12 de Marzo del 2013 | etiquetas: Festival de Cannes
TwittearCannes comienza a dar señales de vida y ya tenemos la película inaugural para la 66º edición que tendrá lugar el próximo 15 de mayo. Será el "El Gran Gatsby" de Baz Luhrmann, es decir, un posible paso atrás teniendo en cuénta que el pasado año fue responsabilidad de la memorable "Moonrise Kingdom" de Wes Anderson, y anteriormente, del mejor Woody Allen de los últimos tiempos inmerso en pleno "Midnight in Paris". Sin embargo, dos años (y esperemos, tres) de acierto no nos permiten bajar la guardia. Un nuevo "Robin Hood" siempre puede estar al acecho.
Ni más ni menos que el principe de los ladrones. Así es, fue “Robin Hood” quien tuvo el placer de inaugurar el festival en el 2010. ¿Ridley Scott? Hum-hum. Las motas de polvo se posaban sobre la mesa. La leche se cortaba en nuestra taza de café. Un repentino silencio vestía el aire estanco de la oficina... Si Cannes levantó la nouvelle vague, introdujo el cine asiático en Europa y consolidó el cine de autor, ¿qué necesidad había de abrir con Ridley Scott? Pero no seamos necios, lo último de Brillante Mendoza o de la popularísima Mia Hansen-Love no movería ni a un alma hasta la premiere. ¿Y un despropósito con Russell Crowe y Cate Blanchett? Sin duda. Promoción es dinero para un festival en tiempos de crisis. Por eso hoy recuperamos post y hacemos un repaso por los 10 últimos fracasos que no sólo han pasado por Cannes, sino que le han sacado lustre a su soleada alfombra roja.
2010 / 63ª Edición / “Robin Hood” de Ridley Scott
Un plantel de secundarios de altura (William Hurt y el mismísimo Max Von Sydow) y un guión de hierro asegurado (firmado por Brian Helgeland, nominado al Osca por “Mystic RIver” y ganador de la estatuilla por “L.A. Confidential”) no son sinónimo de película digna de abrir Cannes. Dos son las razones. Por un lado, la muestra francesa nos tiene acostumbrados a una línea editorial más cercana al ensayo que la liviana densidad del mainstream. Por otro, nuestra confianza en el director de la brillante “Blade Runner” o la aparatosa "Prometheus" se desvaneció cuando títulos como “La teniente O’Neil”, “El reino de los cielos” o “Un buen año” infestaron su carrera. Y después de Errol Flynn, Sean Connery y Kevin Costner (anteriores Hoods de la Hª del Cine) llega el pack de sangre, sudor y Russell Crowe. Scott repitía fórmula con el australiano, con quien ya inaugurara Cannes por allá por los dosmiles con su grandilocuente “Gladiator”, que le valió el Oscar a Mejor Actor Protagonista.
2008 / 61ª Edición / “Indiana Jones y el reino de la calavera de cristal” de Steven Spielberg
Escéptica acudía la cúpula crítica española al estreno europeo de “Tiburón” en alguna edición del Festival de San Sebastián perdida en los años setenta. Por aquellos entonces, el terror no era de buen recibo en la autoral Europa y Steven Spielberg era todo un desconocido. Pero la prensa se desató en halagos. La posmodernidad había llegado de la mano de la hibridación de géneros, del nacimiento del blockbuster, de la reformulación del relato ahora protagonizado por un monstruo mecánico. Y quizás esa fuera la última vez que el cineasta judío tuviera realmente cabida en un Festival de Clase A, aunque inaugurara Cannes hace un par de años con la cuarta entrega de la mítica saga del arqueólogo Jones. Una inversión multimillonaria en una súper-producción que no tuvo más que una tibia acogida. Las escenas, los diálogos explicativos y el argumento estaban tan estirados como su propio título. Y la acción, tan aquejada por la edad como el propio Harrison Ford. Otro patinazo de Cannes a la hora de cerrar su selección que precisamente sacamos a relucir el año que Spielberg será presidente del jurado. A temblar.
2006 / 59ª Edición / “El Código da Vinci” de Ron Howard
La adaptación de este best seller de Dan Brown venía de la mano de una cantidad ingente de lectores ávidos de revivir este thriller vaticanesco en la gran pantalla. Promoción infinita y público potencial incluso antes de invertir ni un sólo dólar en la producción. Y en consecuencia, promoción infinita y gran repercusión mediática para un festival como Cannes. Eso sí, las expectativas de la crítica internacional en relación al nuevo título del director de “Una mente maravillosa” era inversamente proporcionales a las de los lectores del código. Perlas salieron por la boca de la mayoría: “Un Código Da Vinci que cuesta más verlo que leerlo” (A. O. Scott), “Protagonizada por un Tom Hanks que ofrece su primera actuación sinceramente sosa” (Michael Phillips) o “No hay código a descrifrar. "Da Vinci? es una adaptación mala, aburrida, monótona y poco ingeniosa” (Peter Travers). La polémica protagonizada por los comunicados de prensa que el Vaticano emitió proponiendo una retirada de la blasfema película no estaban a la altura del liviano y mediocre contenido de la narración. Y es que Howard quizás debería haberse plantado tras “1,2,3... Splash”.
2005 / 58º Edición / “Lemming” de Dominik Moll
Charlotte Gaingsbourg y Charlotte Rampling protagonizaban este thriller de producción francesa que el Festival decidió que inauguraría edición, además de representar a Francia en la Sección oficial. La película, hundida en un terrible gris medio y con un pulso narrativo cuestionable, pasó sin pena ni gloria tanto por Cannes como por Sitges, César o los Premios del Cine Europeo. Alguna nominación, nunca un sólo galardón. Y es que aquél año competían, junto a la olvidadísima “Lemming”, grandes títulos hoy ya consolidados como “El Niño” (de los Hermanos Dardenne), “Caché” (Michael Haneke), “Flores Rotas” (Jim Jarmusch) o “Los tres entierros de Melquíades Estrada” (Tommy Lee Jones).
2004 / 57ª Edición / “Troya” de Wolfang Petersen
Aunque en el 2004 inaugurara el Festival la película más polémica y compleja de Pedro Almodóvar, “La mala educación”, captó especial interés por parte de la prensa internacional el pre-estreno de “Troya” dentro del programa del festival. La fórmula olía a vieja, pues el nuevo título del director de “Air Force One” y “La tormenta perfecta” era un drama histórico que bebía de la estela de éxito y moda que “Gladiator” había destapado un par de años atrás. Eso sí, se trataba de un péplum con menos ojo clínico y con absolutamente ningún rigor histórico. Eso sí, el paso del Brad maduro al Pitt vigoréxico fue una fórmula mucho más eficaz que la mediocre “Poseidón”, título directamente posterior de Wolfang Petersen.
2003 / 56ª Edición / “Fan Fan La Tulipe” de Gérard Krawczyk
De nuevo el Festival de Cannes se empecinó en abrir edición dando bombo y platillo a una gran producción patria que mezclaba la ambientación más barroca y la comedia más casposa. Lo que no se acaba de entender es si la trayectoria del director (autor de la ninguneada saga “Taxi”) o la leve fama de las estrellas protagonistas, Vicent Pérez y una Penélope Cruz todavía no oscarizada, pretendían ser un reclamo que primara el efecto llamada inaugural al a calidad de la proyección. Ambos objetivos fueron un fracaso. Alberto Bermejo lo dejó muy clarito en su momento: “"El trabajo de la pareja protagonista es lo más apreciable de este soberano tostón". Y así arrancaba Cannes.
2002 / 55ª Edición / “Un final Made in Hollywood” de Woody Allen
En esta edición, abrió la caja de pandora el director de “Manhattan”, por aquellos entonces más que consolidado en su cálida y hospitalaria Europa. Eso sí, presentaba esta nueva e irregular comedieta fuera de competición, como había acostumbrado a pactar siempre a excepción de en 1985, cuando ganó el FIPRESCI con “La rosa púrpura del Cairo”. Años después pre-estrenaría también en Cannes títulos como “Match Point” o “Vicky, Christina, Barcelona”. Lo que no se entiende es por qué eligieron uno de los peores Woody Allen para abrir la semana de cine de la pequeña población de la Costa Azul provenzal.
2002 / 55ª Edición / “El ataque de los clones” de George Lucas
En el 1999 se había estrenado con un éxito atronador la primera entrega de la nueva trilogía de “La guerra de las galaxias”. Esta precuela se titulaba “Episodio I: La amenaza fantasma”, que recuperaba el espíritu de la saga de culto creada por Lucas en los 80. Pues bien, “El ataque de los clones” era el segundo episodio de esta sacudida comercial al imaginario georgeluquiano que narraba la historia de amor entre la siempre bella Natalie Portman y el nuevo guapo de Hollywood Hayden Christensen. Lo que prometía se una mascletá de acción y desenfreno quedaba reducido, finalmente, a un pastiche romántico de 132 minutos que no satisfizo a casi nadie más que al director del Festival de Cannes, por lo visto. Lucas, complacido, decidió estrenar dos años después allí su “Episodio III: La venganza de los Sith”.
1999 / 52º Edición / “Ed Tv” de Ron Howard
Al director del gran clásico de ayer, de hoy y de siempre “Apolo XIII” no le parecía suficiente aparecer una única vez en nuestro Top Ten de grandes batacazos de la historia de un buen festival y nos brinda un segundo Cameo estelar. Eso sí, ha sido imposible cazarlo de la mano de impertérrito Crowe, cuyas películas con Ron nunca fueron a los Alpes franceses (“Cinderella Man” o “Una mente maravillosa”). Esta vez se nos brindó la premier de esta voluntad de crítica al incipiente movimiento del realityshow televisivo venida a reclamo adolescente. “Ed Tv” sirvió para consolidar a, un ahora reconducido Matthew McConaughey, como fenómeno de masas adolescentes antes de caer en las zarpas de la bebida. “Ed Tv” compartió con su programación en Cannes una nominación a la Escena de Amor más Sexy en los Teen Choice Awards, junto con el Cannes del 59, un punto de inflexión en el rumbo de la cinematografía mundial. Por cierto, Ron no ganó el Teen Choice Award.
2013 / 66º Edición / ¿“El Gran Gatsby” de Baz Luhrmann?
Leonardo Di Caprio es, con el permiso de 'su amada' Carey Mulligan, la gran estrella del esperado ¿y temido? retorno de Baz Luhrman tras patinar, y de que manera, con su excesiva y olvidable "Australia". Por suerte, no parece ser el caso de "El Gran Gatsby", quien nos saluda bailando al son anacrónico de una moderna versión del So Happy Together de The Turtles o el Jay-C de Kanye West. Ante semejante pieza, uno no puede más que esperar la mejor versión del director australiano, es decir, un cruce entre el cautivador barroquismo de "Mouline Rouge" y la transgresora versión de "Romeo y Julieta". Buena señal.