Lobby Market, tres años como referente en Gran Vía

Pensadlo bien. Amigo que visita. O noche de musical, de cine o de teatro por el ya llamado Broadway madrileño. Termina y ¿dónde cenar? He aquí la gran cuestión. Si no queremos caminar demasiado, esta mítica arteria madrileña no concentra grandes opciones gastronómicas más allá de franquicias y garitos de “fast food”. De entre los pocos restaurantes que se salvan, uno de nuestros favoritos sería Lobby Market, que cumple ya su tercer aniversario como estandarte “chic and cheap” muy al principio de la avenida.

De Lobby Market llama todo la atención. En primer lugar, el pacífico y tenue interiorismo de Julio Touza, que supone entrar en un mundo paralelo, dejando el caos atrás y entregándose a la elegancia del ladrillo visto, la madera, los frescos toques vegetales de las grandes plantan que lo protagonizan junto a una acertadísima iluminación.

En segundo, su ambiente. No nos lo toméis a mal pero aquí se ve a público de aquí, valga la redundancia. Nos referimos a que no es, desde luego, un restaurante pensado para turistas que caen fácil en cualquier trampa gastronómica. No. Quien viene aquí, sabe a lo que viene (sea el visitante más cualitativo o el madrileño “experimentado”).

En tercero, como no, la propuesta que sale de sus fogones, de base casi cien por cien mediterránea con algunos toques de fuera, ingredientes de temporada y presentaciones ligeramente actualizadas sin salirse de lo clásico. El resultado es muy resultón (valga de nuevo la redundancia), consiguiendo sorprender al comensal con alguna de sus ya clásicas recetas como los langostinos tigre en tempura con salsa kimuchi (de toma pan y moja), la ensaladilla rusa, las croquetas, unas espectaculares alitas de pollo a la barbacoa deshuesadas o una tierna presa ibérica, imprescindible, acompañadas de migas crujientes, patatas confitadas o, según la estación, las setas que se encuentren en el mercado.

En la barra que sirve de antesala al comedor, con mesitas para sentarse, más allá de los taburetes, se pueden, asimismo, degustar muchos de los platos de la carta en formato pincho (fríos, calientes y especiales). Es también una fantástica alternativa para tapear de manera informal entre colegas sin que el cubierto suba en demasía a prácticamente cualquier hora del día.

Sea como sea, en barra o en sala, hay que dejar un hueco para el postre, en concreto para su tarta de fina de manzana que hay que pedir con algo de tiempo y que merece toda espera. La acompañan con un rico helado de vainilla, igualmente casero, como la totalidad de los postres.

Buenos vinos, atento servicio y completísimo menú diario (13 euros), por si estáis por la zona, rematan la experiencia.

Gran Vía, 10

Precio medio: 25-30 euros

Tlfn. 915 32 68 67