El suicidio sigue siendo un tema tabú para la sociedad a pesar de que cada año se producen más de 3.000 muertes por esta causa en nuestro país, según los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE). Con motivo del Día Mundial de la Prevención del Suicidio, que se celebró el pasado 10 de septiembre, la mirada se centra en los adolescentes por el gran número de casos que, cada año, optan por quitarse la vida a consecuencia de la tristeza, la depresión y el sentimiento de no poder enfrentarse al mundo.La psicóloga Lara Pacheco, del Centro de Investigación y Terapia Cenit Psicólogos, asegura que hay numerosos factores que pueden provocar que un adolescente, o un adulto, tome una decisión tan drástica. «La parte genética, la sociedad y los factores vitales son los principales».Indica que los padres deben estar en alerta al observar que sus hijos experimentan un cambio brusco de comportamiento «que no tiene por qué tratarse de un empeoramiento en su conducta, también pueden volverse más retraídos socialmente, hacer alusión a que nada merece la pena o mostrar una apatía ante cosas que antes les gustaba hacer. Un día, de repente, pueden manifestar que su vida ya no tiene sentido, decir que no sirven para nada o que no hacen nada bien. Son llamadas de atención a las que la familia debe prestar atención y dar respuesta».
¿A quién pueden acudir los padres?
La comunicación entre padres e hijos resulta esencial. «Si el niño o adolescente está sufriendo, la familia debe hablar de ello de manera conjunta para evitar que el problema se mantenga oculto por miedo, por parte de hijo a contarlo y de los padres a no saber qué hacer».
Los datos del INE llegan hasta 2011 por lo que no se puede valorar la incidencia reciente
¿A quién acudir si los padres notan alguna de estas señales? «El psicólogo es un apoyo importante pero el médico de familia, que es quien ha de derivar al paciente al especialista, juega un papel clave. Cada centro elabora su propio plan de actuación, pero lo principal es poder hablar con el adolescente» asegura la experta.Hay muchas variables que pueden desencadenar en una conducta que persiga el suicidio: niveles de ansiedad altos, sentimientos de desesperación que llevan a creer que nada va a poder cambiar nunca o los recursos económicos, porque con la aparición de la crisis las demandas de los hijos no pueden ser satisfechas por los padres como antes, por lo que es necesario explicarles la nueva situación financiera de la familia. También influyen los trastornos no atendidos (una depresión, por ejemplo) y factores indirectos (notar que algo ha cambiado en su entorno familiar, escolar o afectivo).
La escucha activa resulta terapeútica
Alfonso Echávarri, psicólogo y coordinador de programas en el Teléfono de la Esperanza de Navarra indica que los adolescentes, al no tener construida toda su personalidad, son más vulnerables ante el suicidio «esto les hace gestionar de forma poco adecuada las relaciones afectivas y pueden tender a la incomunicación».
Las llamadas al «Teléfono de la Esperanza» pidiendo ayuda han aumentado
Asegura que entre el sector joven, de los dieciocho años en adelante, han aumentado las llamadas pidiendo ayuda. «Lo que intentan es hacer partícipe a otra persona de su sufrimiento. La escucha activa les resulta muy terapeútica y les libera de mucha presión a pesar de no conocer a la persona que hay al otro lado del teléfono».Como dato significativo asegura que «han aumentado notablemente en los últimos años las llamadas de padres con un creciente interés por formarse y ser mejores padres».http://elmundotlp.blogspot.com/es