuestión es hacerlo con conocimiento de causa y desde el respeto. Sin mentiras ni intentos de manipulación de masas.
¿A usted no le gustan los toros? No vaya. ¿No cree en Dios ni le gusta la Iglesia? No vaya. ¿Es republicano? Emplee cauces legales para cambiar lo que crea oportuno, si es que cuenta con una mayoría... Pero no infecte mentes incultas con propaganda y medias verdades.
'La Verdad os hará libres', dice la conocida frase de Jesús. Lo cierto es que con tanta sobreinformación, lo que hay que hacer es (in)formarse bien para desenterrar una sola verdad entre tantas mentiras y debates teledirigidos.
Y por favor, por encima de todo, que predomine la libertad individual, que ha sido siempre el verdadero motor de progreso de las sociedades libres de Occidente.

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