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Los delincuentes salvajes

Por Francescbon @francescbon
LOS DELINCUENTES SALVAJES¿Llegué a publicar un post sobre los libros en rojo de Anagrama?. Pues creo recordar que sí, creo que fue por un libro de Vila-Matas, puede, pero no lo voy a mirar, porque prefiero escribir un poquito más y quedar como un perezoso funcional pero como un blogger vocacional. Prefiero parecer ligeramente olvidadizo de si todas las cosas que pasan en mi cabeza llegan a la publicación y que no se me escape alguna frase de esas que formen parte de mi testamento ideológico.En todo caso, Plata quemada solo hace que agrandar la leyenda sobre la elección de este color. Porque es una novela estupenda que se lee cagando leches. Incluso cuando te cuesta enfrentarte a la terrorífica jerga usada para poner en boca de sus patibularios personajes. Que entiendo que debe ser (otro indicio de mi pereza sería no mirarlo; pero ya van diez líneas más) lunfardo más jerga carcelera más localismos argentinos de esos que convertían los primeros diez minutos de Nueve reinas en un tour de force. En todo caso, a la que uno se habitúa a las acepciones de la palabra moverse, levantarse, cogerse, a las palabras transa, pana, a otros centenares que Piglia usa con todo orgullo (no porque no tenga que tener orgullo, todo lo contrario, porque no teme que ese lenguaje aleje a lectores timoratos y asustadizos), entonces se da cuenta de que esa novela es inconcebible usando castellano neutro, es estúpido neutralizar algo que es tan intrínseco a la obra como el castellano antiguo a Cervantes. Tocar una sola letra sería estúpido, igual que incluir un glosario. Señores lectores no argentinos: búsquense la vida, usen las neuronas, usen capacidad deductiva, con un mínimo es más que suficiente. Nadie debe   argumentar dificultades de mínima importancia para perderse una novela así.Que, ya que estamos, es dinámica, rápida, urgente, anfetamínica, con un muy extraño sentido poético, tanto sentido poético como que el saber popular llame los nihilistas a un grupo de asaltantes violentos,  erráticos, tóxicos para todo el mundo empezando por ellos mismos, ingenuos, expectantes, de vuelta de todo pero al fin y al cabo coherentes. Si esa fue la realidad o Piglia la ha maquillado un poco, casi, señores, da igual. El resultado es fantástico. Espero que los argentinos lo encuentren tan clásico como yo.

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