Revista Expatriados

Los mejores y los más brillantes (4)

Por Tiburciosamsa

En noviembre de 1963, el Presidente Kennedy bienafianzado en la Presidencia y con perspectivas de ganar un segundo mandato, yaestaba trazando planes para los años venideros: menos énfasis en la Guerra Fríay más atención a los temas sociales. En ese contexto Vietnam parecía cada vezmás un inmenso error, agravado por el hecho de que Kennedy había perdido laconfianza en sus militares y en sus pronósticos optimistas. Es más que probableque Kennedy hubiese dedicado su segundo mandato a buscar la manera de salir deVietnam con algo de dignidad. No tuvo esa oportunidad gracias a… ¿Lee HarveyOswald? ¿la CIA? ¿la Mafia cubana? ¿Groucho Marx? Nunca lo sabremos a cienciacierta. Lo que sí sabemos es que el 24 de noviembre Kennedy estaba criandomalvas y su sucesor era el Vicepresidente Lyndon B. Johnson.
Johnson era el ego hecho persona. Si John Wayne no hubiera existido,habrían llamado a Johnson para que interpretase sus papeles. Johnson era eltípico tejano que cree en la acción, en la fuerza y en las cosas hechas a logrande. Johnson accedió a la Presidencia después de tres años de ninguneo en elpuesto ceremonial e irrelevante de Vicepresidente. Sus prioridades serían: 1)Salir elegido Presidente en las elecciones de 1964; 2) Sacar adelante suproyecto de la Gran Sociedad, que buscaba integrar a los más desfavorecidos; 3)Conseguir un segundo mandato en 1968. En este contexto, Vietnam era unadistracción molesta. Era un tema que debía quedar relegado hasta después de laselecciones. Y más importante, había que impedir que los republicanos loconvirtieran en cuestión electoral. 
Mientras el Presidente decidía que quería mantener el tema vietnamita adistancia, los militares decidieron explorar si Johnson pretendía ponerles lasmismas cortapisas a su libertad de acción que Kennedy. A comienzos de 1964 lepresentaron el siguiente cuadro: el problema era militar y no político; EEUU yVietnam del Sur estaban a la defensiva a causa de las restricciones que EEUU sehabía autoimpuesto en el uso de la fuerza; la solución era escalar y darle duroal norte. Al tiempo que presionaban en favor de una mayor dureza, los halconeslograron en los primeros meses de 1964 ir apartando a todos aquellos que en elDepartamento de Estado, en el de Defensa, en la Casa Blanca y en otrasinstancias, habían mostrado sus dudas sobre la estrategia norteamericana enVietnam.
De alguna manera los halcones convencieron a Johnson de que tenían larespuesta a su dilema: que Vietnam no se convirtiera en un tema controvertidoen un año electoral. Con un poco más de ayuda, con unos cuantos soldadosnorteamericanos, Vietnam del Sur se estabilizaría y aguantaría hasta quehubiese pasado la cita electoral. La Junta de Jefes de Estado Mayor le propusoescalar y golpear directamente a Vietnam del Norte. Los Jefes de Estado Mayordeseaban bombardear, y duro, a Vietnam del Norte. Ahí tenían un aliado en elsiempre optimista Walt Rostow. Rostow se había pasado la II Guerra Mundialescogiendo objetivos para los bombarderos y de ahí había sacado la conclusiónde que un buen bombardeo es como una buena manita de hostias en una comisaríafranquista: no hay reo (país en este caso) que se resista. Pero Johnson noestaba dispuesto a ir tan lejos en un año electoral. A modo de premio deconsolación, permitió que se multiplicasen las operaciones encubiertas contraVietnam del Norte.
Un tipo de operaciones eran los raids de comandos contra instalacionesportuarias vietnamitas. El 31 de julio se produjo uno de esos raids. Al mismotiempo el destructor norteamericano “Maddox” se había acercado a las costasvietnamitas para tocar un poco las narices y de paso detectar dónde tenían losvietnamitas sus radares. Los norvietnamitas atacaron al “Maddox”, creyendo queestaba involucrado en el raid. Era un error de apreciación bastantecomprensible.
Johnson utilizó esa excusa para promover ante el Congreso la Resolución delGolfo de Tonkín. Por cierto que, al comparecer ante el Congreso, se permitiótorcerle el brazo a la verdad hasta descoyuntarla. Para empezar, dijo que el“Maddox” estaba a 30 millas de la costa vietnamita, cuando en realidad estaba atrece, y no comentó nada sobre las operaciones encubiertas. De una maneramagistral consiguió presentar como un ataque gratuito de los perversosvietnamitas lo que había sido una respuesta defensiva a un acto de provocación.Ningún Presidente norteamericano había mentido nunca de una manera tandescarada, aunque años después vendría otro que le superaría, hablando de lasarmas de destrucción masiva de cierto tirano.  
La Resolución del Golfo de Tonkín autorizó al Presidente Johnson a utilizarla fuerza militar convencional para asistir a cualquier estado miembro delTratado de defensa Colectiva del Sudeste Asiático (Vietnam del Sur lo era), sinnecesidad de una declaración de guerra formal, es decir sin la necesidad deacudir previamente al Congreso para solicitar su aprobación. Pero suimportancia real estribaba en que había permitido a Johnson arroparse en labandera nacional (si hubiera vivido en 2001 se la habría puesto en un pin en lasolapa como hicieron otros) y presentarse como un Presidente que sabía hacer unuso moderado y juicioso de la fuerza. Después de esa Resolución, cuando suoponente, el republicano Barry Goldwater, intentase esgrimir el tema de Vietnamcon fines electorales, daría la imagen penosa de un radical exaltado con ganasde pegar tiros. Justo lo que era Johnson, aunque el electorado no se hubieradado cuenta.  

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