Humbert Humbert parece no tener relación alguna con un Don Juan, ni en la interpretación donjuanesca de Zorrilla, ni en la de Poncela. Es cierto que no estuvo ni está en discusión el hecho de que Humbert Humbert sea o no Don Juan, y también es cierto que, en el sentido estricto del mito, un Don Juan no podría jactarse de tener en su lista de conquistas a mujeres que no opongan alguna resistencia, por más temperamento apasionado que ellas pudiesen tener. Si la mujer está indefensa, si no puede pensar por sí misma, si es nínfula, en la jerga del propio Humbert, entonces no hay nadie a quien seducir y su conquista no tiene mérito.
El amor enfermizo que Humbert Humbert siente por Dolores Haze no resiste análisis; no obstante, esa enfermedad tan reprochable y escandalosa, tan culpable y apasionada, tan ateniense y espartana, tan desenfrenada y repugnante, tan exquisita y desesperada, tan salvaje y tan incomprendida le permite construir otro mito, el de Lolita.
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Habla Humbert Humbert...
«… Era Lo, sencillamente Lo, por la mañana, un metro cuarenta y ocho de estatura con pies descalzos. Era Lola con pantalones. Era Dolly en la escuela. Era Dolores cuando firmaba. Pero en mis brazos era siempre Lolita […]».
El amor de Humbert se derrumba, por contrahecho y por polémico. De las cenizas de ese amor nace Lolita. El mundo de Lolita está poblado de censura, de pecado, de inocencia, de indefensión y de belleza. Quien accede al mundo de Lolita se siente un invasor, y también siente la tentación. Lolita es la encargada de recuperar, para las mujeres, ese mensaje de ambigüedad encerrado en el peligro de la función sin la forma, del continente sin contenido. Lolita es la fruta prohibida más prohibida.
Si Lolita es una mujer inalcanzable por ser prohibida y, si es prohibida porque es indefensa e inocente, entonces quizás podría construirse un alter ego igualmente bello, pero menos inocente y más maduro, que deje una sensación de prohibición, sin que sea una prohibición químicamente pura. Si Lolita no es posible, quizás un disfraz de Lolita sí lo sea.
Hubo mujeres, incluso mujeres del mundo real, que tomaron para sí el modo de ser Lolita, y transformaron su cualidad más esencial, la de de inocencia, en aparente inocencia. Sin la cualidad de inocencia, Lolita es capaz de pertenecer a este mundo, y hasta puede convertirse en un modo de ser, en moda: Lolita-dark, Lolita-pop, Lolita-gótica, Lolita-retro, Lolita-a gogó…
Muy pocos conocen quién es Humbert Humbert, apenas un Don Juan y un consumado Don Nadie, pero son muchos los que conocen quién es Lolita, y sueñan con asomarse a su mundo prohibido para recrearse y repararse con el mito. Lolita debe ser inalcanzable, como la muerte, y por eso debemos consolarnos con mirarla a través de los ojos de otro, o a través de un espejo, o debemos consolarnos con ver su disfraz, o su caricatura.