Es la primera vez en mi vida que recibo un mail que empieza por "Estimado Blogger". La primera, nueva nuevita y especial. La primera vez pero no la única en la Lista De Veces que he sentido revolucionárseme el estómago. No se me escandalicen, ya lo hago yo solita y por dentro.
Así es. Estoy en el sofá de mi casa, disfrutando de una tarde sin mucho que hacer. Un plan que hacía ya bastante tiempo no tenía previsto, que no he apuntado en ninguna parte de mi agenda y que de ese modo la airea.
Un plan que le da un pequeño respiro a ésa agenda que siempre está repleta de trabajo real y trabajo en mente, vestida de ideas varias y en camino, plagada de sorpresas, viajes importantes y nuevos destinos..todos y cada uno de ellos en el punto de mira y sin fecha de caducidad.
Un plan en mi agenda particular.
Un plan que no podía ni sospechar ésta misma mañana cuando me preparaba el café con prisas y una tostada medio quemada, y a la vez escuchaba de la radio la voz ajada de un guardia civil contando cómo vivió el 23-F. Contando cómo fue en su propia piel. Para mí la propia piel ahora mismo es el papel, y del 23-F poco puedo decir pues no existía.
Esa fecha en mi cabeza no significa mucho más que recuerdos que me han contado y escenas de alguna que otra serie que rememora el momento. Esa fecha se inscribió en los libros de texto que un día leímos en clase, y que trataron de explicarnos con la mayor rigurosidad posible. A parte de llevar consigo la historia que nadie puede acallar, es un día más del calendario y como todos los demás, se empieza de una forma: del principio hasta el final.
Porque del principio al final, un día contiene todo lo que quieras vivir y contar.
Y porque lo que sucede y conviene, a la larga y por el simple hecho de suceder, convendrá.