En 2004, una familia pasa las vacaciones de Navidad en Tailanda cuando, inesperadamente, se desata una de las mayores catástrofes naturales de la historia: un tsunami que acaba con la vida de miles de personas. En un paraje desolador, Henry y María lucharán desesperadamente por reencontrarse con los suyos y lograrán una hazaña imposible.
El cineasta Juan Antonio Bayona pertenece a la nueva oleada de directores españoles que optan, con más o menos acierto, por desprenderse de viejos prejuicios y tópicos para adaptar las convenciones del cine de género a la historia que vayan a contar. Ejemplos de este fenómeno son las recomendables Celda 211, EVA, Grupo 7 o El orfanato, la primera y premiada película de Bayona. Su nuevo trabajo, Lo imposible, ha gozado de una campaña de publicidad abusiva que nos la ha vendido por todos los medios disponibles (y más) como “una emocionante película basada en extraordinarios hechos reales” y que ha desembocado en un éxito de taquilla sin precedentes para una producción española (lo cual tampoco es de extrañar si tenemos en cuenta que el precio de las entradas de cine ha ascendido hasta la altura desde la que saltó Felix Baumgartner).
Por pura curiosidad, decidí darle una oportunidad y descubrí que Lo imposible no me gusta lo más mínimo, me ha parecido una película tramposa, vacía y sobre todo plana por varias razones. Nada más empezar, la película nos presenta a la feliz familia protagonista, de la que no conocemos casi ningún detalle y que resultan tan perfectos en su retrato en pantalla que me resultó difícil sentir empatía alguna por ellos. Después de las presentaciones llega el momento de la catástrofe, con un gran despliegue técnico a la hora de retratar el terrible tsunami de 2004, si bien tampoco aporta mucho más a lo que ya mostró Clint Eastwood en la sobrecogedora secuencia inicial de la irregular Más allá de la vida.Tras esto, Lo imposible se centra en la parte más escabrosa de los supervivientes a la tragedia: la degradación física (heridas y demás) pero no psicológica que sufren los protagonistas, dando paso a un melodrama barato en el que la familia intenta reunirse sin importar lo más mínimo el verdadero drama humano que les rodea. Los horrores que vivieron los demás afectados por el tsunami, a quienes Lo imposible no presta la más mínima atención, brillan por su ausencia. Así, hasta el final de la película los espectadores presenciaremos el sufrimiento de la familia, que erróneamente no pasa de lo físico debido a lo pobres y planos que resultan los personajes, carentes de trasfondo alguno, mientras una exagerada banda sonora que parece sacada de las películas de las últimas películas de Almodóvar se esfuerza en incrementar el inexistente dramatismo y en arrancarnos una lágrima. El final en sí ya me parece bochornoso, no podría ser más forzado el destino de los personajes y la vía de escape que encuentran.En cuanto al reparto, Ewan McGregor y Naomi Watts hacen un buen trabajo, más por lo grandes actores que son que por los personajes tan pobres y carentes de vida que les ha tocado interpretar. El único momento que me pareció de verdad logrado fue la conversación telefónica de McGregor con sus familiares, y esto se debe más a la pericia del reputado actor que a la situación en sí. Mientras tanto, poco pueden aportar los fugaces cameos de Geraldine Chaplin y Marta Etura, meramente anecdóticos.Lo único destacable del nuevo trabajo de Bayona es su factura técnica, muy cuidada en todos los aspectos, en especial en la edición de sonido y en los efectos especiales, si bien en la dirección no arriesga demasiado y juega con tomas sencillas.Habrá quien critique el cine de Steven Spielberg por sensiblero, pero desde luego ha demostrado en varias películas que sabe tratar el drama familiar con personajes humanos llenos de contradicciones con quienes todos podemos sentirnos identificados. No sucede lo mismo con Lo imposible, en la que unos personajes vacíos protagonizan una historia efectista que basa todo su potencial en lo escabroso y en la premisa de “basada en hechos reales”. Yo desde luego me emociono mucho más con Super 8, District 9 o con un buen capítulo de Perdidos, donde los personajes tienen trasfondo y cometen errores humanos.