Revista Bares y Restaurantes
Para hacer la primera entrada del año nos hemos ido, no muy lejos, a tomar un arroz. ¿Qué tendrá el arroz que tanto nos gusta? Nuestro plato más universal y social. El que arranca las conversaciones más profundas y por el que estamos dispuestos a linchar, metafóricamente, a quien sea capaz de ensuciar su buen nombre. Hay muchísimos sitios donde podemos tomar un buen arroz, de hecho, tardamos bastante en decidirnos a cual ir. Pero no hay tantos por el centro de Murcia, donde no tengamos que coger el coche y que presuman de hacer el de conejo y caracoles con sarmientos. Los Arroces de los Nueve Pisos quizás sea el más conocido y céntrico de todos. Por su situación y por la oferta de 25 euros menú cerrado con entrantes, bebidas incluidas (agua, cerveza, refrescos), arroz, café y postre, parecía una buena opción. Este sistema no es nuevo, hace más de veinte años Segismundo Amorós puso en práctica esta idea, un menú económico y cerrado, inamovible, aunque también nos dan la opción de ir a la carta. Una idea, como suele pasar con las ideas brillantes, que se ha extendido como la pólvora y ha hecho proliferar restaurantes con este sistema.Como íbamos a menú cerrado, solamente tuvimos que sentarnos, pedir las bebidas, que estaban todas incluidas mientras degustábamos los cuatro trozos de queso, fuet y almendras fritas que había de aperitivo y esperar a que nos fueran sirviendo la comida. Antes del arroz trajeron al mismo tiempo todos los entrantes. ¿Tendrán prisa en liquidar a los clientes y que no disfruten de la comida con la pausa que requiere? Lástima que el tiempo de cocción del arroz marque el ritmo de estos entrantes. Los aperitivos que sirven a ritmo frenetico, de presentación poco elaborada, son exactamente los mismos que desde hace más de una década viene sirviendo en los locales de los arroces de Segis, y consta de una ensaladilla rusa, pimientos rojos con ajo, ensalada murciana sin casi olivas, habas con jamón y para finalizar una sartén de huevos fritos con patatas a lo pobre para que nosotros rompiéramos. Para acompañar un maravilloso pan tostado con aceite que mejoraba estos entrantes.
El plato principal es arroz, obviamente, aunque nos dan a elegir entre varios; de conejo y caracoles, pelado, negro de sepia, de verduras o de pollo campero. Optamos por probar un par al ser una mesa amplia. Empezamos con el de gambas peladas, calamar y emperador. Un arroz que está a gran altura, de gran sabor a calamar y marisco, pero con poco socarraet, a mi pesar. La paella tiene una muy fina capa de arroz que ha sido sometida a las virulentas embestidas del fuego provocado por los vástagos de la vid, que tiñen las grandes sartenes dejando un grano suelto y estirado. El de conejo fue más normalillo, de color muy apagado, en ningún momento encontré los matices a monte, romero o tomillo que tanto las serranas como los sarmientos deberían aportar. Y fue en este preciso momento, al empezar con los arroces, cuando la comida se torció de manera incómoda llegando a ser desagradable. Quizás fuese el lleno absoluto del restaurante y los sarmientos ardiendo, calentando paella tras paella, o quizás la insuficiente efectividad de los extractores de humo, lo que provocó que en pocos minutos el comedor se fuese llenando de humo, llegando a ser bastante molesto para los ojos. Intentamos que abrieran la puerta, pero con cierta razón, los clientes de la mesa que había junto a esta, no querían pasar frío, aunque al final tuvieron que ceder ante la incomodidad y el escozor. Está claro que no querían que nos quedáramos mucho rato.Para cerrar la comida, un flan. Sin ningún tipo de adorno como nata, siropes y demás parafernalia, solamente flan y caramelo, lo que es de agradecer. Y como cierre un café y la cuenta que con el humo y el escozor de ojos lo que más apetecía era el aire libre de la calle, ni chupitos ni nada. Con la cuenta vino la sorpresa, al cobrarnos aparte una botella de vino que trajeron cuando pedimos un vino con casera. Sorpresa porque, si especifican que toda la bebida está incluida, el vino de la casa debería estar dentro de toda la bebida. Y si no es así, creo que nos deberían informar de este tramposo matiz y dejarnos pedir el vino que nos plazca. El precio era de 25 euros por menú, lo cual no es nada disparatado y las raciones de arroz no son cortas, aunque al final pagamos un poco más por el vino. El precio de los niños es la mitad, cosa que me pareció disparatada pues al decir que de los entrantes solamente le gustaban la ensaladilla y los huevos, decidieron no traer los otros tres. O traes una alternativa o sirves esas aunque sepas que no se las van a comer. En conclusión, creo que los Arroces de los Nueve Pisos sería una buena opción para comer arroz, sobre todo el pelado si mejoraran el trato al cliente, el servicio a las mesas y esos extractores de humo. No es agradable, al menos para mí, salir con toda la ropa impregnada de olor a chamuscado. El perfume a sarmiento lo aprecio en el arroz, no en mi ropa. Al menos me puedo quedar con la buena compañía de la que disfruté.
Restaurante Los Arroces de los Nueves Pisos.C/ Acisclo Díaz, 12. - MurciaTeléfono 968296126.