Coincidí con Miquel en el taller PIC.A de Mary Virginia Swanson y me gustó su carácter algo tímido y a la vez muy acogedor. Miquel vive de la fotografía comercial, sobre todo antes de la crisis, ahora aguanta como muchos de nosotros y a la vez invierte en conocimiento y busca caminos alternativos. Tiene un estudio bellísimo en Terrassa, hace proyectos decorativos y colabora con una agencia para el licensing de sus fotos comerciales. En este post quiero dejar en segundo plano todo lo anterior para concentrarme en hablar de su proyecto personal “estrella” de lo que se ha hablado ya bastante en Internet y que se titula “In the fields of gold”; a pesar de haber derivado ya un libro, este proyecto está todavía en curso y en este post Miquel me ha permitido publicar alguna foto todavía inédita de este trabajo.
La génesis de este trabajo ha sido bastante casual; sin ningún proyecto predeterminado y con el exclusivo placer de hacer fotografías, Miquel salía al atardecer por los alrededores de su ciudad. Un día que se le hizo tarde, descubrió los colores del paisaje en penumbra, gracias a las luces de la ciudad y se le abrió un mundo nuevo que empezó reiterativamente a fotografiar. En este escenario efímero, más adelante Miquel quiso también ambientar sus retratos de familiares y gente lugareña que nos hablan de sencillez, de libertad, de amor, de promesas, de traición, de inocencia, de nostalgia y de una Naturaleza que resiste al acoso del cemento y de las luces. Un paralelismo quizás muy fácil pero acertado con el texto y la música de “In the fields of gold” de Sting. Miquel todavía no había dado un título a este trabajo y un día, escuchando la versión que Eva Cassidy ha hecho de la canción de Sting (que aconsejo poner como fondo cuando veáis las fotos de Miquel), decidió el que después habría sido el título de su trabajo.
Me acomuna a Miquel la búsqueda de la soledad y del silencio porque ambos encontramos en ellos la belleza y la melancolía. Miquel dice: “existen lugares que de alguna forma invitan más que otros a recordar y sentir; no hay razón, solamente una sensación, puede que sea por una luz, por una atmósfera, o simplemente por algo inexplicable pero que me emociona, cualquier de esos motivos es una brillante excusa para montar la cámara con la esperanza de que un poco de ese algo intangible quedará expuesto en la imagen resultante. Cada fotografía es un pequeño susurro a los sentidos”.
La semana que viene el post hablará de uno de mis “maestros” fotográficos…