Revista Comunicación

Los más odiados de la cima televisiva

Publicado el 27 noviembre 2014 por Reino Reino De Series @reinodeseries

No falla. Cada temporada de premios que se precie tiene nominados perpetuos y su correspondiente cabreo por parte de la comunidad seriéfila, a los que nos va más un debate que a Pablo Iglesias. Y ¿quiénes son los Meryl Streep de la tele americana? Hay bastantes, pero entre sus niños/as bonitos/as, dos o tres que soliviantan los ánimos de los fans: Claire Danes y Jim Parsons, como actores, y Modern Family como mejor comedia, guión, dirección y mejor todo humorístico.

Los más odiados de la cima televisiva

"Porque yo lo valgo"

 Este es el momento del mea culpa y de reconocer nuestros pecados: cada vez que se alzan con un Emmy o con un Globo de Oro, nos retorcemos en el sillón, nos enfadamos en plan Hulk y llenamos las redes sociales de improperios y/o halagos a sus competidores porque nos parece un robo que el galardón siempre vaya a parar a las mismas manos, siempre que esas manos no sean las de Bryan Cranston, Julianna Margulies o Allison Janney, en cuyo caso nos parece perfecto.
Pues bien, dos meses después de que comenzara la temporada 2014/2015 ya se puede decir, alto y claro: esta gente merece sus premios. Los últimos capítulos de la vilipendiada Homeland, que pasó de octava maravilla del mundo a lo peor de la humanidad por obra y (poca) gracia de su tercera temporada, ha levantado el vuelo. “Ya no es lo que era”, he leído en redes (sociales, no las de Punset). Pues claro que no. Porque la serie tiene ya cuatro años y ha seguido su camino. Y el de este año, muy bueno. Y con una Claire Danes que se sale, sí. ¿Que molesta que sea tan perfecta? Puede. A mí me pasaba con Laura Linney en The Big C, que estaba tan soberbia que hasta te sentaba mal. Claire, como Laura y otras tantas, se presentan a nosotros como las primeras de la clase, como las niñas repelentosas a las que todo sale bien. Dicho esto, son las primeras por algo. Y este año prometo no enfadarme cuando Carrie Mathison vuelva a todas las quinielas como personaje favorito en la categoría de drama.

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Dos globos muy globos

Y entre las comedias, pocas risas. Así como en los States se venera todo lo que tenga que ver con La Teoría del Big Bang (con la de Chuck Lorre), aquí se sigue con la misma fruición que se pone a parir. En un país, el nuestro, donde la excelencia se condena y se trata de cortar la cabeza al que destaca, Jim Parsons ha sido blanco -muy blanco- de toda crítica cada vez que se lleva un Emmy a casa. ¿Es tan memorable su recreación de Sheldon Cooper? ¿No es exagerado tanto reconocimiento? Pues, sí y no. Una cosa es que la misma dinámica y las mismas bromas puedan cansar durante ocho años de emisión y otra distinta que su reparto, especialmente Parsons, siga brillando a un nivel inusual, sin síntoma alguno de agotamiento -aunque, claro, a millón de dólares por capítulo, cualquiera se cansa-. Sheldon Cooper ya es un personaje clásico de la historia de la televisión y sobrevivirá a la propia serie, si es que ésta algún día se acaba.

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Un matrimonio que se ríe... de todos

Tres cuartos de lo mismo con Modern Family. No estoy yo por la labor de tirarles la primera piedra, como cantaba Mecano. Porque, tras cien capítulos, esta familia disfuncional no solo sigue funcionando, valga la redundancia, sino que lo hace de forma sublime. Los actores están de diez, los guiones están de diez, la dirección está de diez... Tanta perfección cansa, estoy de acuerdo. Y puede que me ría más con Parks and Recreation o Brooklyn Nine-Nine. Pero eso no es obstáculo para tener que acabar rendido a los Pritchett y disfrutar cada capítulo como si estuvieran aún en su primera temporada (el último de Acción de Gracias es digno de Robert Altman).
Así que, en las próximas galas de entrega de premios, evitemos abucheos y tratemos de no tirar nada a la pantalla, que las manchas de tomate salen mal. Claire Danes, Jim Parsons y Modern Family van a estar en las categorías de nominados y en las quinielas de favoritos. Dejemos la fase de la negación y entremos en la de la aceptación.

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