Al llegar a la menopausia el cuerpo femenino pierde su capacidad de procrear de forma natural, produciéndose una serie de cambios hormonales que marcan el fin de los días fértiles y se manifiestan de diferentes maneras en cada mujer. Uno de los trastornos menopáusicos más comunes son los sofocos, que afectan a ocho de cada diez mujeres que están en la menopausia y constituyen uno de los principales motivos de consulta médica en esta etapa.
Los sofocos menopáusicos suelen describirse como “una sensación súbita de calor intenso en cara, cuello y pecho que se acompaña de enrojecimiento cutáneo difuso o localizado, episodios de sudoración y a veces de aceleración del ritmo cardíaco”. Pueden variar en frecuencia, intensidad y duración y presentarse en cualquier momento del día e incluso por las noches, lo que puede desencadenar problemas de sueño o insomnio. Los sofocos no representan ningún peligro, pero pueden ser muy molestos para algunas mujeres, hasta el punto de impedirles realizar sus rutinas diarias con normalidad.
Características de los sofocos
Cada mujer experimenta los sofocos de diferente manera, incluso hay quienes nunca han sufrido uno. En la mayoría de mujeres que padecen sofocos asociados a la menopausia son esporádicos y moderados, y suelen ir disminuyendo progresivamente. Normalmente, los sofocos durante la menopausia se mantienen en un intervalo de entre seis meses y dos años, aunque algunas mujeres pueden padecerlos durante décadas.
Pese a que la aparición de los sofocos suele ser espontánea, se han estudiado ciertos factores que pueden ser desencadenantes como el estrés, una temperatura húmeda y caliente, permanecer en espacios cerrados o la ingesta de determinados productos (café, alcohol, comidas especiadas).
Tratamiento de los sofocos
El primer paso para el tratamiento de los sofocos durante la menopausia es conocer y controlar nuestro propio cuerpo, sabiendo qué factores propician su aparición y siguiendo unas pautas básicas que los eliminen, como evitar los ambientes calurosos.
A nivel médico se recomiendan los tratamientos con hormonas sustitutivas (THS) de estrógenos o estrógenos con progesterona. Al margen de las terapias hormonales, recientemente se ha descubierto que también pueden emplearse antidepresivos para aliviar los sofocos menopáusicos. Gracias a una investigación de la Universidad de Pensilvania (Estados Unidos) que analizó el efecto de un fármaco antidepresivo (escitalopram) frente al placebo, se descubrió que el escitalopran reduce significativamente la frecuencia y la gravedad de los sofocos menopáusicos en mujeres sanas. Según los autores del estudio, este descubrimiento “sugiere que entre las mujeres sanas, entre 10 y 20 mg/d de escitalopram proporciona una opción no hormonal efectiva y bien tolerada para controlar los sofocos”. Sin embargo, no dudan en señalar que “se necesitan futuros estudios para comparar la eficacia de los antidepresivos con la terapia hormonal en el tratamiento de los sofocos”.
Otra opción para el tratamiento de los sofocos durante la menopausia son las terapias naturales, basadas en las propiedades de plantas como la soja, el trébol rojo, la cimicifuga, la salvia o el lúpulo.
Fuente | Saludalia, Europa Press
Foto | Sue Richards
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Los sofocos durante la menopausia