Revista Cine

Los trescientos escalones, de Francisca Aguirre

Publicado el 24 noviembre 2012 por José Angel Barrueco
Los trescientos escalones, de Francisca Aguirre
HOMENAJE I
Me moriré en Madrid un día cualquiera me moriré sin aguacero me moriré sin que suceda nada sin que nadie me pegue sin causa sin motivo me moriré de un silencio mayor que yo mayor que el mundo. Y se me irán quedando marchitas las palabras y se me irán cayendo como las hojas de los árboles y el silencio como un musgo veloz me irá invadiendo hasta dejarme muerta y silenciosamente.
**
TESTIGO DE EXCEPCIÓN
Un mar, un mar es lo que necesito. Un mar y no otra cosa, no otra cosa. Lo demás es pequeño, insuficiente, pobre. Un mar, un mar es lo que necesito. No una montaña, un río, un cielo. No. Nada, nada, únicamente un mar. Tampoco quiero flores, manos, ni un corazón que me consuele. No quiero un corazón a cambio de otro corazón. No quiero que me hablen de amor a cambio del amor. Yo sólo quiero un mar: yo sólo necesito un mar. Un agua de distancia, un agua que no escape, un agua misericordiosa en que lavar mi corazón y dejarlo a su orilla para que sea empujado por sus olas, lamido por su lengua de sal que cicatriza heridas. Un mar, un mar del que ser cómplice. Un mar al que contarle todo. Un mar, creedme, necesito un mar, un mar donde llorar a mares y que nadie lo note.

Volver a la Portada de Logo Paperblog