Revista Opinión

Los delirios de Israel

Por Héctor
Los delirios de Israel
Netanyahu vuelve a dilapidar cualquier posibilidad de éxito del proceso de Paz. Es por todos nosotros conocido ya el esperpéntico espectáculo que protagonizó el Gobierno Israelí esta semana, con la autorización a sus militares al asalto de una "flotilla" con material humanitario que se dirigía a Gaza. El barco, lleno de comida, material para la reconstrucción... periodistas, miembros de ONG y activistas pro palestinos, fue asaltado en aguas internacionales impidiéndose su llegada a Gaza, además provocando un duro abordaje que se saldó con varios muertos y decenas de heridos. Isarael se defiende ante la (insuficiente) bronca internacional (que aún así no es poca) alegando en un principio que en el barco iban armas y terroristas a territorio conflictivo, y ahora se defienden que dejar pasar esa flotilla significaría ningunear el bloqueo que el estado Israelí tiene sobre la franja de Gaza. Como viene siendo costumbre, no voy a perderme en la situación actual, sino que repasaremos algunos capítulos y datos de la historia de este conflicto.
Netanyahu ya fue el encargado de dilapidar cualquier posibilidad de Paz en Oriente Próximo. Este líder representa el sionismo más conservador e integrista entendido desde su fundación a finales del siglo XIX por Theodor Herzl. Al igual que desde occidente vemos indeseable las facciones del integrismo islamistas, no me parece por que no despreciar el mismo integrismo por parte de las instituciones de Israel. Parafraseando a Woody Allen, debo estar de acuerdo con él en mi no comprensión con el sentimiento que generan las religiones de pertenencia a un "club" y todo el que no esté en ese club es "de los otros", a los que además hay que odiar y desear lo peor, ni siquiera la indiferencia es válida (y ojo a los laicos o ateos, por que este sentimiento absurdo que genera odio irracional entre las personas está presente también en los nacionalismos y en el deporte, sobretodo el fútbol). El sionismo que representa el señor Netanyahu (recordemos que la mayoría israelí que vive en el Estado de Israel es laica), los sectores más conservadores religiosos, el sector financiero y los lobbys del armamento fueron los que se encargaron de eliminar en 1995 a Isaac Rabin (líder israelí a favor de la Paz en la zona y dels sector más progresista) a un mismo compatriota, como al líder Egipcio Sadat (islamismo sufí tolerante) cargándose así cualquier posibilidad de acuerdo por la Paz en Oriente Próximo. A la subida de Netanyahu al poder en el 1996 (por primera vez) éste ignoró los acuerdos por un proyecto de paz alcanzados en Oslo en 1993, así como siguió expandiendo el territorio judío por la zona, fundando nuevos asentamientos de colonos en zona palestina. En Gaza unos 5000 colonos extremistas judíos vivían ocupando el 40 % del territorio y protegidos por 4000 soldados. Mientras, en el territorio restante, un millón de palestinos viven de forma infrahumana en su mayoría. Así pues, por ocupación, por colonialismos, Israel procede a un bloqueo en la zona (como medida para evitar tensiones entre los "vecinos" judíos y palestinos) y el estado Israelí es el encargado de suministrar lo necesario en la zona. Es tristísimo como de esta forma, y mediante la política del miedo (al caos, al terrorismo... que por otro lado el estado israelí alimenta) Israel se afianza en un terreno de forma ilegal y además empieza a controlar todo lo que pasa en ella, sin que a nivel internacional nadie levante la voz, o si lo hacen, al menos, no se quede en una queja formal.
El estado de Israel es otro tema. La idea del Herzl de "un pueblo sin tierra para una tierra sin pueblo", ha resultado ser en su aplicación en 1948 una gran falacia. Después del Holocausto se produjo una gran migración y flujo de judíos por todo el mundo. Desde Europa y Rusia básicamente los nuevos destinos fueron EE.UU y sobretodo un nuevo Estado de Israel, dando así respuesta en 1948 a la utopia del fundador del sionismo Theodor Herzl. Este nuevo estado no fue solo un proyecto nacional, sino que también moral, incluso histórico, aglutinando de nuevo judíos después de la diáspora. Pero el terreno que ocuparon, la tierra prometida, resulta que no estaba vacía ni desocupada. Inglaterra que custodiaba la zona se desvinculó en seguida de la zona cuando Israel, a partir de unos asentamientos arrebatados en su mayoría a palestinos, quiso fundar su Estado. En la declaración de independencia leída por David Ben Guirón se declaraba que "El Estado de Israel asegurará la más completa igualdad social y política a todos sus habitantes sin distinción de religión, raza o sexo". Esta premisa no ha sido respetada jamás. Es más, los asentamientos de Israel (que con los años han ido expandiéndose de forma colonialista, ocupando más terrenos) han supuesto un flujo migratorio palestino, una diáspora árabe (aunque una minoría palestina es cristiana). Muchos palestinos se han visto obligados a abandonar sus casas, su territorio (o decidir vivir allí como ciudadanos de segunda, en lo que un día fue su casa) y migrar a otras zonas, como Irak o Irán. Esto, además, ha creado otros conflictos por su parte, por que los palestinos en su mayoría árabes, son sunníes, y las facciones árabes más integristas de esas zonas son chiíes, por lo que la convivencia entre ambos no ha sido muy cómoda o llevadera. Así pues Israel ha provocado estos flujos de migración, ocupando unos terrenos, y potenciando tensiones entre diferentes grupos árabes entre sí (cabe recordar lo que pasó en 1994 en Ruanda, que es lo que pasa cuando pones en un mismo territorio dos facciones rivales).
Con Netanyahu, mal arreglo veo al asunto. Simón Peres, su contrincante político en Israel, ha reconocido que "los Palestinos necesitan un Estado". Este hecho es básico para la paz en la zona, y el actual primer ministro Israelí está lejos de reconocer tal cosa, incluso me atrevería a decir (y hablan los hechos) que lejos de cumplir las ordenanzas y exigencias internacionales (ya sean por EE.UU, O.N.U, O.T.A.N. ... u acuerdos previos a los que Israel se comprometió y firmó), este hombre no hace más que provocar problemas añadidos a las relaciones entre ambas partes.

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