Otro día más que abres los telediarios y cae una tonelada de mierda en tu ánimo. Aquí los corruptos se reproducen como ratas aunque tiran más a hijos de perra. Caen después de treinta años de robar a saco, a tumba abierta, de institución en institución, de misa de domingo en misa de domingo, de visita al rey y su sucesor o sucedáneo, embutidos en trajes elegantes y corbatas deslumbrantes que los hacen parecer Don Señor cuando son Don Latrocinio. Echando sus carcajadas sobre los saqueados, que somos los parias. La premisa es que pueden delinquir hasta que los cacen. Si te pillan eres un gilipollas y un pringao y caes de abismo en abismo. Entonces te apartan del partido popular. Nunca antes. Pasas a ser ese señor del que usted me habla. Los lameculos crónicos con alitosis fecal también se subleban y te retiran el saludo, los esbirros criados en el pesebre del servilismo crónico. Pútrido. Solo cuando saben a ciencia cierta que te han trincado de verdad, de cárcel, solo cuando saben que todos los lameculos que han fagocitado las migajas que deja Don Señor te retiran el saludo, se suman al carro. Solo cuando saben que toda la cadena de favorcetes se va a mantener porque el corrupto cazado ya no puede enfrentarse a todos, no se puede vengar ni revolver, cuando pierden el miedo al amo, pasan a ser personas decentes que ya sabían que esto iba a suceder, que así no se hacen las cosas y hasta luego y gracias (el más agradecido) y a buscar otro lomo simbiótico. La vida es muy corta. La cultura del esfuerzo, pura teoría para los ilusos.
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