Un gran logro en lo que respecta a la conservación de varias especies de murciélagos se ha adjudicado al Programa para la Conservación de los Murciélagos de Venezuela, a través de un grupo de sus miembros, los investigadores Jafet Nassar, Ariany García y Jesús Molinari. Gracias a las gestiones científicas emprendidas por ellos ante la Red Latinoamericana para la Conservación de los Murciélagos (RELCOM), este organismo ha concedido la declaración de un área de la península de Macanao, isla de Margarita, como AICOM.
La palabra, compuesta por siglas, significa “Área Importante para la Conservación de los Murciélagos” e implica la toma de medidas específicas de protección que tendrán un impacto muy positivo en la conservación de los murciélagos, servidores invaluables, insustituibles en los ecosistemas donde habitan.
¿Quiénes son y dónde viven?
La topografía de la península de Macanao, en Margarita, ofrece una serie de cuevas pequeñas que los lugareños suelen llamar “piedras”. Tres de esas cuevas revisten una singular importancia para la conservación de los murciélagos: Piedra de Rivero, Piedra de Quintín y Cueva de los Murciélagos, esta última de particular relevancia, porque es la única que muestra evidencias de ser utilizada como cueva de maternidad por la especie Leptonycteris curasoae, probablemente en toda la isla. Ninguna de las tres cavernas había sido objeto, hasta este momento, de medidas de protección. Hoy en día son interpretadas
como un sistema y se encuentran bajo resguardo. Estas cuevas son el refugio diurno de dos especies de murciélagos (Glossophaga longirostris y Leptonycteris curasoae) asociadas a ecosistemas secos, aunque no son ellos sus únicos usuarios.
La especie Leptonycteris curasoae, conocida como murciélago cardonero, está catalogada como Vulnerable en el Libro rojo de la fauna venezolana, debido a que sus principales fuentes de alimento (el polen y néctar de plantas propias del bosque seco) escasean a causa del deterioro del hábitat. Se trata, además, de una especie gregaria que requiere de cuevas cálidas para refugiarse durante el día. Su naturaleza gregaria la hace especialmente sensible, ya que, al estar siempre congregada en colonias de miles de individuos, es fácilmente localizable por el hombre. Esta especie sólo se alimenta de frutas y polen de cardones y agaves, pero esto no lo sabe la gran mayoría de la población humana, de modo que sus numerosas colonias son fuertemente atacadas, pues se les confunde con especies hematófagas, que pueden poner en riesgo la salud y supervivencia del ganado.
¿Para qué son buenos?
De gran radiación ecológica y evolutiva, los murciélagos disponen de una amplia gama de estrategias y hábitos alimentarios que los convierten en especies clave para el mantenimiento de muchos ecosistemas. Al ser los murciélagos uno de los grupos de mamíferos más diversos de Venezuela, proporcionan una serie de servicios ambientales como el consumo de grandes
cantidades de insectos (muchos considerados plagas para el ser humano) y la dispersión de semillas, lo que promueve la reforestación y la polinización. En Venezuela, aproximadamente 61% de las especies de murciélagos (103 sp) son insectívoros; 25% (40 sp) son frugívoros; 10 % (16 sp) son nectarívoros o polinívoros; 2% (4 sp) son carnívoros y sólo 2 % (3 sp) son hematófagos, es decir, que se alimentan de sangre de otros mamíferos. Del total de especies presentes en
Venezuela, al menos 8 se han reportado para la península de Macanao y entre ellas, L. curasoae y G. longirostris se distinguen como importantes polinizadores de plantas propias de zonas áridas, que en muchos casos sólo se reproducen gracias a la interacción con estos murciélagos.