A riesgo de parecer pesada, aunque voy camino de conseguirlo, qué mejor que redondear la extensa biografía de los hermanos Marx con las reseñas de todas sus películas.
Reseñar una cinta protagonizada por Chico, Harpo y Groucho (siento dejar de lado a Zeppo) no es nada fácil, más que nada porque una tiende a olvidar el análisis del guión o la fotografía y se queda con las descacharrantes burradas de esos tres “elementos” que llenan completamente la pantalla. Así que no esperéis sesudas disecciones y dejaos llevar por ese universo cómico irrepetible tanto frente a como tras las cámaras. No os arrepentiréis.
Humor Risk fue la primera película protagonizada por los hermanos Marx, aunque lamentablemente no nos ha llegado ninguna copia conservada de la misma. La cinta en cuestión era muda y fue rodada con cuatro duros y por gente sin ningún tipo de experiencia lo que se tradujo en un fiasco total. Deberían pasar nueve años para que Chico, Harpo y Groucho volvieran al cine con la considerada su primera incursión oficial: Los cuatro cocos.
Los cuatro cocos (The Cocoanuts) cuenta la historia de un hotel de Florida al borde de la bancarrota y de cómo su dueño, Hammer (Groucho), tiene en mente vender los terrenos de Cocoanut Beach para intentar salvar los muebles. Paralelamente, se nos relata el romance entre Bob, un empleado del hotel que busca una oportunidad como arquitecto, y Polly, la hija de Sra. Potter (Margaret Dumont), una rica viuda que se opone a dicho noviazgo. La aparición de los golfillos Chico y Harpo darán lugar a toda una serie de equívocos que se complicarán con el robo de un valioso collar de la Sra. Potter.
Evidentemente, y como sucede en todas las películas de los Hermanos Marx, lo de menos es el argumento (simplón a más no poder) porque lo que realmente interesa es ver en acción a Chico, Groucho y Harpo y en menor medida a Zeppo que, la verdad, pinta muy poco completamente ensombrecido por sus hermanos.
La estructura típica de vodevil de Los cuatro cocos y de la posterior El conflicto de los Marx se irá clonando en la mayor parte de su filmografía: chico y chica que se quieren (normalmente de distinta posición social) a pesar de algún impedimento a su relación que acabarán superando (gracias a la ayuda de los Marx) hasta llegar a un final feliz; un simpático arribista que dice ser lo que no es; un italiano y uno que no habla sin un centavo en el bolsillo que causan una verdadera revolución allá por donde pasan; unas cuantas canciones; algún que otro baile; el malvado y/o malvada de turno; un número de piano de Chico y el de arpa de Harpo. Este esquema, como veremos más adelante, sufrirá alguna variación, sobre todo con la inclusión del personaje de la viuda (o soltera) rica.
Para rodar esta versión cinematográfica, la Paramount escogió a Joseph Santley y además contrató al director francés Robert Florey que tuvieron verdaderos problemas para “domar” a las cuatro fieras que, por primera vez después de 20 años, actuarían en un plató y sin público. Y es que se salían del encuadre por lo que se debieron utilizar varias cámaras; era difícil conseguir que todos ellos estuvieran preparados cuando tocaba empezar a rodar; improvisaban continuamente saltándose el guión a la torera y desconcertando a todo el equipo…
La mayoría de los actores que habían participado en la versión teatral repiten en la cinematográfica a excepción de los dos enamorados que fueron encarnados por Oscar Shaw (un horror) y Mary Eaton (ambos en la parte izquierda de la foto). Esta última lucirá un escotadísimo vestido en la parte final de la cinta, pero aquello eran otros tiempos y aún faltaba mucho para que la férrea censura estadounidense sacara la tijera.
Bob y Polly son muy cursis, empalagosos y plastas, pero no hacen más que interpretar unos roles arquetípicos que volveremos a ver en el resto de la filmografía de los Marx. A veces echa una de menos que los envenenados dardos verbales de Groucho no fulminen a estas parejitas…
Dejando un momento de lado la actuación de los Hermanos Marx, llaman la ateción los títulos de crédito iniciales, que se muestran como si se tratase del negativo de una película, y la utilización de la cámara en ángulo cenital para rodar uno de los bailes (coreografía de Busby Berkeley), creando un efecto óptico que luego sería explotado en algunos de los números musicales de, por ejemplo, Calle 42 (Lloyd Bacon, 1933) también a cargo de Berkeley. A continuación os dejo un ejemplo de ello:
En general, Los cuatro cocos parece más un experimento que una película propiamente dicha. Da la sensación, en muchos momentos, que lo que estamos contemplando es la grabación de una representación teatral, pero a lo cutre. Sirva de ejemplo el chapucero decorado que intenta reproducir una playa con sus palmeras, pero para ser justa debo confesar que la calidad de la copia a la que tuve acceso dejaba muy mucho que desear.
En fin, que olvidando todos estos aspectos que en una película de los Marx me importan bien poco, lo fundamental es que por primera vez podemos ver en acción a esos maravillosos gamberros. Y también es la primera vez que somos testigos del número de piano de Chico (y de cómo le “dispara” a las teclas); el de arpa de Harpo (“Cuando persigo a las chicas soy Harpo, cuando toco el arpa soy yo”); y la verborrea interminable y el bigote pintado de Groucho. ¿Qué más se puede pedir?
Los 42 años de Chico, los 41 de Harpo y los 39 de Groucho (Zeppo solo tenía 28) no les impiden desplegar sus impagables trucos verbales y mímicos habituales sobre los que podría estar escribiendo diez párrafos más. Pero por mucho que me esforzara solo conseguiría aburriros, puesto que es imposible describir con palabras la magia que irradiaban estos tres tipos nietos de un ventrílocuo y una arpista. Así que ahí tenéis unas cuantas imágenes (lamento su calidad) para que vayáis abriendo boca:
. Los empleados del hotel piden al director que les pague su sueldo. Hammer (Groucho) utiliza su verborrea habitual para quitárselos de encima.
. El encuentro entre Hammer (Groucho) y la Sra. Potter (Margaret Dumont). Desternillante.
. Llegan dos nuevos ¿clientes? Chico y Harpo. Atención a este último…
. Hammer le declara su amor (interesado) a la Sra. Potter. ¡Qué paciencia la de esta mujer!
. Hammer y Chico planean amañar la subasta de terrenos. Lamentablemente Hammer ha escogido a un compinche un tanto despistado.
. La surrealista fiesta de disfraces. Madre mía, qué discursos…
Para ver la ficha de la película, pincha aquí.
Briony