LO QUE NOS UNE (Y DIFERENCIA). Publicado en Levante 5 de abril de 2012
Hace unos días se ha publicado en la revista Nature el desciframiento del genoma del último gran simio que aún no se había logrado: el gorila.
Y ha sido toda una sorpresa. Sabíamos que compartíamos con el chimpancé el 99% de los genes funcionales; y que apenas nos separan 200 genes de los 20.000 que poseemos ambos (1%). Los investigadores intuían que con el desciframiento del genoma del gorila podríamos comenzar a entender qué es lo que nos hace verdaderamente humanos (a nivel biológico, se entiende).
Pues bien, el susto ha sido monumental. Se pensaba que en ese 1% se escondía la clave. Sin embargo, al comparar el ADN del 'homo sapiens' con el del gorila, se ha descubierto que parte de los genes de ese 1% son similares en humanos y gorilas. Concretamente, los gorilas portan los genes auditivos que se creían exclusivos de nuestra especie, por estar muy relacionados con la capacidad de lenguaje.
"Estos genes son muy importantes en el desarrollo del aparato auditivo y había en ellos algunas modificaciones muy claras que eran hasta ahora patrimonio exclusivo del hombre. Pero hemos descubierto que el gorila también las tiene", indica Tomàs Marquès-Bonet, coautor del trabajo e investigador del Instituto de Biología Evolutiva de la Universidad Pompeu Fabra y del CSIC. Y este mismo genetista expresa, con gran sencillez y fascinación, que "Cuanto más estudio a los grandes simios y lo que nos separa de ellos, menos entiendo qué nos hace humanos". Y añade que "Por supuesto que encontramos diferencias entre los linajes del gorila, el chimpancé y el ser humano, pero lo que encontramos en el ADN no explica lo que nos hace humanos. No es suficiente".
Esta manifiesta “insuficiencia” para comprender de modo “biológico” lo que nos diferencia es una cuestión decisiva. Porque sabemos lo que nos une –al fin y al cabo, somos también animales-, pero ignoramos completamente lo que nos separa. Y según los datos de la Biología evolutiva no deberíamos de ser mucho más distintos de lo que son el gorila y el chimpancé entre sí, que están más cercanos a nosotros que al orangután. Y sin embargo, somos los humanos quienes investigamos el genoma de los simios.
Late una cuestión, que en mi opinión, esconde todo un desafío filosófico y teológico, un misterio, en la medida en que la Biología –y con ella todas las ciencias empíricas- se muestra incapaz de explicar el hecho sublime de la radical diferencia. Es necesario -hoy más que nunca- acudir a esa sabiduría ancestral que, desde Platón y Aristóteles, ha intentado explicar con coherencia lo que somos y quiénes somos.