La libertad sin la guía del corazón se convierte en una lucha de egos que pretenden cubrir sus necesidades, por eso las revoluciones acaban negando su idealismo en la práctica. La libertad sin creatividad termina haciéndonos dependientes de quienes la poseen. La libertad sin sueños nos ancla en una misma realidad. Una educación para la libertad necesita, pues, de estos tres ingredientes: corazón, creatividad y fomentar los sueños en los alumnos. Sin ellos, la enseñanza no puede ser semilla de una nueva humanidad en la que todas las personas puedan mostrar su verdadera esencia.
En la imagen un fotograma de la espléndida película “Diarios para la libertad”, basada en un caso real