Revista Política
De regreso de un viaje vacacional por la hipercivilizada Suiza, durante el cual lo único que he sabido de España es que sus clubs de fútbol siguen blanqueando dinero a tutiplén con fichajes de jugadores que dejan boquiabierto al mundo mundial, me encuentro con la actualidad acostumbrada: chorizos, personajillos, incultura, mala educación... España.
Con todo, en la menestra de mierda habitual una noticia amenaza con convertirse en la canción del verano 2011: el desmantelamiento de la trama de corrupción montada en la Sociedad General de Autores de España (SGAE). Se veía venir, y tarde o temprano tenía que reventar ese grano de pus. Resulta que los principales responsables de la SGAE contrataban servicios con empresas previamente creadas por ellos que gestionaban cosas como la división SDAE, dedicada a recaudar todo lo recaudable y más allá en cuanto tuviera que ver con el mundo digital. Así que los tipos que no pararon hasta conseguir que los consumidores paguemos el famoso cánon digital como sospechosos de hacer "mal uso" de los soportes digitales que adquirimos, han robado decenas o quizá cientos de millones de euros gracias precisamente a las empresas subcontratadas para manejar todo el tinglado recaudatorio. ¡Qué genios, los tíos!.
Las conversaciones telefónicas grabadas a estos delincuentes -escribo delincuentes, sí: me niego rotundamente a llamarlos presuntos-, abundan en la línea expresiva popularizada por sus colegas de la trama Gürtel: ahí se habla de "pasta" en vez de dinero, de los "idiotas del Ministerio de Industria", de que en el de Cultura "no se enteran de nada", de que "éstos (los socialistas) están de retirada" y por tanto hay que irse preparando para los que van venir, etc. Miseria moral en dosis de caballo.
De todos modos a quién le puede extrañar que pasen estas cosas, cuando la gestión integral de un asunto de interés público estratégico se privatiza en régimen de monopolio. Organismos como la Sociedad General de Autores, la ONCE o la Lotería Nacional no pueden nunca ser objeto de explotación privada monopolística, so pena de abrir una autopista nueva en el mapa de carreteras de la corrupción en España.
Y atención, porque los buitres carroñeros, es decir el Partido Popular y la perrera mediática, ya están a lo suyo: criminalizar a todos los autores, "los de la ceja" como dicen ellos, es decir, a los rojos artistas e intelectuales que en algún momento apoyaron a Zapatero. La batalla política y mediática que esa escoria ha comenzado a dar no es obviamente para que se aclaren los hechos y paguen los culpables -el señor Eduardo Bautista y cómplices directivos-, sino porque de una vez se fusile al amanecer a cuanto escritor, director de cine o cantante osó en su día firmar un manifiesto en apoyo al PSOE y sobre todo, en contra del PP. Una vez más estamos en lo de siempre, el guerracivilismo de la derecha franquista española.
Y mientras tanto Francisco Camps, Rita Barberá, Esperanza Aguirre y el resto de gurtélidos en la calle, tan tranquilos, riéndose de todos nosotros. España, ya digo.