Uno de los aspectos más importantes que debe haber en un trabajo es la presencia de un jefe que genere un buen ambiente laboral. Contar con un buen líder que reconozca la labor de sus subordinados no solo los estimula mentalmente, motivándoles a realizar mejor su trabajo, sino que también es un factor determinante para la salud de éstos.
Un estudio llevado a cabo por el Instituto Finlandés de Salud Laboral (Helsinki), ha demostrado que los empleados satisfechos con su trabajo contraen menos enfermedades, cogiendo así menos bajas por temas de salud. Concretamente, el 27% tienen un menor riesgo de padecer una enfermedad, y un 46% menos posibilidades de coger baja por discapacidad.
Sin embargo, no todo el mundo cuenta con esta suerte, y la presencia de jefes tóxicos es más común de lo que pensamos. Este tipo de supervisores contribuyen notablemente la aparición de enfermedades como el estrés, la ansiedad, la salud psicológica e incluso el bienestar físico de sus trabajadores, lo cual se traduce en un mayor coste para las compañías, pues estas bajas requieren gastos médicos, pérdida de productividad y talento, mayores costes en seguridad, etc.
Pero, ¿qué es lo que lleva a los jefes a comportarse de este modo? Las causas son diversas.
Tal y como nos cuenta Sherry Moss, profesor de la escuela de Negocios de Wake Forest University, las actitudes de acoso por parte de los jefes pueden ocasionarse debido a estrés, presión a la que pueden estar sometidos por sus propios jefes o a que no exista una buena relación con los trabajadores y esto desemboque en un abuso del poder. Estas agresiones pueden darse de forma puntual, como consecuencia de un mal control de las emociones por parte del líder, o continuadamente.
En este último caso, Moss explica que el comportamiento podría deberse a la teoría de la “dominancia social”. Esta teoría sostiene que determinadas personas tienden a tener una visión del mundo como un entorno continuamente competitivo, y atraídos por profesiones o instituciones que refuerzan las jerarquías sociales, suelen discriminar a aquellas personas con un estatus menor.
Por otro lado, aquellos empleados con actitudes más negativas, hostiles o vulnerables son más propensos a sufrir ataques por parte de sus supervisores.
Y, ¿cómo evitar estas situaciones tan perjudiciales para el ambiente laboral? Es muy importante crear culturas donde la dominancia social no sea reforzada, sino todo lo contrario. Se debe promover la satisfacción del trabajador, así como generar sistemas de incentivos para aquellos jefes que estimulen el talento y productividad de sus subordinados. Un sistema basado en el respeto, la humildad y la estimulación de los empleados es sinónimo de éxito.