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Lo que se hereda no se roba

Publicado el 09 febrero 2018 por Ana Laura
El dulce de guayaba salpica.
Por eso, allá por los 50, mi abuela Blanca se mandó hacer un banco alto, cómodo, para sentarse en él y poder revolverlo de lejos. A la abuela le quedaban deliciosos los dulces, y cuando se mudó a la capital, una decena de años después, se trajo el banco.
La tengo clara en la memoria, haciendo dulce de higo -nunca probé otro como el de la abuela- o jugo de uva, o jalea de membrillo de jardín, sentada en su banco alto, para no quemarse con el almíbar rebelde.
Hoy en día el banco está en casa. Se tambalea un poco y está lisito de tantas capas de pintura, pero sigue firme y cómodo. Lo uso para sentarme a una distancia prudente cuando tengo que revolver la jalea de limón, o crema de maracuyá, o mermelada de frutillas.
Porque si me acerco mucho salpica, ¿vieron?
Lo que se hereda no se roba

EriSada

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