martes, 29 de marzo de 2016
La noche de los muertos vivientes. John Russo
"Piensa en toda esa gente que ha vivido y ha muerto y que nunca volverá a ver los árboles, la hierba y el sol.
Todo parece tan breve, tan... carente de valor... ¿No es cierto? Vivir un tiempo y después morir... Todo queda reducido a tan poca cosa...
Y pese a todo, en cierto modo resulta fácil envidiar a los muertos.
Ellos están más allá de la vida y más allá de la muerte.
Tienen suerte de estar muertos, de haber pasado la muerte y no tener que vivir más. De estar bajo tierra, despreocupados..., despreocupados del dolor, del temor a morir.
Ya no tienen que vivir más. Ni tienen que morir más. Ni sentir dolor. Ni hacer nada. Ni preguntarse qué más hacer. Ni preguntarse cómo será tener que pasar el trance de la muerte."
Ahora que todo el mundo sale corriendo a ver The Walking Deadpensando que ha hecho un gran descubrimiento, ahora que todos hemos caído presas de esa fiebre Z que lleva una temporada asolando librerías, ahora. Ahora es el momento de acercarnos al origen. Hoy traigo a mi estantería virtual, La noche de los muertos vivientes.
Conocemos a Johnny al anochecer. Tras tres horas de camino, y dos perdidos, ha conseguido llegar junto a su hermana Barbara al cementerio en el que se encuentra la tumba de su padre. Van a llevar una corona que simboliza que su madre enferma aún le recuerda. Lo que no esperan ninguno de los dos es que ese será el comienzo de una pesadilla. Una figura sale de alguna parte entre las tumbas y se abalanza sobre Johnny, que pierde la vida ante los ojos de una aterrorizada Barbara que lo único que puede hacer es salir corriendo. En su huida entra en una casa mientras el atacante de su hermano la persigue. En esa casa se encontrará en un primer momento con Ben, que la ayudará en su defensa de esa especie de monstruos mientras intenta obtener noticias de otros lugares en los que se están produciendo ataques similares. Comienza una noche larga y terrorífica. Ben y Barbara no están solos. Y no toda su compañía es... cordial.
La noche de los muertos vivientes fue un verdadero fenómeno cinematográfico cuando se estrenó en el año 1968. En el año 1974 uno de sus guionistas, John Russo, se encargaba de la novelización que hoy edita Hermida acompañada del prólogo que hiciera George A. Romero, director del film, analizando el fenómeno cinematográfico y salpicando de datos sus páginas. A partir de ahí, todo es novela.
Lo primero que llama la atención de la novela, son las líneas de presentación con las que he comenzado esta entrada. No sé qué me esperaba, pero, desde luego, no algo tan hermoso. Sin embargo y tras estas reflexiones pronto comienza la acción que conocemos, o no, por la película.
Una noche de pesadilla en la que un grupo muy reducido de personas luchan por sobrevivir sin saber si por llegar vivos al amanecer van a tener garantía alguna de salir adelante. Pero la historia aprovecha la noche porque, sin necesidad de decirlo, el lector sabe que las noches son largas y silenciosas. Todo lo que sucede en mitad de la noche, lo que se piensa, lo que se escucha... adquiere una dimensión mucho más potente. Y es en esa noche en la que, con precisión quirúrgica posiblemente provocada por su trabajo como guionista, Russo nos introduce en la historia. Lo hace además de forma aséptica, sin anclarse en lo sentimental, en las crisis que sufre este grupo reducido por estar desesperado y tampoco en lo sanguinario llenándola de detalles escabrosos. Russo sabe que no hace falta. Ya cuando la escribió, una gran parte de la población ponía rostro y sonido a esos seres. Hoy más aún. Así que no necesita extenderse para que sintamos la angustia y la desesperación de estos chicos, de una familia que incluye a una hija herida, de una pareja joven... Nos resulta fácil entender su posición, su necesidad de saber qué sucede y si hay esperanza. Su necesidad de sobrevivir y sus motivos para hacerlo. Cada uno el suyo. Y esos si nos los deja ver Russo, aumentando la tensión entre texto y lector. Además nos abre una segunda línea, la del rescate, el grupo que se dirige para buscar supervivientes y que no sabemos si llegará. Más tensión para una novela cuya atmósfera se puede cortar dentro y fuera del libro.
La noche de los muertos vivientes no llega a las doscientas páginas pero consigue una atmósfera envolvente. Su autor nos deja una historia desnuda, desprovista de cualquier adorno supérfluo, y eso hace que haya resistido el paso del tiempo sin perder su esencia, sin que el lector perciba apenas (salvo porque no hablan de cobertura de móviles) los años transcurridos desde que se escribió. No sólo eso, sino que da una muestra perfecta de cómo el origen muchas veces no ha sido mejorado en otras historias que bebieron de ella. Sólo por eso merecería la pena leerla. O por ser un clásico del género. O por la historia en sí que nos relata... En realidad, me sobran los motivos para recomendar su lectura. Aunque no seáis aficionados al género. Es un buen comienzo.
Por cierto que ayer olvidé preguntaros, ¿qué libro tenéis entre manos?
Gracias