Revista Historia

Los impostores.

Por Nesbana

Los impostores.¿Qué es estafar? ¿Qué es un impostor? ¿Y un timador? Recientemente veía una película pendiente del conocido cineasta Ridley Scott, encumbrado por sus éxitos como Alien, el octavo pasajeroBlade Runner, Gladiator, Hannibal, etc. Esta vez tocó Los impostores, dirigida en 2003 y con Nicolas Cage a la cabeza del reparto. Es una narración perfecta que tiene los ingredientes fundamentales para convertirse en una película de agrado para el público. La trama se basa en una historia de dos impostores, Nicolas Cage y Sam Rockwell, que basan su vida en la mentira y el engaño, atribuyendo un valor ficticio a algo inexistente y saqueando a pobres ilusos que anhelan una vida mejor. La historia se desenvuelve de forma cerrada y tiene un giro inesperado completando la narración, de la misma forma que ocurre en Shutter Island (Martin Scorsese, 2010), en este caso con Leonardo DiCaprio.

Los impostores.
Nicolas Cage tiene una gran maestría en el arte de la estafa, como se puede ver en sus magistrales delitos, y evoca de forma preocupante la estafa y el engaño que vivimos en nuestra sociedad. Mineros en armas, bancos rescatados, selecciones de fútbol victoriosas, subidas de impuestos, aplausos en el Congreso, recortes y más recortes. No es necesario seguir enumerando todas y cada una de las desgracias con que nos bombardean los medios de comunicación, creando una realidad que, si bien es cierta, también es sesgada. La crisis, o como quieran llamarla, no es algo venido del más allá, sino provocada. Gestada, provocada y consentida por personas con nombres y apellidos, por instituciones, y por la desidia de todos. Es terrible ver cómo hay sectores sociales que todavía no aceptan que esta crisis es una de las mayores estafas de nuestras vidas y que la realidad creada y ofrecida por los políticos en los medios de comunicación es únicamente un constructo de este engaño para embaucarnos y hacernos partícipes de este desmantelamiento, palabra también muy usada recientemente. El lenguaje forma la percepción de la realidad con una forma pensada cuidadosamente por una oligarquía política y financiera que acecha. Las tesis conspirativas pueden parecer exageradas pero la realidad no es mucho más halagüeña y el problema ahora no se centra exclusivamente en la llamada “salida de la crisis” sino en la vivencia de la misma por la ciudadanía y en el estado de ánimo desgarrado, vacío y sin atisbo de luz al final de este túnel. A pesar de todo siempre quedará la felicidad del ignorante, del engañado, del timado, y su abulia repugnante.


Los impostores.

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