Revista Sociedad

Los pobres son feos y además huelen mal

Publicado el 02 febrero 2014 por Tiburciosamsa

Los pobres son feos y además huelen mal
Hubo un tiempo en el que los millonarios podían sentirse un poco culpables por su riqueza. A veces, en la soledad (los catorce mayordomos y mucamas no contaban, porque estaban más cerca del mundo animal que del racional) de sus mansiones de 1.000 metros cuadrados podían pensar que el mundo estaba mal repartido y que mientras ellos eran ricos, había miles de pobres allá fuera. Incluso, en aquel tiempo que era más religioso que el actual, el millonario recordaría aquello de que antes entrará un camello por el ojo de una aguja que un rico en el Reino de los Cielos y podía pensar que a la hora de la muerte Dios le pediría cuentas por cómo había empleado su riqueza.Afortunadamente vinieron los economistas neoliberales a decirnos que los ricos lo son porque se lo merecen y aportan mucho valor añadido a las empresas que saquean, digo que gestionan. Los pobres lo son porque son unos vagos. Se lo tienen merecido, así que no hay que tener compasión de ellos.Algunos pastores evangélicos norteamericanos incluso encontraron que llevábamos 2.000 años malinterpretando el Nuevo Testamento. En realidad a Jesucristo los pobres le daban un poco de grima. Él quería que fuésemos ricos. El economista Paul Zane Pilzer logró fusionar teología y economía en un libro que se convirtió en un best-seller: “Dios quiere que seas rico” (“God wants you to be rich”). La pregunta del millón es porqué si quería que fuese rico me hizo nacer en una aldea en Etiopía. Esto que se ha denominado la Teología de la Prosperidad tiene el siguiente corolario: si eres pobre, o eres un pecador, o es que te falta fe. En ambos casos, no hay que tenerte pena.El británico Anton Casey debió de leer a Paul Zane Pilzer y pensaba que era rico porque se lo merecía y porque Dios le quería mucho. Había sido broker y ahora trabajaba para Crossinvest, una compañía basada en Singapur, que se dedica a la gestión de grandes patrimonios. Ignoro el sueldo del señor Casey, pero era lo suficiente como para que se hubiese podido permitir comprarse un Porsche y hubiese conseguido que una ex-Miss Singapur se enamorase de él. Como decía Joaquín Sabina en una canción: “y es que las mulatas, cuando son de bandera, confunden el corazón con la billetera.” Estotambién se aplica a las misses.
Al pobre Casey se le rompió el Porsche y sufrió una experiencia traumatizante: tuvo que montar en transporte público. Menos mal que su inmenso sentido del humor le ayudó a sobrellevar la experiencia, experiencia que decidió compartir en facebook con el resto de la Humanidad, pobres incluidos.Traigo aquí sus posts en facebook. En el primero nos revela con orgullo paterno, el asombro de su hijo cuando descubrió que no todo el mundo es tan rico y genial como su papá: “Papá, ¿dónde está tu coche y quiénes son todos estos pobres?” Resulta enternecedor: apenas tiene cinco años y ya tiene vocación de banquero.El segundo post nos relata el final feliz de su infortunio: se ha reencontrado con su amado Porsche, aunque ahora le tocará ducharse para que se le vaya el olor a pobre. Los comentarios trascendieron se armó revuelo y Casey hizo lo que cualquier persona hubiera hecho en su lugar: contratar a una empresa de relaciones públicas para que deshiciese el entuerto. Bueno, eso es lo que hubiera hecho cualquier persona millonaria. Crossinvest decidió que su política de recursos humanos no incluía la de dar acogida a los gilipollas y le mostró la puerta de salida. La última noticia es que Casey y su familia salieron de Singapur en clase turista. ¡Ahora sí que van a oler mal! No tengo noticias sobre la suerte de su amado Porsche.


Volver a la Portada de Logo Paperblog