Revista Coaching

Los aprendizajes de mi reciente maternidad – Parte 2

Por Maria Mikhailova @mashamikhailova

Este artículo es la continuación de la primera parte, Los aprendizajes de mi reciente maternidad, que puedes leer aquí si aún no lo has hecho. En la primera parte además conté cómo ha sido el parto de mis mellizas el día 11 de julio y el difícil posparto.

En el post de hoy quiero abordar en concreto los aprendizajes que me llevo en esta nueva experiencia de ser mamá primeriza de dos bebés a la vez. Y te puedo asegurar que son muchos, porque no es la situación más sencilla pero sí hermosa y que estoy disfrutando mucho.

Los aprendizajes que me está trayendo la maternidad

Al venir a casa, tardamos unas semanas, más bien un mes y pico en adaptarnos a la novedad. Unas noches eran terribles de no dormir nada, poniendo despertadores para dentro de hora y media, pues las niñas comían cada poco tiempo. De día dormían muchísimo, pero poco a poco empezaron a dormir menos y ya las cosas no eran tan fáciles como la secuencia de darles de comer, sacarles gases, cambiarles el pañal y ponerlas en su cunita, donde duermen juntas a día de hoy.

Al mes de vida llegaron los temidos cólicos. Y ahora había que pasar más tiempo con ellas, de modo que el tiempo libre que quedaba era prácticamente nulo. Antes yo no entendía que hubiera madres diciendo que no habían tenido ni tiempo para ducharse teniendo un solo bebé. Ahora las entiendo perfectamente y más si tienes que atender a dos niñas al mismo tiempo.

Por eso ahora que escribo esto y las veo dormir tan tranquilamente a las dos, me extraño y me preocupa, pues sé que si a las 22:36 de la noche llevan horas durmiendo (sí, esta parte del post la estoy escribiendo 10 horas después de la primera), es que esta noche podemos prepararnos para dormir poco.

Lactancia mixta

El tema de la lactancia se quedó definitivamente en lactancia mixta, pues aunque finalmente consiguieron engancharse al pecho y me subió la leche al día siguiente de llegar a casa del hospital, la leche que obtienen es muy poca y más aún siendo dos. Así, la leche materna se convierte en su postre, su momento de relax, para que se calmen cuando lloran mucho o tienen cólicos, obtengan las vitaminas que les proporciona mi leche... siendo su alimentación principal el biberón y la leche de fórmula...

Si en algún momento, sobre todo al principio, pudiera pensar que no estaba haciendo las cosas bien, o al menos, como me hubiera gustado y es lo ideal, ahora ya me siento mucho más tranquila. Mis hijas están siendo bien alimentadas, van creciendo y cogiendo peso y yo me siento completamente tranquila por ellas y por mi papel como madre en este sentido.

Eso sí, reconozco que la lactancia mixta es la opción menos cómoda frente a la materna exclusiva y la artificial. Porque si pueden estar una hora al pecho cada una (no me gusta quitarles el pecho si están enganchadas), luego a esto se suma la preparación de los biberones, calentarlos o enfriarlos según sea necesario, y su lavado posterior, sin olvidar el momento de la toma. Pero lo prefiero así porque es la mejor manera que encontré de alimentarlas en condiciones.

Mi recuperación posparto

En cuanto a mí, poco a poco fui recuperándome, y aunque esté todavía lejos de tener el vientre plano, al parecer no tengo la temida diástasis, después de consultarlo con el fisio. La cicatriz de la operación está perfecta y hasta mis análisis indican que no tengo anemia. Me quedé en muy bajo peso al deshincharme después del parto, tras haber perdido mucha masa muscular después del embarazo, llegando a estar por debajo de mi peso habitual. Pero ya lo estoy recuperando poco a poco, a pesar de mis noches de pocas horas de sueño.

Aún ahora me sorprende tener energía durante el día para haber dormido 4-5 horas de noche y a cachitos. Debe ser que la oxitocina y el amor que siento por esas dos criaturas hace que se pierda toda sensación de cansancio, como si estuviera un poco drogada.

El gran cambio de identidad como madre

Después de pasar dos meses ya desde que soy madre, puedo decir que una nueva identidad se ha instaurado en mí. Si observamos el famoso iceberg de Robert Dilts, veremos que la identidad es el cambio más profundo y arraigado en el ser humano. Pero es lógico que suceda este cambio, si te pones a pensar, pues cambia todo: desde actitudes y comportamientos hasta creencias, valores y así llegamos a la esencia del quién soy: soy su madre.

Los aprendizajes de mi reciente maternidad – Parte 2

A continuación quiero compartir por fin esos nuevos aprendizajes de los que tanto he hablado en este post y el anterior

1# Sentimiento de responsabilidad

Desde que nacieron, incluso antes que el sentimiento de enamoramiento de tus bebés que en mi caso fue paulatino, surgió una enorme responsabilidad y necesidad de protección de mis pequeñas. Su vida entera depende de que nosotros como padres las protejamos, les demos de comer, las cuidemos, limpiemos, vistamos, durmamos, bañemos y les demos todo lo que necesitan para crecer amadas, sanas y fuertes.

Ese sentimiento de responsabilidad no te abandona y gracias a ello estás al 100% volcada en tus bebés. Aprendes a distinguir el color y la consistencia de las cacas, a sacar sus airecitos, a determinar si tienen frío o calor e incluso a defender tu postura cuando algunas personas a tu alrededor no están de acuerdo con cómo las estás cuidando.

2# Infinita paciencia

Sí, la paciencia que desarrollas al ser madre no sólo se aplica a tus bebés, cuando lloran y lloran y llevas horas tratando de dormirlas y no lo consigues... o cuando lloran a la vez y quieren comer pero hay que esperar a que preparen el biberón, estás dando el pecho a una de ellas y no puedes hacer nada en este momento.

También se aplica a que otras personas te dirán cómo tienes que hacer las cosas, y unas veces les hagas caso y otras veas que no tienen razón y toque defender tu postura o simplemente no hacer caso y seguir tu instinto de madre primeriza que eres.

3# Desarrollo de la asertividad

Desde luego la maternidad es una gran oportunidad de practicar tu asertividad... y eso unido al torrente hormonal de la lactancia y el posparto a veces resulta muy complicado. Te vuelves muy protectora con tus bebés y cualquier cosa que esté interfiriendo en su bienestar te afecta enormemente. Sin embargo, se trata de precisamente esto: de ir encontrando poco a poco el equilibrio que se pierde en un cambio de identidad tan grande como el hecho de convertirte en madre.

4# Nueva percepción del tiempo

El tiempo es otro aspecto interesante en cuanto al cambio que estoy experimentando en mi vida. Y lo que más me sorprende es justamente lo relativo que es. Lo más visible es que ya no tienes tiempo para ti prácticamente. Quizás si tienes un sólo bebé la cosa sea más sencilla, aunque hay bebés de mucha demanda y oigo las mismas historias de sus mamás. Siendo dos, la dedicación se multiplica.

Ahí están de ejemplo esas mañanas en las que te dices a las 9 de la mañana: ahora desayuno y luego me ducho... y de repente miras el reloj y son las 4 de la tarde y aún ni te has duchado ni has podido comer. ¿Qué ha pasado, cómo se ha esfumado el tiempo? Pues muy fácil: preparación de biberones, tomas, cambio de pañales, bañarlas si toca, tranquilizarlas, dar el pecho, dormirlas, cantarles, jugar con ellas... y todo esto además multiplicado por dos.

Por supuesto, contando con la ayuda de tu marido y otras personas como los suegros... y aún así las horas pasan volando y sigues con el mismo camisón con el que te has levantado, lleno de manchas de leche.

5# Aprendiendo a relativizar

Pero pese a todo, todo lo que estoy viviendo en los comienzos de la maternidad me parece mágico. Estoy aprendiendo a quitarle importancia a lo que no la tiene, a pasar horas y horas con mis hijas, siento un amor infinito cada vez que me miran con sus hermosos ojos llenos de belleza e inocencia. Estoy conociendo y enamorándome de sus maneras de ser, sus sonidos, sus despertares, sus formas de dormir, de sonreír (¡esas primeras sonrisas llenas de magia!), incluso distingo sus formas de quejarse y sus llantos, cuándo quieren comer o cuándo simplemente quieren que las cojas en brazos.

He vuelto a mi infancia y he recordado las canciones de dibujos animados de cuando tenía menos de 10 años, que les canto ahora en ruso. ¡He vuelto a hablar en ruso en casa! Sí, porque queremos que conserven mi lengua materna y aunque sé que no será fácil, al menos la aprenderán de su madre.

6# Disfrutando aún más de los pequeños placeres

Desde que soy madre, me he dado cuenta de que ahora disfruto mucho más de los desayunos. Tengo tanta hambre y es mi momentito conmigo misma y además he vuelto a tomar el tan preciado café, que ahora los desayunos me saben a gloria.

Incluso los pequeños ratitos en el coche yo sola yendo a comprar los disfruto como nunca. Eso sí, a la hora de estar fuera ya las echo de menos y deseo como loca volver a casa para tenerlas junto a mí.

Y es que el poco tiempo libre que tengo ahora lo valoro muchísimo. Las cosas que hacía antes de manera rutinaria como ducharme por ejemplo, ahora es uno de los placeres más preciados, ya que no tengo la misma facilidad que antes. Y ya se sabe: aquello que escasea, se valora más.

7# Un nuevo nivel de confianza

Y lo más hermoso es que a pesar de ser madre novata y dudar de tantas cosas, estoy conociendo un nuevo nivel de confianza y amor. Esos temas que tanto me gustan y que tanto he tratado, vuelvo a experimentarlos desde un lugar nuevo.

Porque la maternidad está llena de miedos e incertidumbre. Como cualquier dolencia pequeña que no sabes a qué se debe o cómo solucionar. ¡Si supierais cuántas veces he investigado en Internet sobre todo tipo de cuestiones! ¿Es normal que no haga caca en varios días? ¿Cómo se quitan los mocos a los bebés de un mes?, ¿Le pongo la vacuna de la meningitis?, ¿Por qué no tiene apetito después de las vacunas? y un largo etcétera. Preguntas a tus amigas, a los pediatras... pero al final es la salud de tus hijas y una de tus mayores preocupaciones. Aprender a confiar en que todo irá bien, en que lo estás haciendo bien aunque no estés al 100% segura, esa es la cuestión.

Y por último, una gran pregunta que me ronda la cabeza desde que me enteré que por fin sería madre y que da para escribir un artículo completo...

¿La maternidad resta calidad de vida?

Recuerdo cuando la famosa periodista española Samantha Villar hizo estas polémicas declaraciones tras tener a sus mellizos y publicar su libro "Madre hay más que una", desatando debates sin fin en las redes y fuera de ellas. Yo no podía opinar en aquel entonces, pues aún no lo había vivido en primera persona. Una de las declaraciones suyas fue que la maternidad te destruye la vida.

Esta última afirmación me parece totalmente subjetiva y tendenciosa. Seguramente éste ha sido su caso y puede que de no pocas otras mujeres, no tenemos una estadística al respecto. Pero afirmar esto como si fuera una verdad universal me parece muy peligroso. Primero, porque no es cierto para la gran mayoría de mujeres que conozco y entre las que me ubico. Especialmente cuando es una maternidad tan deseada, cuando de manera consciente has decidido dar el paso, cuando el cansancio te parece secundario porque estás sintiéndote feliz y realizada teniendo a tus hijos en tu vida.

Segundo, porque se está creando últimamente una corriente en contra de la maternidad a través de personajes públicos que tienen capacidad de influir sobre muchas personas, llegando a equiparar la maternidad con esclavitud, incluso cuando ésta es deseada y elegida, incluso en países desarrollados como España (véase el trabajo de la ministra de sanidad que dimitió recientemente por irregularidades en su máster, cuya tesis doctoral fue publicada en uno de los medios digitales en España).

No me gusta hablar de política porque la considero un verdadero circo, pero cuando la política entra a crear conciencia social y persigue generar una forma de pensar determinada, es decir, cuando nos venden una ideología concreta, entramos en un juego de manipulación muy peligroso.

Sí es cierto que el tema de la conciliación está muy mal planteado, pero precisamente para eso están los políticos, para facilitarnos las cosas. Yo me reincorporo oficialmente al trabajo a media jornada hoy mismo, mientras estoy terminando de editar este artículo. Escasos dos meses después de dar a luz. Es cierto que podía aguantar hasta los 4 que me corresponden por ley, pero siendo autónoma, si no trabajo, no ingreso, así de sencillo.

Y considero que mi caso es de los mejores, porque trabajo desde casa y no me voy a ausentar durante largas jornadas para estar lejos de mis hijas.

Pero aún así, las ayudas que recibimos en España son pocas, comparado con otros países como Alemania por ejemplo, donde la baja por maternidad remunerada es de un año.

Como veis, todos estos temas dan para un artículo entero que espero publicar próximamente. Eso sí, el debate está abierto y me encantaría conocer vuestras opiniones al respecto. ¿Qué pensáis? ¿La maternidad es esclavitud, nos quita calidad de vida, nos destruye la vida?

Conclusiones a este artículo

Sé que estoy muy al principio de un largo camino que me durará toda mi vida. Porque una nunca deja de ser madre. Sé que me esperan muchísimas pruebas, mucha incertidumbre, muchos miedos... pero también que el amor que siento por mis hijas irá haciéndose más grande con cada día (al igual que me ocurre con Carlos, el mejor padre que Ariadne y Selene podrían tener), que iremos descubriendo su personalidad que ya se va dejando notar, que nos sorprenderemos con sus ocurrencias, sus primeros balbuceos y sus primeras palabras, primeros pasos, primeras rabietas, que haremos miles de viajes con ellas (lo que más echo de menos ahora es precisamente eso: viajar), que habrá momentos maravillosos y oscuros, pero que precisamente de tantos colores está hecha la vida. Con ellas la vida será simplemente más rica en esos matices y nosotros doblemente felices y cansados.

Profundamente feliz y enormemente cansada, éste es mi estado habitual cuando me preguntan cómo me siento. Pero el cansancio se borra de tu mente cada vez que las ves dormir como lo están haciendo ahora y te preguntas por qué te habrán elegido como madre, les das las gracias por ello y te prometes que serás la mejor madre para ellas, aunque nunca serás perfecta ni tampoco necesitas serlo.

Son dos milagros en nuestra vida. Tardaron tanto en llegar, pero así tenía que ser: las cosas buenas de la vida se hacen esperar, como lo cuento en el artículo enlazado, o al menos, este ha sido siempre mi caso.

Con esto termino este post que me está quedando demasiado largo. A finales de septiembre vuelvo a trabajar a media jornada. Y aunque no he echado de menos trabajar estos meses, sí me apetece volver. Lo bueno es que trabajar desde casa permite no separarte de ellas tanto como lo haría si trabajara en una oficina y tuviera que dejarlas tan pequeñas en una guardería.

Ya veremos cómo nos las vamos a apañar entonces. Pero eso sí: confío en que encontraremos la mejor manera, aunque de momento no encuentro momentos para mí apenas ni sé con seguridad cómo lo haremos.

Ahora me tocará una nueva experiencia: ser a la vez madre y emprendedora enamorada de su trabajo. Lograr ese nuevo equilibrio donde mi identidad profesional no se ve mermada por ser madre sino que se expande y me hace aún más consciente y viviendo en estéreo todo aquello que trato de hacer llegar a los demás. Ahora más que nunca me toca predicar con el ejemplo. ¿Lo lograré? Eso espero. Porque si creo en un mundo mejor, el primer paso es empezar por una misma y tu entorno más cercano, ¿no crees?


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