Manuscrito iluminado extraído del "Cancionero de Juana I de Castilla" donde se pueden apreciar piezas musicales de la Corte Borgoñana. Biblioteca Real de Bélgica. Hacía 1511.
Durante los días que los príncipes estuvieron en Blois se celebraron una infinidad de misas, bailes, juegos, justas, cacerías y banquetes. Y tampoco faltarían los juegos de pelota que tanto le complacían a Felipe el Hermoso, ya que Luis XII se había informado bien y conocía al dedillo los gustos de su huésped. El rey de Francia tejió un plan perfectamente ideado para hacer valer su supremacía sobre el conde de Flandes, y éste accedió a su maniobra de buen grado dado su distinguida educación borgoñana. El encuentro duró en total diez días, del 7 al 17 de diciembre de 1501, mientras tanto franceses y borgoñones rivalizaban luciendo sus mejores trajes y alhajas.
El monarca francés logró que Felipe el Hermoso ratificara el Tratado de Trento en su nombre y en el de su padre, el emperador Maximiliano, y ambos acordaron prometiéndose la paz perpetua entre sus reinos, como hacía saber el confesor del rey en el sermón de la misa solemne con que se declaró la paz.Luis XII también aprovechó el momento para sellar una unión matrimonial entre su hija Claudia y el primogénito de Felipe y Juana, Carlos. Entonces apenas eran unos niños de dos años (el pequeño Carlos aún no los había cumplido). Finalmente, no se concretó ese ambicioso proyecto, pero en 1501 todas las partes tenían claro en que sería un hecho innegable que se produciría en el futuro.
Dos herederas, dos víctimas: Juana de Aragón y Castilla y Ana de Bretaña
Fragmento de la obra de Jean Pichore, Allégorie: raison et l´homme Du roy sanz filz...Doleur. Hacía 1503. 24 x 18 cm, en el manuscrito Des remèdes contre l´une et l´autre fortune. París, Biblioteca Nacional de Francia. En él vemos a la reina Ana de Bretaña con su hija Claudia en brazos vestida a la moda adulta. Detrás le acompaña su séquito de damas.
Mientras Luis y Felipe firmaban acuerdos y participaban en todo tipo de festejos, el momento decisivo de Juana para ser jurada heredera se acercaba; si bien debemos admitir que su figura durante la odisea del viaje fue totalmente relegada a un segundo plano. En realidad lo que afligía al monarca francés era la muy poderosa España, no el archiduque Felipe, y era ella quien debería haber ocupado un lugar más prominente en las decisiones de Estado, como las alianzas entre los reinos.
Desgraciadamente, Juana no tomó parte de los acuerdos. Como reacción a su exclusión se mostró indispuesta nada más llegar, y varias damas y caballeros la trasladaron a su aposentos por encontrarse "un poco delicada". Quizá también por la misma razón se haya portado de forma altiva con la reina de Francia, cuando declinó las monedas que le ofreció la soberana en misa, si bien que hay que precisar que no rechazó otros obsequios que le hizo. Esa actitud desdeñosa se había producido en consecuencia del trato recibido, no sabemos los motivos que conllevaron a ello, pero de lo que sí no cabe duda es que no estaba siendo tratada como la legítima hija de los Reyes Católicos.
Manuscrito iluminado sacado del "Cancionero de Juana I de Castilla" donde se pueden apreciar piezas musicales de la Corte Borgoñana. Biblioteca Real de Bélgica. Hacía 1511. Probablemente sea una imagen de Juana.
La archiduquesa de Austria era consciente del poderío que ejercía su madre, la reina de Castilla. No se esperaba menos de la princesa heredera y así lo hicieron patente los enviados españoles cuando la presionaron a que tomara parte de las negociaciones. Se exigía de ella un papel más activo, más participativo en el encuentro con el monarca galo. Era hija de los soberanos más poderosos de toda Cristiandad, ¿por qué entonces no hizo valer sus derechos?
Sin embargo, en Juana predominó el papel de esposa de Felipe, intentando no ensombrecer la estela de su marido. De la misma manera obraba Ana, la duquesa de Bretaña en relación al rey Luis XII. Juana no se engañaba y sabía a lo que atenerse. Por más que su herencia fuese tan importante como los reinos de Castilla y Aragón, en realidad, siguiendo el uso francés, no era más que la portadora de la herencia, ya que no tenía la potestad de administrarla, tarea que recaía sobre su esposo.
Juana de Castilla y Felipe el Hermoso. Vidrieras de la Basílica de la Santa Sangre. Brujas, Bélgica.
En Blois quedó evidente los límites de las damas en el gobierno. y eso entrañaba un gran obstáculo para Juana. La diferencia clave entre las dos herederas, Ana de Bretaña y Juana de Castilla, era que la primera se había resignado a cumplir su papel, (el ducado de Bretaña se había anexado a Francia al casarse con Luis XII y lo mismo había sucedido con su primer matrimonio con Carlos VIII) , respetando lo que la sociedad francesa de la época imponía y consideraba correcto; la mujer debía someterse a los designios de la ley sálica, en la cual al contraer matrimonio perdía la capacidad efectiva de gobierno para trasladar todos sus derechos a su marido.
Manuscrito iluminado obra de Pierre Gringore, titulada "Los abusos del Mundo". Vemos en la imagen a Luis XII recibiendo una copia del libro de parte de autor. Rouen, Francia. Hacía 1510.
Juana, por el contrario, procedía de un reino donde la ley sálica no tenía efecto. Un claro ejemplo de ello, era su madre, Isabel la Católica, que gobernaba por derechos propios, sin verse sujeta a los mandatos de su esposo, Fernando el Católico, rey de Aragón. La situación en la que se encontraba la archiduquesa de Austria acabó por sumirla en una mar de indecisiones. ¿Cómo conciliaría los deseos de sus padres con los de su marido?
Continuará...
Bibliografía:
Fernández Álvarez, Manuel: Juana la Loca, La Cautiva de Tordesillas, Espasa Calpe, Madrid, 2001.
Zalama, Miguel Á. Juana I. Arte, poder y cultura en torno a una reina que no gobernó. Centro de Estudios Europa Hispánica, 2010.
http://patrimonio-ediciones.com/en/facsimil/song-book-of-joan-the-mad
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http://www.themorgan.org/collections/works/IlluminatingFashion/manuscript.asp?page=45