Las barras de carboncillo son uno de los materiales más elementales para dibujar cuando se están dando los primeros pasos en el mundo del dibujo. Estas barritas son lo bastante blandas para deshacerse sin esfuerzo conforme la vamos rozando contra los papeles pero al mismo tiempo lo suficientemente duras para cogerlas, manejarlas y permitir que nuestra mano empiece a tomar experiencia y agilidad.
Se trata de un utensilio de dibujo desde la prehistoria. En esta época pintaban en las paredes de las cuevas con trozos de palos quemados. En el Renacimiento se redescubrió. Hoy en día se fabrican en madera de vid y de sauce.
Con este material es posible trazar líneas muy finas, sobre todo si se opta por perfilar, y se le da punta, con un cuchilla. Sin embargo, también permite hacer grandes manchas, que en función de lo que apretemos, serán de un tono más o menos oscuro. En cualquier caso esta herramienta es perfecta para realizar muchos dibujos, ya que nos deja trabajar rápidamente y también nos deja la opción de llevar a cabo muchos detalles que requieren más tiempo.
La recomendación es usar una barra gruesa para dibujar, ya que si lo afilamos con el lijador obtendremos una gran variedad de grosores y tonos. Es un medio sencillo para dibujar que nos permite corregir nuestros errores fácilmente.
Consejos para trabajar bien con el carboncillo
A la hora de trabajar con esta técnica de dibujo es conveniente seguir una serie de recomendaciones para evitar perder la guía a la hora de hacer nuestros primeros trabajos:
-Trazar el dibujo con un carbón mediano. Cuando hay algún error de dibujo, basta con darle unos golpes con un trapo y el carbón salta del papel. De esta forma se vuelve a dibujar encima, pero no deben marcarse fuertes los trazos hasta que no esté el dibujo correcto.
-Poniendo el carboncillo de lado se hacen las zonas con grandes manchas de carbón, sobre todo trozos de carbón con un tamaño de 6 centímetros, para así manchar más rápidamente la zona.
-Cuando haya grandes zonas de color oscuro se puede usar el color negro en polvo (como si se rayara el carboncillo en polvo) y expandirlo con esponja o con un difumino grueso, así evitamos que el carbón ensucie el resto del dibujo.
-Para crear sombras muchas veces se utiliza el propio difumino, que cuando está manchado es él mismo el que mancha y sirve como un lápiz blando. Para ello, incluso se va manchando el difumino sobre la zona con carbón y trazando después los dibujos o sombras suaves.
-El dibujo se va fijando por fases, con el objetivo de que el carbón ya aplicado no se desprenda y poder oscurecer más algunas zonas del papel.
-Es importante tener mucho cuidado con no engrasar el papel, ni con los dedos ni con las gomas comunes, pues genera marcas imposibles de eliminar, que incluso no permiten ser tapadas con manchas de negro.
-En algunas ocasiones, los carboncillos tienen nudos que son más duros y rayan el papel. Se debe vigilar que el carboncillo no lo tenga y lijarlos cuando sean detectados esos nudos.
-Prestar atención a nuestras propias manos una vez manchadas, sobre todo con los brazos si trabajamos sobre una mesa horizontal, y con la parte de la palma con la que solemos apoyarnos sobre el papel.
-La última fase del trabajo debe ser siempre fijar el carboncillo con el fijador, pues esto lo protegerá. Suavemente con la yema del dedo rozaremos las zonas del dibujo para comprobar que ya no desprende carbón. Con eso está bien fijado. Si no es así, se vuelve a pulverizar más fijador. Una vez bien fijado no se debe añadir más carbón ni rectificar. Y por último debe enmarcarse con cristal.
Preparación del difumino
Los difuminos son en realidad papel enrollado formando un palo, pero engomado un poco para que se queden sus hojas unidas. Como es papel, absorbe, retira y reparte el carbón, con lo que se puede trabajar muy bien para crear claroscuro.
Este material se vende endurecido por lo que antes de utilizarse debe prepararse. Para ello, primero debemos golpear el difumino con un martillo. Se debe hacer con una fuerza media para que poco a poco se vaya ablandando, sin que nunca se llege a romper. De esta forma, se va girando el difumino y notaremos que con los golpes acaba siendo un palo pero con elasticidad.
Cuando ya está bastante blando, se debe colocar en vertical y dar un golpe seco a la punta inferior para que salga hacia arriba la punta superior más puntiaguda. Al final se debe lijar con una lija de madera fina para que su punta acabe siendo una superficie suave y uniforme. Conforme vayamos ensuciando el difumino al dibujar tendremos que ir limpiándolo y definiendo mejor su punta con esta misma lija fija.
Es importante lijar siempre en la misma dirección, por ejemplo, cogiéndolo por el mango desde arriba hacia abajo, donde está la punta.
¿Qué crees que te hace falta para ponerte manos a la obra?.