Revista Cocina
Finalizado el primer envite importante de las celebraciones decembrinas, toca hacer resumen y evaluación de los vinos que acompañaron a la familia.
A diferencia de otros años, esta Nochebuena el único representante vinícola francés que desfiló por la mesa fue el espumoso, que como no podía ser de otra manera fue el encargado de romper el hielo y hacer los honores a los entrantes. En esta ocasión la cosa incluía quesos de cierta potencia además de productos del cerdo ibérico, así que me decanté por un champagne con buena presencia de uvas tintas, con lo que el elegido fue un Champagne Mandois Brut Millésimé 2006 (AOC Champagne, espumoso 60% Pinot Noir, 20% Pinot Meunier, 20% Chardonnay; Mandois), elaborado con uvas de viñedos premier cru de Pierry, Chouilly y Vertus, que muestra un color amarillo pálido y brillante, con una burbuja muy fina y elegante que sube en un perlaje muy bonito; en nariz destaca la marcada presencia de frutillos rojos, que se entremezclan con los aromas de avellanas, pan tostado y recuerdos de las lías; en boca es un champagne de muy buena acidez, frutal, refrescante, con buena presencia y un carbónico fantásticamente integrado. Genial para empezar una cena, pero con clase suficiente para ser la única bebida de toda la comida.
Cuando empezó a desfilar por la mesa el marisco, de la bahía de Santa Pola que para eso estamos por estas tierras, apareció el blanco de la noche, que como suele ser tradición en mis selecciones venía de las Rías Baixas, en concreto de una pequeña bodega situada en Castrelo, Cambados, que no me canso de visitar. Pepe Luis 2011 (DO Rías Baixas, blanco con crianza 100% Albariño, Albamar) es elaborado por el amigo Xurxo, quien le da 9 meses de crianza en barricas de roble francés usadas y luego otros 4 de reposo en botella, para obtener un vino de color amarillo pajizo con reflejos dorado pálido, nariz muy seductora, con manzana y frutas de hueso maduras, recuerdos dulzones como de miel, ceras y muy muy leve recuerdo de la madera; en boca es un vino elegante, que conserva una fantástica acidez marca de la casa, algo graso, con presencia, y un final muy agradable. Un vino que con años de botella puede evolucionar de forma muy interesante y que me gusta mucho.
Hizo acto de presencia la carne, y para acompañarla había elegido un tinto que ya hace algún tiempo reposaba en mi vinoteca, y que decidí que este era su momento. Viña Tondonia Reserva 2001 (DOCa Rioja, tinto con crianza 75% Tempranillo, 15% Garnacha, 10% Graciano y Mazuelo; López de Heredia) se elabora con una larga crianza de 6 años en barrica, con 2 trasiegas por año, y sólo salieron a la venta 250.000 botellas. Es un vino de color rubídeo asomando algún destello caoba, de capa baja. Nariz muy elegante, de buena intensidad, con vainillas, cueros, fruta escarchada, algún tostado y algo de hierbas de monte; paso por boca tremendamente sedoso, armonioso, con una acidez fresca, terciarios y notas frutales conjuntadas, y un tanino dulce pero presente que le da un gran final. Sin ninguna duda un clásico elegante y fino, con vida por delante, y capacidad de evolucionar hacia una mayor complejidad de terciarios.
Terminamos con los dulces navideños acompañados por un sencillo Oporto. De la conocida casa Graham's presenté en la mesa su básico Graham's Fine Tawny Port (DOC Vinho do Porto, generoso, W&J Graham's), elaborado con una mezcla de uvas procedentes de 5 quintas localizadas en la parte alta del valle del Douro. Es un vino de color acerezado de capa baja, nariz no muy compleja, con notas de fruta pasificada (higos) y fruta madura y un paso por boca animoso, con un dulzor equilibrado con cierta sequedad que hacía que no fuese para nada empalagoso. Sencillo y fácil de beber, pero rico.
En resumen, cuatro buenos vinos, de los que destacaría la grata sorpresa que me llevé con el champagne, para hacerse con más botellas sin duda, y por supuesto, la elegancia y finura del Viña Tondonia, que nunca falla en una mesa.