Se supone que en nuestro país existe derecho a la información y libertad de expresión. Se supone que los médicos y doctoras tienen libertad para aconsejar a sus pacientes los tratamientos que les convengan. Se supone que en España las vacunas y otros servicios médicos, por lo general beneficiosos, son voluntarios. Se supone y así es pero hay quienes quieren que no sea así.
Lo habréis visto o leído, el Colegio de Médicos de Barcelona (COMB) ha propuesto suspender del ejercicio a los profesionales que avalen y promuevan los discursos antivacunas ante sus pacientes teniendo en cuenta que “incumplen” el Código Deontológico. Propone además algo así como la delación, que la ciudadanía denuncie a esos facultativos.
Lo primero que me llama la atención es el concepto “antivacunas”. En el diccionario de la Real Academia no existe y sin una definición clara es muy dificíl ponernos de acuerdo. Debemos suponer entonces que antivacunas es estar EN CONTRA de TODAS las vacunas. Pero mucho me temo que ese no es el problema.
En los últimos catorce años que estoy dedicando a investigar las prácticas de la industria farmacéutica y la corrupción en el ámbito de la salud sólo he conocido a un profesional de la medicina que me haya dicho que no le satisface ninguna vacuna y fue en una conversación informal (ese tipo de personas además no suelen estar en contra de las vacunas sino a favor de la libertad de elección, es decir no imponen su criterio, informan, opinan y el paciente elige).
Pero como escribo ese no es el problema. El asunto es que al albur de internet y las facilidades que ofrece para garantizar el derecho a la información de la población y la libertad de expresión, están teniendo eco las críticas a ALGUNAS vacunas y modos de desarrollar las inmunizaciones. Y esa crítica es la que se intenta acallar metiendo miedo.
La crítica buena, la seria y rigurosa pues en esto también hay demagogia, está haciéndose con calidad científica y es que los hechos no lo ponen difícil. De aquellas lluvias estos lodos. Algunos advertimos en 2010 que el pelotazo que dieron los laboratorios fabricantes de las vacunas para la gripe A pasaría factura a la buena imagen que por lo general tienen las vacunas. Y así ha sido.
Por cierto, que la Organización Médica Colegial (OMC), que suma a todos los médicos y doctoras de España, arremetió contra la campaña de inmunización de la gripe y el “despilfarro” en vacunas.
Otro pelotazo que socava la buena imagen de las vacunas y la credibilidad de los programas de inmunización es el que dos farmacéuticas están dando con la vacuna del papiloma. Todo apunta a que será uno de los mayores escándalos sanitarios. Falta de efectividad, cuestionada necesidad al menos en España, daños graves y muertes asociados a la misma completan el rosario.
Japón ha estudiado en profundidad sus reacciones adversas y ha dejado de recomendarla y la Agencia Europea de Medicamentos (EMA) estudia dos graves efectos secundarios pero se continúa mintiendo a los profesionales sanitarios. Hoy mismo una ginecóloga me envía el documento de consenso que avala la práctica clínica con esta vacuna en su servicio. Puede leerse:
ausencia de efectos adversos graves causalmente asociados a la recepción de la vacuna”.
En Japón y en la EMA tiene otros datos. Y también en los juzgados españoles en los que estamos demandado a Sanidad y a los fabricantes.
Otro esperpento se ha producido en los últimos años con la vacuna de la varicela. En el “culebrón” de la aplicación de la vacuna de la varicela a los 12 meses ha ganado el laboratorio fabricante Sanofi Pasteur Merck, Sharp and Dohme (MSD). Su campaña de lobby se ha impuesto a las pruebas científicas que descartan la eficacia de esa medida y sustentan la práctica de vacunar a partir de los 12 años de edad a quienes no hayan pasado de manera natural la enfermedad.
Así que el problema no es que existan “antivacunas” sino que los peores son ejecutivos de compañías fabricantes de vacunas innecesarias, inefectivas e inseguras y altos responsables de las adminstraciones públicas que les hacen de comerciales. Estos son quienes están dañando de manera sistemática la credibilidad de los sistemas de vacunaciones forzando los mismos y permitiendo la entrada en ellos o la vacunación con productos cuando menos dudosos (anda que no hay literatura científica independiente y de calidad que muestra la bajísima eficacia de la vacuna de la gripe). Que el COMB actúe contra ellos.
A mí todo esto me suena a que hay una porción del negocio en peligro y quienes no quieren perderlo mueven a sus peones. La estrategia es cortoplacista, meter miedo para guardar la viña. Se pretende el pensamiento único, lograr la hegemonía de la “línea editorial” de las industrias del ramo.
Se busca el dogma científico, que no haya debate, ni la más mínima crítica a ninguna vacuna ni a los sistemas de inmunizaciones como están diseñados (se hacen sin transparencia ni control democrático alguno por la ciudadanía).
Se trata de bloquear el debate científico racional sobre vacunas con la excusa de la ciencia. Jaume Padrós, presidente del COMB y portavoz de la ocurrencia, ha instado a la monja benedictina Teresa Forcades a “poner en duda las vacunas en los foros científicos, que es donde se debe hacer”.
Cuánto cinismo o ignorancia. La organización del XVII Congreso Internacional de Investigación en Cuidados celebrado en noviembre de 2013 en Lérida (Cataluña), cedió a las presiones de varias “sociedades científicas” y censuró la intervención de Forcades, que iba a abrir el congreso con una ponencia científica sobre la vacuna del papiloma.
Se reprende al médico Juan Gérvas y se le incluye entre los “antivacunas” cuando ha dejado constancia hasta la saciedad de estar a favor de las vacunaciones pero no de todas las vacunas ni de cualquier modo sino de las que se demuestre, estudios científicos en mano, que son necesarias, efectivas y seguras y aplicándolas con la mayor racionalidad.
También se ha incluído en el concepto, usado como insulto, al catedrático de Salud Pública Carlos Álvarez-Dardet, que no ha puesto en duda las inmunizaciones, sólo ha levantado su autorizada voz para pedir una moratoria en la aplicación de la vacuna del papiloma. Se mira de reojo a los profesionales por la ética y la transparencia de la Plataforma No Gracias y quién sabe si también se considerará algún día “antivacunas” a la citada Organización Médica Colegial por contradecir al Colegio de Barcelona y ha dicho que no suspenderá a los médicos que critiquen la eficacia de algunas vacunas.
La campaña anti “antivacunas” se hace desde el cientifismo o fundamentalismo científico, que se escuda en la ciencia (sobre todo aquella que le da la razón) para intentar imponer productos o servicios de las diferentes industrias. Por encima de los intereses de las personas.
Leed este artículo del epidemiólogo Antoni Trilla en la revista Medicina Clínica, paradigmático de la visión de la industria farmacéutica (en mi opinión) sobre vacunas. Por cierto Trilla, flaco favor le haces a los valiosos y jóvenes investigadores que hay en España si como indicas en la declaración de conflictos de interés del texto no has recibido honorarios de Pfizer por colaborar en un ensayo clínico sobre la vacuna antimeningocócica.
Spain is diferent. Es enorme el contraste con lo que se publica, por ejemplo, en Nature o por PLOS Medicine o por el European Center for Diseases Prevention and Control. En el editorial de Trilla se sugiere que GripeyCalma fue un “grupo antivacunas”.
Los profesionales sanitarios que impulsaron dicha iniciativa lograron un gran impacto crítico con el pelotazo que estaba produciéndose pero de antivacuna nada (algunos incluso luego han emprendido campaña contra la homeopatía).
Se ha abierto la veda de la caza del hereje. Quien no profese la religión cientifista será perseguido por la policía del pensamiento en vacunas. No hay crítica, no hay democracia.
Trilla también sugiere que el problema de los brotes de tos ferina se debe a los antivacunas, en contra de los hechos. Por supuesto, se mezclan todas las vacunas, como si fueran homogéneas (respecto a enfermedades infecciosas, es como creer que los antibióticos son todos iguales), sin matices.
El colmo de los colmos ha sido cuando en los días de “caza del antivacunas” a raíz del desgraciado suceso del niño fallecido en Olot por la difteria y que no había sido vacunado, en los medios de comunicación se sacó a las personas integrantes de la Asociación Afectados x Vacunas tildándolos, como no, de “antivacunas”. Tuvieron que difundir una nota de prensa para recordar que ellos inmunizaron a sus hijos con TODAS las vacunas de los calendarios y algunas más no incluídas en ellos (luego algunos fallecieron o quedaron inválidos). ¿También son “antivacunas” las familias que cuentan su nefasta experiencia?
Durante esos dramáticos días sé de un periodista que también fue tachado en algunos medios de prensa de “antivacunas” por haber publicado un libro crítico con los sistemas de vacunaciones (libro en el que manifiesta estar a favor de las vacunas necesarias, efectivas y seguras).
La muerte del chico de Olot desató una razzia durante varios días en los que recibió insultos y vejaciones de todas las calidades, se le responsabilizó de la muerte del niño e incluso fue amenazado de muerte. Vaya, que para salvar vidas con las vacunas (cosa que sería absurdo poner en duda) hace falta ¿matar? a quien ose criticar lo más mínimo los sistemas de vacunaciones con la sana intención de que se mejoren.
Las vacunas necesarias, eficaces y seguras son un bien social demasiado importante como para dejarlo en manos de religiosos cientifistas e industriales.