Quizá fue el momento o el lugar insospechado donde fue leído o los ojos lacrimosos de quien lo recitó, pero aquel poema de d'Ors hablando de los de siempre golpeó algún sillar hundido, algún recuerdo dormido. El recuerdo hace ocho años de la elección de un Papa, del único cardenal del que yo tenía constancia pues había leído El cristiano en la crisis de Europa creyendo que reforzaría mis ideas de lo que estaba en crisis era el cristianismo. En parte teníamos razón, pero, al mismo tiempo me abrió un panorama intelectual insospechado. Para crisis, la que tuvo lugar después de aquello. Y, ahora, otro cónclave y pienso ¿dónde está mi crisis? Señor, déjanos caer en la tentación, pero líbranos de la costumbre.
ORACIÓN POR LOS DE ÚLTIMA HORA
Lo difícil no fue la caída, ¡qué va!,
ni obedecer a Ananías,
escribir aquellas cartas,
viajar hasta Oceanía.
Lo espinoso fue razonar
con las rameras, bordear Sodoma,
y no creernos el mito del bisnes,
como dijo el profeta Sabina.
Lo más arduo, Tú lo sabes,
no escandalizar a "los de siempre",
no imitarles, no engañarles.
Aguantar chaparrones y desdichas,
cruces, astillas y desidias...
Aceptar que serían de por vida.
Lo verdaderamente difícil:
correr más en menos tiempo,
hacer fructificar los talentos,
y no tener ni dos euros sueltos.
Amar hasta perder el aliento.
¡Que da igual la hora de llegada!
Que en el Cielo no hay alarmas
y lo único importante es ser puntual
en la última llamada.