En Naves, muy cerca de Llanes, se encuentra el Llagar Sidrería Cabañón. Un lagar donde venden la que, ellos dicen, es una de las mejores sidras del Oriente Asturiano (te la puedes llevar al por menor) y una de las sidrerías más genuinas de todo Asturias. Situada en un caserón, nada más entrar te sorprenderá su patio y la decoración, típica astur, con barriles, prensas y un patio cubierto para esos escasos días que llueve por allí 😂. Además del salón del patio hay un pequeño comedor a la izquierda y otro, más grande, a la derecha. Este es el más bonito, rodeado de grandes barriles y presidido por una plancha donde Jacinto Vela, dueño y cocinero, maneja la parrilla y saca y muestra chuletones a los clientes.
Si el sitio es como un museo astur la carta es una representación de los platos más conocidos de la gastronomía asturiana. No faltan platos como la fabada, el pitu caleya (pollos autóctonos criados en libertad y sin piensos), el chorizo a la sidra o el cachopo. De pescados, las rabas, los chipirones o los fritos de pixin (rape) y de parrilla el chorizo criollo y las costillas. Además de las carnes donde la estrella es el chuletón de buey.
Como íbamos unos cuantos, cinco adultos y dos niños, pudimos pedir varias platos:
- Borono: una especie de morcilla con los mismos ingredientes (sangre, cebolla y especias) pero que en vez de embutirse se amasa con harinas y se pone un poco de manteca. No es fácil de encontrar pero es típico de algunas zonas de Asturias, Palencia y León y se come en rodajas muy fritas. Si te gusta la morcilla este plato te encantará ya que es mucho más suave y crujiente.
- Chorizo a la sidra: para abrir boca, un clásico que nunca falla
- Chorizo criollo: un chorizo originario de américa y que surgió como una evolución del chorizo español que no se curaba y que se preparaba a la parrilla. A nosotros nos encanta y este estaba francamente bueno, venía con patatas fritas muy ricas.
- Costillas: uno de los mejores costillares que me he comido en mi vida. De piezas grandes y con mucha carne y bien de grasa.
- Chipirones en su tinta. Servidos con arroz, no estaban nada malos. Pero, claro, no son calamares que son los reyes de este plato. Con chipirones no es tan resultón.
- Cachopo: el plato asturiano más conocido después de la fabada. Este venía con una carne bastante decente, un queso suave y un empanado perfecto. El tamaño, generoso, no se si los puristas dirán que no es para tanto.... unos 30 por 30 centímetros.
El único fallo fueron los postres, todos muy normalitos. Un arroz con leche muy insulso o una tarta de nuez, de estilo flan, que no estaba mal. El helado, de Revuelta, un fabricante con mucha fama en el concejo pero que en realidad no es para tanto. Quizá lo más bueno fue la tarta de queso, que también era tipo flan pero tenía muy buen sabor y los cafés.
A destacar la sidra, con un buen toque de acidez y bastante fría. El servicio es típico asturiano, amable y cordial, incluso nos indicaron de quitar un plato, una ensalada que pedimos, diciendo que íbamos bien servidos y que el cachopo ya traía un poco de ensalada. Con sus momentos de despiste, sobretodo sirviendo la sidra, fue bastante correcto.
La comanda, para los 7, con tres botellas de sidra, dos de agua, un vino tinto y tres café fue un poco más de 100€. Un buen sitio para ir a degustar cocina asturiana, en un ambiente precioso y a un buen precio.