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Los terrores nocturnos: posibles hipótesis

Por Somospsico

Los terrores nocturnos: posibles hipótesis Si eres padre o madre, es posible que alguna vez te hayas despertado en mitad de la noche al oír el grito desgarrador de tu hijo pequeño. Al acudir a su habitación, lo más normal es que lo hayas encontrado en un estado de agitación bastante elevado, con los ojos semiabiertos y con la respiración acelerada. Si es así, tu pequeño podría estar sufriendo un episodio de terrores nocturnos.

Los terrores nocturnos aparecen generalmente a edades muy tempranas (entre los 3 y los 7 años) aunque también es posible encontrarlos en personas adultas. Para comprenderlos bien, es importante no confundirlos con las pesadillas. Mientras que los terrores nocturnos suelen producirse durante el primer tercio de la noche (generalmente 1 o 2 horas después de quedarnos dormidos) y la persona no suele recordar nada de lo sucedido a la mañana siguiente; las pesadillas suelen aparecer durante la segunda mitad de la noche durante el sueño REM, y son recordadas con bastante precisión.

Aunque se desconocen realmente las causas de estas alteraciones del sueño y en muchos casos remiten espontáneamente, suele plantearse que son el resultado del proceso de desarrollo normal del cerebro. Sin embargo, el hecho de que en muchos casos aparezcan en personas adultas que durante su infancia no los padecieron, nos hace pensar en la existencia de un componente psicológico que influye. Es posible que, al igual que parece suceder con las pesadillas, ciertos miedos o angustias vitales estén en el fondo del asunto.

Finalmente, comentar un dato que podría resultar de interés para su explicación. Según las investigaciones, los terrores nocturnos aparecen justo durante la transición a la etapa de sueño REM, en la cual se dan realmente las imágenes oníricas (sueños). Si esto es así: ¿podrían tratarse de una especie de “ansiedad anticipatoria” ante la posibilidad de exponerse a las imágenes presumiblemente desagradables que aparecen en los sueños de estas personas? ¿Resulta descabellado plantearse la posibilidad de que nuestro sueño pueda condicionarse, tal y como ocurre en el caso de las fobias? Quién lo sabe…

 


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